Psicología

Cuando una primera cita da lugar a otra

En las redes existen todas las búsquedas viables que parten de un encuentro casual a la expectativa de construir un vínculo posible.

Carlos Gustavo Motta
Carlos Gustavo Motta sábado, 29 de octubre de 2022 · 16:52 hs
Cuando una primera cita da lugar a otra

El título de la nota goza de ambigüedad de acuerdo a si es una afirmación o un interrogante. La mayoría de los encuentros afectivos actuales de casi todas las franjas étareas, dependen de aplicaciones de citas donde una red social determinada resulta la protagonista y que, incluso, se vieron incrementados por la pandemia de covid. Cuando alguien hace “match” con otra persona, un abanico de ilusiones y probabilidades comienzan a desplegarse pero una pregunta siempre se impone: quién está frente a mí.

Entender la dinámica tras el proceso de la concreción del pasaje de una cita virtual a la realidad de la misma, puede ayudarnos a atravesar esta ansiedad. Muchos psicólogos recomiendan adoptar el mismo patrón al buscar pareja en forma tradicional o a través de las redes sociales: el primer encuentro debería ser breve y en un lugar público. Estadísticamente está comprobado que a
partir del tercer o cuarto acercamiento comienza a construirse un interés recíproco. Si bien la atracción física resulta importante, la mayoría de las parejas ya constituidas y estables no sienten que eso haya sido un principal requisito.

Graduar sus gustos permite observar las características potenciales de el/la candidata/a. Recuerden siempre el refrán que dice que la curiosidad mata al gato por lo que hay que evitar, de entrada, el aspecto intrusivo. Más allá de todo, en un comienzo, no hay que interpretar nada de lo escuchado de primeras conversaciones ya que puede llegarse a conclusiones precipitadas: tener presente que la característica principal del lenguaje es el malentendido y resulta necesario prestar atención a varios de ellos para alcanzar alguna conclusión. Existen varias teorías sobre qué nos atrae de una persona y no de otra, además del lenguaje corporal y el habla. El lenguaje corporal de la atracción varía desde algún contacto accidental y son signos obvios de que ambos se gustan: el volumen de la voz, reír de cualquier tontería escuchada, acariciarse el cabello, jugar con un colgante, hasta sonrojarse. La mirada que apunta directamente a la cara (ojos, labios, cara en general) lo llaman el triángulo del flirteo, los estudiosos de éste, aseguran que se manifiesta en el encuentro con el otro.

La psicóloga Elaine Hatfield, creadora de las llamadas Ciencias de la Relación en la Psicología, ha investigado el contagio emocional, proceso por el cual las sentimientos de las personas están influenciados diferentes demostraciones.

Su teoría principal llamada del emparejamiento, indica que una persona tiene más posibilidades de desarrollar relaciones con quien se parece a ella con niveles sociales y de inteligencia similar. Hatfield afirma que nos atraen más quienes pueden cubrir nuestras necesidades de amistad, sexo, amor y bienestar. Por otro lado no se aleja mucho de las investigaciones de Freud quien se pregunta cómo una persona ama. La decisión por elegir lo protector para las mujeres, lo nutricio para los hombres y la mezcla de ambas cuestiones en la homosexualidad (tanto masculina como femenina) es lo que se responde el genio vienés.

Las personas demasiado diferentes se descartan y sin embargo no se tiene en cuenta que aceptar la diferencia que el otro plantea, puede ser el inicio de la construcción del amor. Porque después de todo se trata de eso: de construir con el otro lo que no nos gusta, lo que no entendemos de entrada, aquello de compatibilizar lo útil con lo agradable. ¿Ustedes sabían de la existencia del Dating Coach? En esta amplísima variedad del coaching existe una rama de “instructores” quienes brindan una “guía” en la
búsqueda particular de pareja (y hasta de nuevas amistades). Ofrecen cuidar la integridad y la “tranquilidad de filtrar” previamente a las personas que van a conocer sin exponerse en el proceso. Aprovechan la creencia de la llamada “ley de la atracción” y especulan bastante con la fragilidad de muchos/as que realmente se encuentran inhibidos en esta época donde no se evalúa el tiempo de adecuación con otros, sumada la época del COVID que derrumbó mentes y preparó fóbicos generalizados.

Una sociedad que descarta a menudo a quienes tienen otros tiempos. No fugaces, ni rápidos, ni imprudentes. El
elogio a la lentitud que escribía Carl Honoré se agradece. Y conocer a alguien requiere tiempo. En las redes. Y en la vida real.

* Carlos Gustavo Motta es psicoanalista y cineasta

Archivado en