El INTA ante el nuevo paradigma
Un INTA transformado en tecnología y de cara al futuro podría tener valor, pero necesita modernizase y eso requiere de una férrea voluntad política.

El INTA fue clave en el desarrollo agropecuario contribuyendo al conocimiento y desarrollo de la tecnología.
Archivo MDZEl INTA fue clave en el desarrollo agropecuario contribuyendo al conocimiento y desarrollo de la tecnología, pero pasaron más de 70 años desde su creación y el paradigma cambió por lo que hoy se encuentra fuera de tiempo producto de un mix de rigidez institucional, prácticas burocráticas, falta de controles y superposición de áreas, funciones y empleados.
Para peor, y como ocurrió en la administración pública, la falacia destructiva del Estado empleador lo convirtió en centros de empleo militante que pagan todos los argentinos donde el mérito no tiene valor.
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Así, se desdibujaron quedando aislados de las transformaciones del sector y la sociedad argentina, aunque dentro de ellas, existen excelentes profesionales y trabajadores que conviven con esta lamentable realidad, ya que la lógica estatista solo produjo: centralización de políticas tecnológicas; reproducción de estructuras jerárquicas; baja apertura a cambios externos; dependencia de presupuestos públicos; ausencia de indicadores de impacto y performance y desarticulación con actores clave como pymes, universidades y centros de desarrollo.
La politización realizada por todos los gobiernos normalizó el empleo militante
Directivos designados sin idoneidad o que demostraron ineptitud para el cargo; desgaste del prestigio científico; y desvíos hacia objetivos ideológicos; todo lo que se tradujo en ineficiencia y/o corrupción. Esto, de la mano de la desconexión con la sociedad agroindustrial moderna lo que redujo las publicaciones científicas de temas útiles y representativos, y cada vez más débil articulación con startups agritech y la agricultura 4.0.
El conjunto de suma negativa logró un cóctel explosivo q recibe críticas de todo tipo y la pérdida de competitividad frente a universidades, centros de I+D y empresas del sector privado, que son quienes naturalmente hacen investigación y desarrollo a su propio riesgo.
Con el diagnóstico y la convicción ciudadana generalizada sobre reformular el Estado para adecuarlo a sus funciones naturales, surgen líneas para una transformación profunda del INTA y otros como Senasa e Inase, relacionadas con: profesionalización del ingreso e idoneidad de RRHH; concursos transparentes; actualización de la misión; líneas de investigación acordes al paradigma vigente; incorporación de referentes del sector privado y la academia; consejos asesores integrales; apertura a iniciativas de agritech, cooperación internacional y alianzas público-privadas. Pero para darle sostenibilidad al proceso, la clave es: evaluación independiente y periódica del impacto social y económico; rendición de cuentas y transparencia demostrable.
La pregunta es si puede el INTA ser útil en un contexto de cambio cultural
Lo que llevaría a una acelerada transformación tecnológica, fuertes modificaciones agroclimatológicas y exigencia de transparencia y eficiencia productiva.
Primero es necesario romper la inercia burocrática de ineficiencia para poder evaluar como recuperar credibilidad y construir alianzas estratégicas con el ecosistema agroindustrial. Solo entonces, y luego de un proceso de reingeniería que modernice y adecúe la institución rescatando los valiosos recursos humanos mayoritariamente desaprovechados y desmotivados, podremos imaginar un INTA abierto e innovador que pueda crear valor para la nueva Argentina.
Como aporte para intentarlo, postulamos recomendaciones concretas:
Profesionalización del capital humano
- Concursos públicos de antecedentes y oposición; transparencia y mérito.
- Despolitizar y seleccionar con base en formación técnica y científica.
- Promover la capacitación permanente con planes y evaluaciones.
Rediseño institucional orientado a resultados
- Racionalizar la planta y establecer indicadores de performance y resultados.
- Cultura de rendición de cuentas y evaluación externa.
- Líneas de trabajo concretas, útiles y representativas.
Sinergia público-privada como eje articulador
- Alianzas estratégicas con cooperativas, empresas, universidades y startups.
- Relación con incubadoras para acompañar proyectos y escalarlos.
- Vínculos con organismos internacionales de I+D.
Recuperación de legitimidad social
- Comunicación concreta que rinda cuentas.
- Potenciar la extensión y los esquemas de gobernanza.
Apertura tecnológica
- Inteligencia artificial, sensores remotos, blockchain, big data, etc.
El campo demanda soluciones con sostenibilidad y ello se integra con management, rentabilidad, innovación y tecnología aplicada.
Argentina tiene todas las condiciones para ser un referente mundial creíble en alimentos y tecnología agropecuaria, poniendo el conocimiento al servicio del desarrollo con equidad.
Una transformación desde un cambio cultural interno pasando del asistencialismo y burocracia a la lógica de performance y transparencia, y esto es apertura institucional, medición de resultados e integración con el ecosistema agroindustrial.
* Francisco María Pertierra Cánepa- Profesor Ucema.