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Vivir con discapacidad no debería ser una condena

El veto presidencial a la ley de emergencia expone una violencia silenciosa: la del abandono estatal, y un llamado al Congreso.

La prevención no se limita a castigar. Implica anticiparse al daño, construir redes de apoyo, garantizar derechos.

La prevención no se limita a castigar. Implica anticiparse al daño, construir redes de apoyo, garantizar derechos.

Archivo MDZ

La criminología tradicional analiza delitos visibles: robos, agresiones, homicidios. Pero existen otras formas de violencia, más silenciosas, menos escandalosas, aunque igualmente destructivas. El veto presidencial a la ley de emergencia en discapacidad no es solo un desacuerdo legislativo ni una medida fiscal. Es una omisión deliberada que condena al abandono a miles de personas y sus familias.

Cuando el Estado se vuelve un factor de riesgo

El Estado tiene el deber de proteger a quienes más lo necesitan. Cuando decide retirarse, no queda en una posición neutral: se transforma en un agente de riesgo social. Las personas con discapacidad requieren apoyos concretos: terapias, acceso a la educación, inclusión laboral. La falta de respuestas no es una omisión técnica: es una forma de violencia estructural. El veto no solo interrumpe servicios vitales. Comunica, simbólicamente, que esas vidas no importan lo suficiente.

La trampa del “costo cero”

Se ha argumentado que la ley vetada era de “costo cero”. Pero eso es una falacia peligrosa. Porque lo que el Estado deja de financiar, termina cayendo sobre los hombros de las familias, de los profesionales precarizados y de una sociedad que se deshilacha en su empatía. Desde la criminología crítica, debemos preguntarnos: ¿quién paga realmente el precio de la omisión? La respuesta es clara: los más vulnerables.

discapacitados
El Estado tiene el deber de proteger a quienes más lo necesitan.

El Estado tiene el deber de proteger a quienes más lo necesitan.

Invisibilizar también es violentar

Negarse a debatir una ley que busca proteger a un colectivo históricamente marginado es, en sí mismo, un acto de invisibilización. No ver, no actuar, no legislar: todo eso también duele. La omisión no solo perpetúa desigualdades, las profundiza. Y nos recuerda que, para ciertos sectores del poder, hay vidas que valen menos.

Prevenir es estar presente

La prevención no se limita a castigar. Implica anticiparse al daño, construir redes de apoyo, garantizar derechos. La seguridad se edifica también con justicia social. Y eso incluye a las personas con discapacidad, que no pueden seguir siendo excluidas del diseño de las políticas públicas. Un Estado que no cuida, no previene. Solo posterga el daño y expone a los suyos.

Cuando el silencio también delinque

El veto no es solo un trámite. Es un mensaje contundente: “Tu vida no es prioridad”. Esa forma de violencia simbólica, disfrazada de decisión administrativa, debería estremecernos. Porque la verdadera crueldad no siempre se expresa con gritos. A veces, simplemente, se firma en silencio.

* Lic. Eduardo Muñoz. Criminólogo. Divulgador en Medios. Análisis criminológico aplicado a temas sociales de actualidad y seguridad.

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