Presenta:

Apareció la firma más antigua de Cervantes

Se encuentra en un documento judicial de la ciudad de Valencia, fechado el 8 de noviembre de 1580, como testigo en una investigación por la desaparición de un pescador.
453965.jpg

Un documento con la firma del escritor Miguel de Cervantes fue encontrado en el Archivo del Reino de Valencia, con la particularidad de que no se refiere a sus trabajos por los pueblos andaluces sino a una historia judicial novelesca.

El hallazgo lo realizó el archivero Jesús Villalmanzo -quien publicó documentos sobre Joanot Martorell, el autor del "Tirant lo Blanch", y "Ausias March"-, en el curso de sus investigaciones sobre fray Juan Gil, el trinitario que redimió a Cervantes.

Se trata de una declaración judicial realizada por Cervantes ante la Justicia Criminal de Valencia, informó el diario español ABC citado por la agencia argentina Télam. Se debe a su condición como testigo en una investigación por la desaparición de un joven pescador valenciano de 22 años, Jeroni Planelles. Debido a que nadie sabía sobre su paradero, o si estaba vivo o muerto, Cervantes se presentó a declarar, instado por otros pescadores locales, debido a que había sido liberado recientemente de un largo encarcelamiento en la ciudad de Argel, donde se sospechaba que Planelles podría estar escondido.

El documento está muy bien conservado, por ello se estima que nadie lo consultó desde que finalizó el pleito, en 1581. Está escrito en lengua valenciana: así­ se hací­a entonces, en los tribunales de la ciudad; también incluye algunas fórmulas jurí­dicas en latí­n.

Las preguntas a Cervantes y sus respuestas se hicieron en castellano; luego, el escribano lo tradujo todo al valenciano. Poco después, Cervantes leyó y firmó su declaración.

Conviene recordar que el escritor tuvo trato, en Argel, con soldados y comerciantes valencianos, que hablarían en su lengua materna. Y, en el "donoso escrutinio" de la biblioteca de Don Quijote (I, 6), elogia enormemente el realismo del "Tirant lo Blanch", escrito en esa lengua:

"¡Válame Dios! -dijo el cura, dando una gran voz-. ¡Que aquí esté Tirante el Blanco! (...) He hallado en él un tesoro de contento y una mina de pasatiempos (...) Dígoos verdad, señor compadre, que, por su estilo, es éste el mejor libro del mundo: aquí comen los caballeros y duermen y mueren en sus camas y hacen testamento antes de su muerte, con estas cosas de que todos los demás libros de este género carecen".