Estreno de cine

"Hermanas de los árboles": el poder de conjugar feminismo y naturaleza

Un equipo de cineastas argentinos -entre ellos Victoria Chales, periodista que trabaja en MDZ- viajó a la India para conocer la experiencia de Piplantri. Se trata de un pueblo que descubrió formas nuevas de luchar contra el patriarcado y la desertificación. El registro de una aventura colectiva.

Facundo García
Facundo García domingo, 25 de octubre de 2020 · 07:10 hs
"Hermanas de los árboles": el poder de conjugar feminismo y naturaleza
Asamblea La película retrata cómo las mujeres se están organizando para mejorar su vida y la del pueblo que habitan.
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Rajastán está al norte de la India, cerca del borde con Pakistán. Hasta ahí se fue el equipo de cineastas que rodó Hermanas de los árboles, que se estrenará el próximo 5 de noviembre en la plataforma Cine.ar. El documental cuenta cómo hicieron las habitantes de un pueblo para convertirlo en un bosque donde el nacimiento de cada niña se festeja plantando, precisamente, 111 árboles. 

Victoria Chales -periodista que trabaja en MDZ- estuvo ahí. Y no solo eso: fue la productora ejecutiva del film que dirigieron Camila Menéndez y Lucas Peñafort; una de las artífices de que el equipo se metiera en la intimidad de estas familias que existen a contracorriente de las lógicas extractivistas y antipoéticas que dominan el presente.

Y ahí aparece uno de los méritos de la película: la gracia de comprobar que en la otra punta del mundo, en el mismo día en que el lector esté leyendo esto, hay personas que se levantaron por la mañana intentando que el planeta se convierta en un sitio mejor para todos

En la otra punta del mundo hay amigas por conocer.

La historia

Antes, las mujeres de Piplantri temían parir una hija. Eran consideradas una carga económica. Por eso a las bebas se les ponía una semilla en la boca, para que se lastimaran, se produjera una infección y murieran

Pero en 2005 todo cambió. Un padre, Shyam Sunder Paliwal, perdió a una hija de 16 años y para recordarla decidió plantar un árbol. Luego fue más allá, y se puso a pensar en un modo de celebrar a las mujeres de su pueblo. Así que se dedicó a convencer a todas las familias de la zona. Por cada nena que naciera plantarían 111 árboles.  

En pocos años, la aridez fue reemplazada por el canto de los pájaros y el siseo de miles de hojas mecidas por el viento

Los cambios no se hicieron esperar. En pocos años, la aridez y falta de agua que habían traído las minas de mármol que se extienden por la región se trocaron por el canto de los pájaros, la vuelta de la humedad y el siseo de miles de hojas mecidas por el viento. Y, sobre todo, el machismo imperante fue resquebrajado por una nueva manera de ser mujer, lo que implicó, a su vez, nuevas masculinidades.

Una de las minas de mármol.

Todo esto se adivina en Hermanas de los árboles, desde una cercanía con los protagonistas que nace del lazo afectivo; lejos del "toco y me voy" que caracteriza a las películas de las grandes productoras de documentales. Quien se sume al viaje podrá ser parte de esas asambleas de mujeres en las que se discute sin ninguna falsa ensoñación cómo reparar máquinas, organizar labores o conseguir un sueldo que les dé independencia frente a los maridos.

Verlas es un baldazo de realidad. Ahí está Kala, que quiere tener sus propios ingresos; Bhavari, que se esfuerza por terminar la primaria; o Leela, que se comprometió no solo a plantar árboles en honor a su hija, sino a darle una educación y no obligarla a casarse.

Con una lectura cristalina de las prioridades, la obra muestra la fuerza de cruzar las luchas feministas con el activismo ambiental. Dos vectores potentes, que tienen la capacidad de modificar comportamientos a gran escala, pero también los hábitos personales.

De a poco, Piplantri se está transformando en un vergel. 

Real e inteligente

A la hora de retratar estas biografías acechan varios peligros. El primero es el de romantizar al diferente. La industria cultural está plagada de ejemplos en los que los japoneses son espirituales solo por ser japoneses; los africanos tienen el ritmo en la sangre por haber nacido allá y todos los miembros de los pueblos originarios vienen con el chip de la sabiduría ancestral incorporado. Tal visión, por supuesto, es falsa. Responde más a una inversión de las lógicas colonialistas que a la verdad.

De ahí que el espectador agradezca que entre la lluvia de colores, olores y sonidos que transmite la película, jamás se caiga en esos chichés. Ni el feminismo se transforma en una cuestión de mera genitalidad, ni las verdades brotan del exotismo. No: en Piplantri la gente busca laburo, siente las dentelladas de la pobreza y se pelea como en cualquier barrio de Argentina.

En el fondo, las amigas que deambulan por los fotogramas de Hermanas de los árboles se nos parecen. Allá, como acá, falta mucho por hacer en favor de las mujeres y de la Madre Tierra. Y en el camino nos vamos reconociendo.

Ficha

Dirección: Camila Menéndez / Lucas Peñafort
Producción: Victoria Chales
Co Producción en India: Roopah Barua

Estreno: 5 de noviembre (Hacer click aquí). 

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