Geriátrico de Ciudad se defendió de acusaciones: "Tenemos evidencias"
Luego de que la semana pasada trascendiera una acusación contra un geriátrico de la Quinta Sección, los dueños de la residencia ofrecieron una detallada respuesta.
La semana pasada trascendió una denuncia acerca de un geriátrico de la Quinta Sección. La acusación se relacionaba con la supuesta falta de protocolos a la hora de atender pacientes con coronavirus. Sin embargo, a los pocos días las autoridades de esa residencia para adultos mayores salieron a desmentir las versiones, y aseguraron que los métodos con los que trabajan están "a la altura de las mejores entidades de la región".
El propietario del lugar cuenta que "el día 10 de septiembre de 2020 comenzaron algunos abuelos con síntomas compatibles con Covid-19", tras lo cual se comunicó la noticia inmediatamente al director médico y la institución y al técnico en seguridad e higiene.
El hombre continúa: "se activaron los protocolos de bioseguridad con los que se cuenta desde el inicio de la pandemia y que han sido presentados y aprobados en tiempo y forma por las autoridades ministeriales. Se procedió aislando a los abuelos con síntomas y dando aviso al personal del ministerio e infectología solicitando hisopar a los abuelos y el personal. Pero nos adelantaron que de haber positivos no se internaría a nadie por la gran demanda de camas en todos los hospitales y clínicas de Mendoza".
Como respuesta, desde el geriátrico insistieron y solicitaron con urgencia un hisopado general. Por ende, el 13 de septiembre "se presentó una brigada del ministerio de Salud en nuestra institución, hisopando solo a los abuelos". En aquel momento -detalla el entrevistado- las autoridades le dijeron "que se habían quedado sin material para el personal, por lo que no hisoparon a ninguno de los empleados". Sin embargo -aclara- "el gobierno pidió el nombre y DNI de cada uno de ellos para que pudieran ir a hisoparse al hospital Lencinas, y el día 14 hisopamos a todo el personal".
El contexto sanitario genera nuevas rutinas. "Nosotros por cuenta propia desde el mes de agosto implementamos el cambio de horario de trabajo de todo el personal haciéndolos trabajar 7 días 12 horas por 7 días de descanso, para reducir la cantidad de gente que entra a la residencia y disminuir los viajes en servicios públicos", sigue el propietario.
Antes de regresar de sus francos, los empleados se realizan análisis de anticuerpos IgM IgG COVID 19. "De esta manera el viernes -dos días antes de incorporarse en sus puestos- me envían los resultados del personal para saber si se pueden presentar el lunes. Esto es solo una herramienta más para disminuir el riesgo de contagio".
Por otra parte, desde el inicio de la pandemia la residencia suspendió las visitas y las terapias que no fuesen fundamentales. "Aquel día 13 de septiembre, tras seis meses de cuarentena y sin ningún caso hasta el momento, nos avisaron que teníamos 9 positivos entre los residentes", recuerda la fuente.
De esos pacientes, uno requirió internación de urgencia por presentar una hemorragia digestiva alta con descompensación hemodinámica. "En ese momento se decidió dividir la residencia en 2 áreas, una para pacientes positivos y otra para los negativos, a fin de disminuir el riesgo de contagio. También se dividió al personal de atención".
Tras aquellas novedades, la señora Delta Añó, cuya muerte despertó cierta polémica hace unos días, se encontraba entre los casos negativos. "Se la controló de forma continua, al igual que al resto de los residentes, sin que presentara complicaciones y manteniendo contacto permanente con las familias y con epidemiología", dicen desde el geriátrico.
El 18 de septiembre, Añó comenzó con síntomas moderados -un poco de fiebre, saturación-. "Se les avisó a sus familiares y se le colocó un concentrador de oxígeno de otra abuela que no estaba en la residencia y que estaba alquilado por un mes, por lo que la hija de aquella mujer decidió prestarlo". A ello se le añadió un tratamiento con corticoides y broncodilatadores.
"Todo esto lo podemos demostrar con documentos y con mensajes de Whatsapp que enviamos a los allegados, a los médicos y al Ministerio de Salud", apunta el dueño. "La abuela, como figura en su historia clínica, estaba estable".
Luego la situación cambió. "Desde la familia de la señora Añó me dijeron que le habían conseguido una cama en el Hospital Fleming, a pesar de que no presentaba criterios de internación", describe el jefe de la residencia de adultos. "Y no entiendo cómo le dieron una cama a una persona estable cuando del Ministerio siempre nos dijeron que no había lugar en ningún hospital ni clínica y lo poco que podía haber era para casos de urgencia".
Más tarde sobrevino el desenlace. "En el hospital vuelven a hisopar a la señora Añó y se confirma el positivo", subraya el jefe de la residencia. "El error más grande fue sacarla de aquí, ya que de los nueve positivos siete se recuperaron favorablemente y hoy están llevando su vida normal".
El dueño asegura que alejar a la mujer de su su hogar y sus compañeras sin ningún tipo de necesidad "hizo que
en los diez días de internación ella desmejorara y falleciera".

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