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Idas y vueltas, la incertidumbre con Milei y el enigma Petri

Los giros políticos del oficialismo, la mirada externa y la incertidumbre sobre el acuerdo político. Cómo juega Petri.

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El principal proyecto productivo que el gobierno busca que se concrete es San Jorge, la mina de cobre ubicada en Uspallata que puede abrir “la era del metal rojo” en Argentina. Claro, los tiempos en los que los funcionarios locales quieren que se ejecute van a contramano de la media en esa industria. Ese proyecto tiene varias ventajas respecto a otros, pero también particularidades que hacen a la idiosincrasia política local. Entre las instalaciones que están bajo análisis ambiental hay un predio de más de 50 hectáreas donde habrá una escombrera con más cobre del que se va a extraer. Es la “escombrera de óxidos”, el cobre más buscado y que tiene como método de producción la lixiviación, que demanda el uso de sustancias químicas que en Mendoza están prohibidas para la minería. Esa montaña de escombros “ricos” quedará allí, latente, y es considerada una pérdida para hoy, pero puede ser un “ahorro para mañana”, si es que, como pretenden en la industria minera y también varios referentes del oficialismo, se modifica la ley 7722 para permitir las técnicas hoy prohibidas.

Es un cantar de largo plazo, pero no alejado de los planes para que el modelo minero que planean ejecutar sea sustentable económicamente en el futuro. Antes que flexibilizar el uso de sustancias químicas, en la cabeza del Ejecutivo está adherir al “voto Adaro”, es decir que los proyectos mineros metalíferos no necesiten aprobación legislativa. Las empresas mineras senior son las que creen que difícilmente pueda haber inversión real con la ley vigente.

Pensar que en un futuro se reimpulse un cambio en la ley no es descabellado, pues no solo ya ocurrió, sino que la visión de quienes administran los recursos naturales de Mendoza es tan contradictoria como el propio recorrido de la promoción y control de la minería en Mendoza. La ley fue sancionada en 2007, tras el veto de otra norma que era prohibitiva, con el impulso de muchos dirigentes que hoy están en el oficialismo. En la Suprema Corte el Poder Ejecutivo la defendió legalmente, pero desde la política la cuestionan en cuanto lugar pueden, a pesar de la unanimidad a la hora de levantar la mano. Lo que se deslegitima, en definitiva, es el propio Estado que tiene defensores culposos. Algo similar ocurre con el uso del agua en zonas prohibidas: Irrigación firmó, por ejemplo, la anulación de los usos ilegales de pozos de agua, pero se promocionan las inversiones ejecutadas en base a ese recurso mal habido.

Idas y vueltas

El propio proyecto San Jorge fue bochado en 2011 y hoy parece encaminarse a ser avalado por quienes lo cuestionaban, aún cuando no hay cambios sustantivos en el plan de acción. En un plano general, sin tener en cuenta los matices de la política vernácula, las idas y vueltas pueden marear. Por eso llama la atención los discursos en los que se alude a cierta pérdida de tiempo, poniendo ese concepto fuera del alcance del oficialismo actual, que desde Iglesias a Cornejo por dos ha gobernado en 5 de los últimos 7 períodos.

La minería no es el único caso, pero sí el más notorio en cuanto a las idas y vueltas. Ocurrió, como se ha repetido, con la política de transporte, cuando siendo oposición el radicalismo obstruyó el desarrollo del Metrotranvía creado por Julio Cobos y ahora lo reimpulsa rompiendo las mismas obras que habían construido para obstaculizarlo durante la gestión de Paco Pérez. También se modificó la visión sobre la gestión de empresas vinculadas a concesiones públicas, pero allí dentro de la propia gestión: de la amenaza con quita de concesiones, a la resiliente modificación de contratos, como ocurrió con EDEMSA, y al amable acompañamiento para dejar concesiones, como ocurre con YPF. El recuerdo de esos giros vienen a cuento de contar que la gestión del oficialismo es menos previsible de lo que se creen, aún con un gobernador que está acostumbrado a los procesos: Cornejo suele ejecutar medidas pensando más en el resultado que en las formas, en las consecuencias que en el anuncio. La lista de recálculos, por usar un eufemismo, podría seguir pero el ejemplo político más latente es el viraje político del oficialismo local para subordinar su estrategia a la de Javier Milei y su equipo.

Haciendo oídos sordos a los insultos explícitos Milei, Espert y ese grupo ejecutaron hacia la figura de Alfredo Cornejo y, más aún, a los prejuicios que había antes de que Milei asumiera toda la energía policía del oficialismo está puesta en que haya acuerdo. Lejos, también, de pensar en el proceso a larguísimo plazo, la urgencia electoral los guía hacia la búsqueda de un acuerdo que, dicen, “no será a cualquier precio”.

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Javier Milei y José Luis Espert, el día en que insultaron a Cornejo.

Javier Milei y José Luis Espert, el día en que insultaron a Cornejo.

Ese vínculo se cuece a fuego lento; más lento de lo esperado. No está caído, aseguran en el oficialismo, y toman algunos guiños favorables, como la visita de Juan Paso y el paso fugaz de Facundo Correa Llano, el dueño del sello pero no del liderazgo en La Libertad Avanza mendocina. De hecho, el legislador nacional la ve pasar. Toda la negociación depende y pasa por Karina Milei y “Lule” Menem en el oficialismo nacional y por Alfredo Cornejo en el radicalismo local. El plazo que era extensísimo cuando se inició el coqueteo, comienza a acotarse, con mediados de julio como hito imposible de obviar. El 16 de julio es el límite. No acordar podría implicar hacerle frente a un contexto electoral muy adverso para Cambia Mendoza en octubre y elecciones provinciales de medio término desdobladas por primera vez. Ese escenario es el que menos tienen en mente los cornejistas.

Alguien que mira de costado porque no participa ni influye en ese acuerdo es Luis Petri. El accionar futuro del ministro de Defensa, que quiere ser candidato a Gobernador para suceder a Conejo, es un enigma. Es radical de “comité”; pero aseguran en su entorno que está dispuesto a dar un salto a LLA si alguno de los Milei se lo pide. Soldado de la causa libertaria, obedecerá lo que el “Jefe”, Karina, o el Presidente, Javier, le digan. Incluso, claro, ser candidato a diputado nacional en octubre, que es la última opción. Para los seguidores de Petri el acuerdo con Cornejo “no está tan cerrado”, pero no influyen en la negociación. Sí buscan permear en una estructura compleja; la de Cambia Mendoza. Es que el propio Ministro tiene dificultades para influir en quienes a futuro pueden ser aliados en la pelea por la candidatura a gobernador, como los intendentes no cornejistas. Los radicales se cerraron en la orgánica partidaria y no permitieron que Petri avance como quería, es decir sin estructura pero con la inercia que creía tener por las PASO de 2023 y la buena relación con la estrella del momento: Javier Milei.

Los movimientos de Petri inquietan, molestan en el oficialismo mendocino porque es el dirigente menos dependiente de su propia estructura. Al desearle el “mal”, caen en una paradoja curiosa: creen que su futuro político está atado al éxito o fracaso de Javier Milei, con quien se quieren aliar y, por lo tanto, no pueden desearle que le vaya al. Pero el Ministro de Defensa tiene sus propias dificultades internas de gestión, como ocurre con la inmanejable obra social de la casa militar. La salida de Roberto Fiochi volvió a hacer ruido por los problemas para conducir el “pago chico”, es decir la administración del Ministerio. La obra social tiene una vida política interna compleja, con altísima influencia de generales en actividad y retirados. Ya lo había sufrido Oscar Sagás, tras haber ejecutado una auditoría interna que puso en evidencia manejos raros dentro de la obra social. Y ahora fue eyectado Fiochi, quien es mano derecha de otro mendocino en ascenso: el secretario de Transporte Luis Pierrini. El exfuncionario del Iosfa trabajó en la conducción de Triunfo Seguros, la empresa de Pierrini, por más de 25 años y todo indica que allí volverá tras algunos tropiezos en su aventura política.