A 10 años de su creación

Los obstáculos que impiden la implementación del sistema de información educativa

Falta de decisión política, dificultades técnicas y desconfianza. El SInIDE sigue sin ofrecer un registro pormenorizado de docentes, alumnos y escuelas.

Ángeles Reig
Ángeles Reig miércoles, 21 de diciembre de 2022 · 10:00 hs
Los obstáculos que impiden la implementación del sistema de información educativa

Hace poco más de un mes, el presidente Alberto Fernández y el ministro de Educación, Jaime Perczyk, relanzaron el Sistema Integral de Información Educativo, el SInIDE que, lejos de ser una novedad, existe hace 10 años.

El Observatorio de Argentinos por la Educación realizó un informe en el que analiza de forma detallada el derrotero, los avances y las dificultades de este sistema que aspira a identificar a todos los alumnos del país de los niveles inicial, primario, secundario y terciario en ambas modalidades, estatal y privada.

Las distintas versiones

En la primera parte, el documento da cuenta de todas las variantes disponibles del sistema que fueron surgiendo en distintos momentos y para responder a diferentes demandas: el SInIDE Aplicativo, la Base Nacional Homologada (HNA), el SInIDE Acompañar y su última versión, el SInIDE Gestión Escolar. Afirma que, de acuerdo con la información disponible, el SInIDE Aplicativo cuenta con un 29% de la matrícula de educación obligatoria nominalizada, mientras que la BNH cuenta con el registro nominal del 74% de la matrícula de todo el país.

Respecto al SInIDE Gestión Escolar, establece que solo 5 provincias (Tierra del Fuego, Misiones, La Rioja, Catamarca y Salta) están cargando información allí, mientras que otras 14 están en proceso de integrarse, con distintos niveles de cobertura y a ritmos diversos.

Los principales obstáculos

Sin embargo, la parte más jugosa de la investigación es la que recoge los motivos por los que, a 10 años de su creación, el SInIDE sigue siendo un proyecto inconcluso. La información es el producto de siete entrevistas profundas a referentes educativos a nivel nacional y jurisdiccional cuyos nombres no se revelan.

Los escollos más importantes, según los especialistas consultados, son tres y van desde lo más superficial e instrumental a lo más profundo e ideológico.

El primero, que aparece en todos los casos y es bastante previsible, es el problema técnico que tiene diferentes facetas. Las más comunes son la falta de perfiles técnicos en los distintos niveles de gobierno, la falta de conectividad en las escuelas, la falta de dispositivos y la falta de tiempo o capacidad del personal escolar para realizar la carga de datos.

De todas maneras, este primer obstáculo no deja de ser superficial, ya que son todas cuestiones que, con inversión y gestión, se resuelven. En cambio, el segundo es más difícil de sortear porque supone consensos entre distintos niveles de gobierno y de diverso color partidario.

Así, el segundo problema es eminentemente político. “Tiene que haber un liderazgo fuerte en el ministerio nacional… fundamentalmente político”, afirma uno de los consultados. “El Ministerio de Educación Nacional no tiene escuelas, el poder que tiene sobre las escuelas o los otros ministerios es relativo”, concluye otro.

A esto se suma la falta de continuidad de las estrategias, no solo con los cambios de gobierno sino dentro de una misma gestión del ministerio, donde se llegaron a desarrollar distintas iniciativas que le compiten al SInIDE. Cuestiones ilógicas, decisiones erráticas.

Sin embargo, el tercer argumento parece ser el más serio y profundo y al que deberíamos prestarle mayor atención.

En líneas generales, podemos afirmar que hay un consenso acerca de la importancia de contar con un sistema nominalizado de información educativa. Sin embargo, varios de los consultados que conocen la letra chica del SInIDE, cuestionan la necesidad que tiene el Ministerio de Educación de la Nación de contar con información tan pormenorizada. En este sentido, un funcionario jurisdiccional afirma: “Nunca llegué a una respuesta concluyente de para qué quieren los datos de Juancito de x escuela, ni siquiera mi ministro necesita ese dato. Para definir la política pública no necesitás el microdato”.

Así, parece no haber claridad respecto al beneficio de contar con un sistema nominal a nivel nacional, ni tampoco de los potenciales usos de esa información.

Lo cierto es que hay una enorme desconfianza a la hora de brindar datos tan sensibles. Más aún, teniendo en cuenta que, por la forma de operar del SInIDE, el Ministerio de Educación Nacional es el primero en recibir y procesar los datos, aunque son las provincias las responsables de cargarlos.

Así, surge una gran cantidad de interrogantes: ¿por qué el ministro nacional debe saber primero que un chico abandonó la escuela? ¿Es acaso el responsable de ir a buscarlo?

Uno de los consultados que plantea esta serie de dificultades concluye: “La lectura es política. Nación pasa por encima de las provincias y las provincias tienen miedo, por las dudas no avanzan, no saben qué potestad se están enajenando.” El federalismo educativo queda, en este contexto, muy debilitado.

¿Cómo sigue la historia?

Lo cierto es que, en todo este tiempo, muchas provincias avanzaron con sus propios sistemas, dejando obsoleto al SInIDE y con una pretensión unitaria que atenta contra la autonomía educativa de las jurisdicciones.  Por eso, la salida más razonable sería generar un sistema nacional que pueda obtener la información que necesite a través de los sistemas provinciales, articulando el trabajo de cada provincia y generando un diccionario común de datos. Asimismo, incentivar o colaborar con las jurisdicciones que aún no cuentan con ningún registro de este tipo para que logren implementarlo.

Alcanzar la nominalidad de toda la matrícula del país es indispensable para obtener datos específicos que permitan planificar, seguir y evaluar la política educativa y la toma de decisiones. Para ello es imprescindible trabajar con transparencia y respetando los niveles institucionales. No podemos perder 10 años más.

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