Cristos y Vírgenes: ola de apariciones en tiempos de pandemia

La semana pasada, vecinos del Barrio 1° de Mayo, en la localidad de Clorinda (Formosa), empezaron a decir que Dios no los ha abandonado. ¿La prueba? Creyeron ver la figura de la Virgen María entre las manchas de humedad de un tanque de agua. Podría pensarse en un caso aislado, un punto de fuga emocional para la ansiedad que se acumula en tiempos de pandemia. Pero los formoseños no fueron los únicos. En diversos rincones del planeta, miles de fieles están reportando apariciones y mensajes.

De hecho, en Corrientes la Virgen habría elegido un ámbito menos pedestre para manifestarse, y se habría mostrado en el cielo. El fenómeno se vio en San Carlos, en el Noreste de la provincia, y las fotos no son del todo claras, lo que generó dudas y acusaciones.

Más claros, en cambio, son los retratos de Cristo que sacaron los vecinos de Magangué, en Colombia. Varios habitantes de ese municipio han comenzado a concentrarse alrededor de un árbol en el que -dicen- se evidencia la figura del mesías crucificado. El culto alarma a las autoridades, ya que para ir al lugar la gente viola la cuarentena sanitaria y se expone al contagio de Covid-19.

Otros lugares de culto, en cambio, han tomado recaudos frente a la presencia del coronavirus. En Medjugorje (Bosnia-Herzegovina) -adonde asisten cada año miles de fieles- la famosa vidente Mirjana Dragicevic-Soldo dijo que la Virgen se le presentó y le comentó que lo mejor era no volver a visitarla los días 2 de cada mes, aunque seguirá retornando cada 18 de marzo. Con esta medida, la entidad celestial mostró un pragmatismo sanitario irreprochable. 

Y ante tantos milagros juntos, vuelven a la mente ejemplos anteriores de presencia divina. Como lo sucedido el 3 de enero de 2013 en el Barrio Obras Sanitarias de Villa Mercedes (San Luis). Ese día, Nilda de García iba caminando cuando al pasar frente a una carnicería vio lo inesperado. Ingresó al comercio y le comentó al carnicero Daniel González si percibía lo mismo que ella.

El carnicero le dio la razón: el rostro de Cristo podía verse sobre una costeleta.

Nilda y Daniel guardaron el objeto y se preguntaron cómo hacer para mantenerlo tal cual estaba. Lo último que se supo sobre esta reliquia cuyana es que González había decidido almacenar la costeleta en un freezer para conservarla mejor.