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Mucho más que una elección: qué hay detrás del pacto Cornejo - Milei y la crisis del gas

El acuerdo Milei - Cornejo tiene implicancias institucionales. La crisis del gas y el lobby del Gobernador para un proyecto puntual. Ruidos.

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Hay ruido; gritos e insultos. La estrategia morfológica que tienen en su discurso quienes conducen la política Argentina hoy tuvo su clímax en el vergonzoso escándalo del Congreso, pero está colmada de ejemplos emanados desde el púlpito presidencial. Ese enorme ruido, deja pasar hechos de la realidad que pasan como susurros. Los gritos aturden; la realidad abruma. En una semana en la que las metáforas quedaron de lado, el frío polar que vivió Argentina se traslució a la vida cotidiana: crisis energética en el país de Vaca Muerta; desacuerdo entre las provincias y la Nación por el reparto de recursos y un fallo judicial que, más allá de sus consecuencias, resume gran parte de la historia reciente de la política nacional.

Hilar fino en esa realidad sirve para entender que la negociación que lleva adelante Alfredo Cornejo con Karina Milei para hacer una alianza es mucho más que un pacto electoral. En una provincia donde lo político y lo institucional están amalgamados, el futuro cercano de la provincia está atado también a las voluntades de quienes negocian cargos en una lista para las elecciones de octubre. También solo en ese contexto se entiende el silencio y la parsimonia del Ejecutivo local ante los avances de la Nación, que se niega a transferirle a la provincia los recursos que le corresponden y, en cambio, cede responsabilidades. Ocurrió con las obras en rutas nacionales, con todos los programas educativos, de salud y hasta en los ATN que por contingencias corresponderían. Más daño institucional le hará con el ninguneo a la industria madre de Mendoza, con la disolución del INV.

El pacto Cornejo - Milei es mucho más que un acuerdo electoral, pues también puede redefinir o confirmar la forma de vincularse entre la Nación y la Provincia.

Apagón

El Gobierno local decidió cubrir las carencias de la Nación con recursos provinciales. Las quejas de los ministros quedan en los pasillos de calle Peltier, mientras Cornejo negocia un futuro político de cortísimo plazo con Milei. En ese pacto hay cargos, espacios en las listas; pero una idea inamovible: la desregulación del federalismo. En otras palabras, dejar a las provincias libradas a su suerte.

El apagón de gas que sufrió el país tiene una repercusión mayor a la que se denota. Argentina es un país altamente dependiente del gas, pues es el principal insumo usado para generar energía eléctrica en las usinas térmicas, que debieron sustituir combustibles; al tiempo que industrias, comercios y viviendas se quedaron sin gas. La paradoja de tener una de las reservas de gas no convencional más grandes del mundo y convivir con una crisis energética profunda ayuda a la economía del lenguaje. Mendoza sufrió más por el desequilibrio en su canasta energética.

El gas lo regula la Nación y sobre esa competencia descansó el Gobierno. Solo así se entiende el extraño silencio del Ejecutivo que hasta tiene un Ministerio de Energía, pero no logra que Distribuidora de Gas Cuyana tenga oficinas en Mendoza, invierta y dé respuestas; menos aún que TGN amplíe su capacidad de transporte hacia esta región, claro. La electricidad, el principal insumo para reemplazar la falta de gas para calefaccionar, tiene en Mendoza un costo elevadísimo respecto a otras jurisdicciones. Como ya se ha explicado, las distribuidoras de la provincia tienen tarifa plena en cuanto al valor agregado de distribución y por eso las boletas se han engrosado mes a mes. La desigualdad de Mendoza se nota en el acceso a la energía, pues hay zonas en las que 8 de cada 10 hogares no tienen gas. Incluso puertas adentro de los barrios residenciales también hay dificultades cuyo reconocimiento le genera vergüenza a quienes no están acostumbrados a estar marginados: viviendas con comodidades potenciales que dejan de usar o tienen cortados los servicios.

El problema es más profundo y lo saben quienes alguna vez vieron pasar ideas de inversión que quedaron abortadas por falta de disponibilidad de energía.

El gobernador Alfredo Cornejo estuvo en Brasil durante el pico de la crisis del gas, en su plan de lobby para atraer inversiones hacia Potasio Río Colorado. Esa mina ubicada en Malargüe es propiedad de Minera Aguilar, del grupo Integra que lidera José Luis Manzano. La compañía tiene bajísimo perfil, mientras Cornejo busca inversores para que ese negocio se concrete y, además, lidia con las contingencias que tiene. Una de las principales es, justamente, la energía: PRC necesita gas para producir. El proyecto original que diseñaron Río Tinto y Vale requería un volumen de gas igual a todo el consumo de Mendoza. El plan actual es mucho más humilde pero el gas se necesita igual y en cantidades.

Antes de que se firme el contrato había un supuesto acuerdo entre Minera Aguilar e YPF para acceder al recurso. La otra YPF, claro. Algo similar pasa con la electricidad, insumo clave que la Provincia se comprometió a financiar. La otra enorme duda es la logística, pues está planteado que el potasio salga por tren. En el contrato se explicita que el Gobierno hará buenos oficios para facilitar lo que esté a su alcance. Cornejo hace los deberes.

Aseguran en el Ejecutivo que hubo buena recepción; que Brasil demanda el mineral y que hay avances. La competitividad de sacar y trasladar el potasio desde Malargüe hasta el corazón productivo de Brasil parece una quimera en una provincia que tiene el 80% de sus rutas de ripio. La voluntad política puede mover montañas, según creen en el Gobierno. Minera Aguilar debe producir potasio este año, a una escala testimonial, pero tangible. Cornejo, que en su mente cree que el proyecto podría ser vendido a otras empresas en el mediano plazo, es el principal lobista.

La fecha límite para decidir sobre el futuro político de cortísimo plazo para el oficialismo se acerca. Lo que siga es de una enorme incertidumbre, incluso para el principal protagonista; Alfredo Cornejo. El Gobernador tiene habilidad política y una larga experiencia en alianzas eclécticas.

El problema es la imprevisibilidad de Milei y su gobierno. Esa forma de ser ha generado en Cornejo más estupor que reacción. Por eso quizá el silencio ante los avances de Milei. En su gestión anterior, el Gobernador era aliado explícito del presidente Mauricio Macri. Esa relación creció por conveniencia mutua. Aún así, Cornejo planteó diferencias, objeciones y quejas. El propio Macri lo resaltó al mirar su gestión desde el espejo retrovisor: recordó cómo Cornejo cuestionó y presionó por las tarifas del gas. Cornejo le dijo a Macri todo lo que quizá ahora calla con Milei.

Una de las diferencias puede ser que el fundador del Pro tenía alguna relación de lealtad, un pacto político y una visión institucional que permitía una permeabilidad diferente. La reactividad de Milei parece paralizar o, quizá, que los reclamos que surgen desde Mendoza sean tímidos susurros en medio del ruido con el que se elige conducir al país.