Experiencias musicales

Un colado en la fiesta de Duki

El sábado pasado estuve viendo al Duki, Duko o Duke; como le dije en un momento de la noche, mientras mi hijo y sus dos amigos se reían de mí y no conmigo. Buena historia del recomendador serial de MDZ.

Diego Villanueva
Diego Villanueva jueves, 17 de noviembre de 2022 · 08:33 hs
Un colado en la fiesta de Duki
El Duki, Duko, o Duke como le digo yo.

¿Por qué fui a Duki? Hace meses le compré una entrada a mi ahijado y a mi hijo, y se sumó un tercero. Un buen trío de adolescentes muy amigos que están viviendo el trap desde la mejor edad, ya que vienen creciendo desde hace unos años con esta música y acompañando de alguna manera la carrera de estos "mostros" que no paran de crecer, acá y en todas partes del mundo. Wos, Paulo, Emilia, Trueno, Duki, Nicki Nicole, Cazzu, el Biza, YSY A y una lista que es inagotable. Hace treinta años, cuando yo tenía sus edades, el rock argentino que ya tenía sus buenos años, lo agarré en un gran momento post ochenta, de muchísimas bandas buenas que aparecían e íbamos a ver en vivo: Los Redondos, Los Cadillacs, Divididos y Las Pelotas, Los Piojos, Caballeros, Los Rodriguez, Catupecu, La Renga, los IKVM, Attaque, La bersuit y varias más que se reproducían como Gremlins.

Y fue una gran época, como lo debe haber sido para los adolescentes en los ochenta, en los setenta y en los sesenta. Cada década tuvo sus buenos artistas que arrancaban y la rompían. Pero esto es otra cosa. Una nueva página en la historia de la música. Nada de una moda que ya pasará. Pensar así a esta altura es de Triceratops, Apatosaurio o cualquier dino que se te ocurra. Hace unos años que se está viviendo lo que fue el comienzo del rock nacional acá, pero a mil por hora. Quizás sea que antes no había redes sociales y no había un alcance de llegada inmediata. Por ejemplo lo que pasa hoy con la salida de un nuevo tema de Londra o de Bizarrap que a los dos días ya lo escucharon más de un millón de personas.

Bizarrap y Paulo, dos reyes de la nueva era.

Obviamente a favor del rock, en esa época no teníamos plataformas digitales ni redes donde todo salía, se escuchaba y se viralizaba al instante. Nuestras novedades musicales se tenían que buscar en la radio, más tarde comprando el disco, y cuando descubrías un nuevo artista también venía por la radio, la tele o algún hermano mayor o amigo que te lo recomendaba. ¿Mejor o peor? Ni idea, otro mundo. Cuando me agarra la nostalgia y pienso en lo lindo que era esa búsqueda incesante de ese disco y encontrarlo como un tesoro para escucharlo una y mil veces, yo digo que es mejor. Pero hoy cuando tengo la posibilidad de buscar lo que se me cante y escuchar en segundos una novedad, un tema que quiero mucho o un nuevo artista, ahí me sincero que lo de hoy también está buenísimo. No hay que darle tanta vuelta como le estoy dando, me parece.

Los Piojos, una de las grandes bandas argentinas que surgieron en los 90.

Volviendo al trap están también los fundamentalistas del género, como le he sido yo cuando arrancó, que dirán que esto ya se hizo
desde los años ochenta en Nueva York o mismo acá con Illya Kuryaki. Pero insisto, esto es otra cosa. Como todo lo que funciona bien: un movimiento que apareció en el momento y lugar justo, cuando tenía que ser. Y para ese cuñado de un amigo mío que una noche pasado de copas me decía el trap no esssiste, que todo es la misma basura y que no hay nada como Supertramp, estás equivocado pela. Todos lo estábamos. El trap (ya hoy ese sonido le quedó chico), llegó para quedarse y hasta los rockeros hacen lo imposible por invitarlos o aparecer en sus discos. Y para sostener más que nunca esta teoría tuve que ir a este show en el Estadio de Vélez Sarsfield, ante 45 mil personas, mayoría adolescente. Aunque debo confesarte que al principio la experiencia no me fue nada fácil.

Duki enfrentando a sus primeros conciertos en Estadios.

No sabés lo que me costó al principio. También está bueno aclararte que de todos estos artistas que escuchan mis dos hijos,
lamentablemente Duki nunca me gustó, o no me llegó o no lo entendí. Así que es la primera vez en mi vida que voy a un concierto
sin saber un solo tema, salvo un poco el que le cantan a Messi, el de Rockstar y el que hace con Biza. No mucho más. Lo primero que me pasó y está muy bien, fue que definitivamente no era un concierto para mí. Me sentí más padre que nunca, de esos que
cometen el error de entrar a una fiesta a buscar a su hijo/a y sentirse en otro mundo, con el plus de ganarte el odio de ese ser adolescente que lo último que quiere es verte aparecer por un salón asomando la cabeza a ver si te agarra. O de repente me imaginaba qué hubiese pasado si mi viejo venía con mis amigos a ver a los Redondos a la cancha de Huracán. En este caso, la diferencia con mi viejo es que yo soy de ir recitales con mis hijos, cosa que no es tan raro, y que estos tres amigos me tiraron buena onda. Me dejaron entrar a su fiesta y yo me quedé un poco atrás y mi hijo en un gesto me dijo "acercate, venite con nosotros, ta todo bien".

Los pibitos cada vez más grandes, bancando la parada.

Igual apenas arrancó el show, salió el Duki y todo explotó. Una chica detrás de mí pegó un alarido muy fuerte nivel parto y sentí una electricidad en los conductos auditivos que me dejó mareado ya que encima yo sufro de zumbidos. Ahí empezó una fiesta, party o pary que le dicen, donde todos cantaban y gritaban al borde de la locura y yo saltaba sin entender mucho ya que no tenía nada que hacer. En el tercer tema me apagué completamente. Me quedé quieto y vi a los chicos desaparecer en el campo en menos de dos segundos. Por suerte ya habíamos quedado en encontrarnos en el puesto de comidas.

Una vista aérea que muestra lo que se vivió en el campo.

De a poco fui retrocediendo en busca de un poco de aire, mientras movía la cabeza haciéndome el que estaba en la misma. Y quedé solo viendo un show que me costó muchísimo al principio. Me incomodó no saber las canciones, no ver a nadie de mi edad, de sentirme de que tendría que estar en ese momento en la pizzería de la esquina esperándolos. De hecho, a los quince minutos salí del estadio y pregunté si se podía entrar y salir. Ante la negativa, tuve que volver y cuando me di cuenta de que iban treinta minutos de show me transformé en un hámster loco en medio de un experimento: la ansiedad me dominó como en sus mejores épocas y me puse a chatear con mi novia, a revisar Instagram como un frenético, me sentaba, me paraba, me fui a hacer pis al baño sin tener ganas, amagaba con comprarme un pancho y no lo hacía, le manguee un puchito a una adolescente que me miró como si la estuviera acosando, me fui al sector popular que estaba habilitado y me senté pensando en cualquier cosa del laburo o que mis amigos estaban en la playa justo ese fin de semana.

Además me dolía mucho la espalda de un sábado que había arrancado muy temprano. También fui al puesto de merchandising
por cuarta vez y hasta me planté cerca del sector de hidratación para ayudar a los jóvenes que llegaban del pogo desmayados. Pero como todo inútil que no sabe nada de reanimación de desmayos, lo único que hacía era acercarme a su grupo y preguntar si estaba bien. Una pregunta bastante boluda: "¿Está bien?". "Si sí, lo que pasa es que estamos ensayando para la clase de teatro
del martes" como diría el cómico Presto en ese gran sketch de "Preguntas boludas". De repente me calmé, vi la hora y aún quedaba mínimo hora y media, dos horas de show. Había googleado que tocaba como cuarenta temas, así que me concentré en la performance y me fui enganchando de a poco. Ayudó que haya tantos invitados que ni idea quienes eran pero se iba poniendo divertido. No digo que bailé ni salté, mucho menos que canté, pero fui disfrutando de manera pasiva y mientras observaba al público y a las pantallas, ahí me di cuenta y fui consciente del talento de esta generación de músicos.

Acá es cuando me empecé a enganchar en serio.

Fue un desfile de invitados, una especie de dream team de amigos que después me contarían los chicos que eran todos muy conocidos: pasaron Nicki Nicole, Rei, C.R.O, Tiago PZK, Khea, Modo Diablo, Neo Pistea, su novia Emilia, YSY A, Bizarrap y varios más que obviamente los acabo googlear ya que, salvo el Biza por la gorra y sus anteojos, no sabía quiénes eran. Pero fui testigo de un gran show que se veía muy bien con unas pantallas leds, con fuegos artificiales incluidos, y un gran sonido tanto en voces (algo que yo siempre desconfié) y acompañados de una banda bien variada que incluía un guitarrero que nada tenía que envidiarle a un Slash. El Duki no paró de moverse, de rapear, de hablar, de arengar, y principalmente de contar su historia y agradecer a la gente y a cada amigo que subía a escena, de nombrar a los que habían podido ir.

También habló y agradeció a su viejo de cuando él fue de chico a ver a Charly y que aún estaba en shock de poder estar ese día ante un estadio lleno. También al otro día me enteré de que su viejo iba sin avisarle a verlo en las riñas de gallo. Sin dudas lo del viejo encendió una fibra de empatía con él, eso de estar presentes en cada paso de tus hijos.

El Duki batallando a base de rimas y flows.

También me emocionaron los invitados que pasaban de a tandas y no paraban de abrazarlo y halagarlo, y jugaban con él como si
estuvieran en el Parque Rivadavia donde arrancaron rapeando. Y ahí entendí que ni ellos terminan de creer todo lo que pasó con esta nueva ola en tan poco tiempo. De cómo les pasó todo tan rápido y lo bien que hacen en disfrutar y creérsela un poquito. Como leí al otro día en una nota donde el Duki confesaba "Qué bueno poder contarle todo esto que me pasa a alguien. A medida que te lo cuento, me voy dando cuenta de todo lo que me pasó. Todavía no caigo. No tengo idea de quién soy. Yo sigo siendo Mauro”. Con el clima mundialero que ya está a la vuelta de la esquina, aunque se juegue en Qatar, también me sentí parte como argentino cuando hizo el tema "Messi" y ahí sí que me hubiera gustado saber la letra. En los únicos momentos que canté como loco fue durante las tres o cuatro veces que el estadio cantaba "que de la mano, de Leo Messi todos la vuelta vamos a dar". Se viene el mundial y ya no está el Diego, ni el tema de Pimpinela de "Me das cada día más2 o el de los italianos de "Un state italiana". Pero está Leo y compañía, y están estos nuevos artistas que los acompañan con la música. Y detrás de todos ellos una generación de chicos, nuestros hijxs, sobrinxs y todos los jóvenes en la mejor edad para vivir un mundial.

Messi de trapero.

Y eso me encantó y agradecí haber sido parte de su mundo y de cómo viven la música y la previa de este nuevo campeonato, que
todos queremos ganar y que estamos tan entusiasmados. Finalmente se fue terminando el show, después de cinco temas al re
palo donde el estadio saltó, bailó y pogueó y hasta me animé a dar un par de saltos, y esta vez reales. Mientras Duki se despedía
diciendo "Gracias por hacerme el hombre más feliz del planeta", me quedé tranquilo como chico de nueve años en el puesto de comida esperando a mi hijo y a sus amigos que me vinieron a buscar. Llegaron felices y detonados y me llevaron casi de la mano hasta el auto, en una noche que nunca iban a olvidar, y yo tampoco. Mi hijo en medio de la llegada hasta el auto, me dio un abrazo mientras caminábamos y me agradeció de corazón por haberlos llevado. Me senté cansado con la ciática que me latía, pero feliz. Prendí el auto y puse una playlist bien acústica y tranquila que arrancaba con Eddie Vedder. Necesitaba volver a mi realidad e irme a dormir, no sin antes comer algo rápido con ellos, como lo he hecho mil veces con amigos a esa misma edad después de un concierto. Fue una excelente noche, aun sabiendo que no creo que ponga ni a palos un tema de Duki, salvo el de Messi de acá hasta que termine el mundial. Tampoco me voy a hacer el adolescente, ¿no?

*Diego Villanueva es autor de "Casi 30 artistas para antes de dormir"

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