Opinión

Desde la ficción, Sam nos enseña a ser más inclusivos

"Atypical", una popular serie de Netflix, muestra la realidad de un adolescente con autismo pero lo hace con una sensibilidad y un humor que es una verdadera lección de tolerancia. Mendoza va en esa línea y ya aprobó una norma que da prioridad de atención en los ámbitos de salud a personas con TEA.

Rubén Valle
Rubén Valle miércoles, 4 de diciembre de 2019 · 06:47 hs
Desde la ficción, Sam nos enseña a ser más inclusivos
Sam, el protagonista de Atypical. Foto: Netflix

¿Quién dijo que las series están ahí sólo para distraernos un rato o permitimos "deswhatsappearnos" por un capítulo o dos? También pueden ampliarnos algunos horizontes de empatía, mostrarnos que todavía la humanidad no colapsa en su propia estupidez

Ubico en este contexto de aprendizaje a una serie que en todo el mundo (no es exagerado el alcance) está ayudando a que las personas con Trastornos del Espectro Autista (TEA) sean cabalmente entendidas y acompañadas. 

El mayor mérito de Atypical, creada y escrita por Robia Rashid para Netflix, es romper con toda corrección política, apelar al humor antes que a la autocompasión y mostrar que el mayor pecado es la falta de curiosidad por el otro, no necesariamente la carencia de sensibilidad. 

Atypical hace foco en la vida de un adolescente de 18 años llamado Sam Gardner (Keir Gilchrist), quien tiene un trastorno del espectro autista y cómo en base a esa realidad orbitan su mundo (el hogar, la escuela, un trabajo) sus padres, su hermana, su novia y su mejor amigo. 

Con tres temporadas y seguramente una cuarta en camino dada la buena respuesta que cosechó, la serie desmonta mitos y prejuicios para confirmar un malentendido recurrente: por ignorancia complicamos aún más la vida de quienes padecen algún tipo de discapacidad.   

La cita a esta ficción estadounidense no es casual. Da contexto a un necesario y bienvendido cambio de actitud. En Mendoza, ese "reseteo" se tradujo en una norma aprobada por el Senado que establece que las personas con TEA sean atendidos con prioridad tanto en hospitales y centros de salud como las áreas sanitarias de los municipios. Se busca evitarles situaciones de irritabilidad o empeorar los síntomas. Situaciones de estrés que los terminan sacando de su lógica habitual. 

En sintonía con políticas y acciones que hagan realidad la mentada inclusión, la propuesta de las senadoras Gladys Ruiz y Laura Contreras, quien apunta un dato de la realidad: “Si como Provincia no podemos financiar que exista un espacio especial para destinar a que estas personas esperen su atención, (esta norma) será una buena solución para que se proteja el derecho de aquellos que se encuentran más vulnerables”.

Este capítulo legislativo, que podría quedar en lo anecdótico, reducido al sector específico de quienes padecen TEA, es claramente aplicable a otras tantas caras de la discapacidad. Pero el círculo virtuoso se puede completar con legisladores que se hagan eco de las demandas de la sociedad y le den forma a leyes que le hagan la vida más simple, más humana, a aquellos a los que todo les cuesta el doble. Los Sam que, pese a las piedras en el camino, también pueden ser felices. 

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