Trump es Trump: ¿por qué esperar algo distinto de lo que dijo cuando en realidad tiene razón?
El presidente de los Estados Unidos elige sus aliados y no hay razonamiento que pueda oponerse a eso. Tras la paz en Medio Oriente y la negociación entre Rusia y Ucrania su poder actual no tiene comparación con otras épocas. El problema no es Trump, sino la Argentina.

Trump es Trump. Nada va a hacer cambiar el estilo del presidente de los Estados Unidos, por más buena voluntad y apoyo estratégico este decidido a dar a la Argentina gobernada por Javier Milei. Las frases (no fue una sola) que Donald Trump dijo durante la conferencia de prensa del martes en la Casa Blanca y que generaron una nueva tormenta en el mercado son la expresión más acabada de ese estilo presidencial. No había que esperar otra cosa.
La explicación que buscaban muchos en Argentina al fenómeno vivido durante la jornada con una caída de acciones y bonos que parecía imparable en medio de sorpresas y convulsiones es más que simple y evidente. Hay que alejarse un poco de las conveniencias políticas de todos los sectores y de las presiones de un mercado que está actuando al rojo vivo y en especulación pura desde hace tiempo para entender sin problemas lo que sucedió en Estados Unidos.
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El presidente de Estados Unidos tomó la decisión y le ordenó a su secretario del Tesoro, el ahora famoso Scott Bessent, de apoyar a Javier Milei con asistencias y gestos inéditos en la historia de relación de ambos países. ¿Por qué lo hace? Por varias razones, entre ellas su decisión estratégica de evitar que Argentina se convierta en otro aliado de la izquierda en América Latina, pero sobre todo porque quién está a cargo del Gobierno es alguien a quien identifica como propio.
Es así de simple ¿o alguien puede pensar que Donald Trump ordenaría asistir a una Argentina gobernada por Cristina Fernández de Kirchner? La definición del estadounidense fue lapidaria y al mismo tiempo muestra de una realidad imposible de cuestionar lógicamente.
Esa definición, además, viene de un mandatario que está en lo mas alto de su vida política, con un regreso a la presidencia de los Estados Unidos que toma como una revancha histórica y un reconocimiento, tras haber negociado una paz que aun parece imposible en Medio Oriente con el regreso de los rehenes tomados por Hamás a Israel.
Nadie duda que Donald Trump hoy cree que es el amo del mundo y que al menos media humanidad está convencida de eso. Interviene en guerras, las frena o las acelera con un llamado telefónico, tiene a todo el Departamento de Estado y la CIA negociando y haciendo política por el mundo como hace décadas no se ve en un gobierno de Washington. De hecho, este jueves recibe a Ucrania en la Casa Blanca para seguir presionando sobre Vladimir Putin en esa guerra.
Trump esta convencido de su poder y no va a frenar. En estos términos Argentina, aun como aliado, es un pequeño tema dentro de su tablero. Y en nuestro caso el problema no es Trump, sino nosotros mismos y nuestra inestabilidad que no termina.
Que el mercado haya reaccionado como una montaña rusa ante la frase "si pierde, no vamos a ser tan generosos con Argentina", no es otra cosa que una muestra más de nuestra debilidad. Al Gobierno de Milei le falta mucho camino por delante cuando la fatiga social comienza a ser evidente. Eso es un peligro para sus reformas que, por otra parte, comenzaron a frenarse ya desde el año pasado. A la poca atención de Economía sobre los problemas de la economía real hay que sumarle las dudas sobre las recetas macro que se aplican. Nada es casual en los movimientos de un mercado que, además, esperaba algunos anuncios desde Washington sobre acuerdos comerciales y el swap que finalmente no se hicieron. Hoy el equipo económico seguía negociando en la capital estadounidense.
El presidente de Estados Unidos dijo también que tenía encuestas que lo daban como ganador a Milei en las elecciones de medio término. Esos datos se los llevaron desde Buenos Aires y no fue la delegación presidencial las que los aportó, sino que estaban en Washington desde antes. Sobre esas bases opera el gobierno estadounidense y así actuó Trump.
El problema es que en Argentina la incertidumbre aun es enorme. La mayor fortaleza de Milei quizás siga siendo la misma que lo llevó a ser presidente de la Nación casi sin conocimiento del electorado: el miedo al regreso de los 20 años de kirchnerismos. Lamentablemente para Milei, ese sigue siendo el motor esencial de buena parte de su electorado. Si en Argentina el votante piensa así ¿por qué le exigimos algo distinto a Trump?