Preocupación

El contundente pronóstico sobre lo que pasará en Mendoza por la falta de agua

La cantidad de agua disponible para el año que viene no alcanzará para responder a la demanda. Por eso las restricciones se mantienen y no hay disponibilidad para aumentar la producción. La sequía extrema supera la década.

Pablo Icardi
Pablo Icardi sábado, 15 de octubre de 2022 · 12:01 hs
El contundente pronóstico sobre lo que pasará en Mendoza por la falta de agua
Potrerillos está en su cota más baja para la época. Foto: ALF PONCE MERCADO / MDZ

Como un semáforo bloqueado, la realidad ambiental en Mendoza tiene la luz en rojo desde hace más de una década por la carencia y el mal manejo del principal recurso: el agua. Por un año más, la provincia tendrá una situación de escasez extrema porque la mega sequía que afecta a la región se extiende. No hay, ni habrá más agua disponible y, así, la responsabilidad para que se pueda producir y vivir depende mucho más del uso y el cuidado, que de la oferta. El pronóstico trazado por los especialistas es que hay más demanda que oferta y eso restringirá la producción, entre otras cosas.

Las presunciones dicen que la provincia no tiene capacidad para crecer; no se pueden agregar más hectáreas, los barrios nuevos que se construyan tendrán problemas de abastecimiento y cualquier actividad nueva que se pueda sumar entrará en fuerte tensión por la crisis del agua. Es más, en realidad hay déficit hídrico porque lo que habrá disponible ya está comprometido. Inclusive: hay un déficit hídrico más profundo que el financiero, pues hay más demanda asegurada que la capacidad ambiental y de infraestructura para cubrirla.

En el Río Mendoza, por ejemplo, el agua disponible será de menos de la mitad. A los 800 hectómetros cúbicos que se prevé que habrá, hay que restarle un uso imposible de reemplazar; unos 250 hm3 que se emplean para consumo humano, con un cierto grado de ineficiencia: cada habitante consume más de 400 litros por día y el ideal es la mitad. Más del 75% del agua termina en las cloacas.

Menos producción

Al río no le sobra nada y el ajuste será hacia abajo. Más de 75 mil hectáreas empadronadas que dependerán de ese volumen, más los 300 hectómetros que se suman por agua subeterránea, recurso también en retracción.  La demanda total de la cuenca del Río Mendoza es de 1100 hectómetros cúbicos. Habrá 800, en el mejor de los casos. Potrerillos puede almacenar menos de 400 hm3 (tiene reducida su capacidad por el sedimento) y hoy está en su cota más baja para la época desde que se llenó por primera vez. 

La extensión de la situación de sequía no tiene antecedentes en la historia. "En la temporada 21/22 escurrieron 785 hm³ (equivalente al 56% del derrame medio histórico), lo que implica la peor temporada de escurrimientos de los últimos 50 años", explicaron desde Irrigación. Aún cuando nevó el doble que el año pasado, no alcanza para cubrir el déficit heredado y tampoco el año medio. Solo a finales de la década del 60 se vivió un año peor que los últimos en Mendoza. El problema es la acumulación de la pobreza hídrica.

Por eso la tensión por el acceso se profundizará. El uso industrial, por ejemplo, es el que menos demanda, pero el que más afectado socialmente está. Por falta de disponibilidad e infraestructura, tampoco se puede ampliar la capacidad.

Portezuelo del Viento terminó siendo una fantasía incumplible también por la falta de agua. Pero todas las represas tendrán problemas para generar de manera constante.

La cuenca del Río Tunuyán no tuvo repuntes y allí nevó incluso menos que en años anteriores. Por eso en la zona más privilegiada para el sector vitivinícola también habrá problemas, porque se mantiene la sequía extrema.  El Departamento General de Irrigación mantendrá las restricciones para el agua subterránea, pues el impacto de la sequía se siente en la recarga de los acuíferos. “El 48% de las perforaciones que integran la red de medición registraron nuevos valores mínimos históricos”, explican sobre la cuenca del Río Tunuyán.

Esta temporada en ese sitio nevó un 35% menos que el año pasado y corresponde a un quinto de lo esperado en un año normal. Por eso habrá la mitad de agua esperada, justo en el lugar donde están los emprendimientos enológicos y turísticos de mayor relevancia internacional. 

La crisis hídrica genera una cadena de problemas enorme. Los ríos sobre los que Mendoza tiene litigios con provincias vecinas tendrán un mal año también. El Río Grande, del que no se hace uso productivo, tendrá su peor año, cuestión que vuelve a ratificar que Portezuelo del Viento era inviable en la magnitud planificada y licitada. El Atuel también: tendrá una temporada de sequía extrema y la relación con La Pampa se complicará más, pues la Corte Suprema busca que Mendoza garantice el caudal mínimo para cumplir con las sentencias.

La constancia en la generación de energía también estará comprometida para los ríos mendocinos, tanto en el Atuel, como en el Diamante; lo mismo que en el Mendoza. Menos agua es, en Mendoza, más riesgo sanitario, menos producción, menos desarrollo y un desafío político enorme. 

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