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Educación: el pacto que Mendoza necesita y todos esquivan porque no es popular

Los alumnos de Mendoza se "sacaron mala nota", pero los problemas en la educación están en otro lado. Por qué hay dificultades para que haya un "pacto para cuidar el aula". Datos y contexto.

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Se sienta, recibe las indicaciones y comienza ese proceso virtuoso de aprender. Antes, claro, para ese niño de 11 años hubo una carrera de obstáculos para llegar a la puerta de la escuela Cerro de la Gloria, ubicada en La Favorita y que recibe alumnos que viven en el circuito El Challao o Papagayos. “Lo llevo caminando todos los días. Los días que puedo”, explica su madre que, con pudor, cuenta algunos de los problemas que tiene para conseguir útiles, alimentos, tecnología, vestimenta, logística y, sobre todo, energía propia para que sus hijos puedan estudiar. “No está fácil”, resume la mujer que en pleno domingo ya está en la previa para arrancar una semana más. “La escuela es lo más importante para mí. Para que no pasen las necesidades que tuve yo”, dice la joven que además remarca que “puertas adentro” de la escuela “es bueno lo que pasa”. Fue noticia; fugaz: en Mendoza y el país los niños tienen dificultades y “se sacaron mala nota” en las pruebas Aprender.

En el enfoque del tema hay algo que puede pasar por error, pero es más un traslado de culpa (como diría un psicólogo) o, para decirlo en términos lingüísticos, un mal uso de los pronombres, que es aún menos ingenuo. Decimos: los niños y adolescentes no aprenden. Los niños y adolescentes no saben leer, no pueden resolver operaciones matemáticas sencillas. Donde dice “ellos”, debería ser “nosotros” (adultos, familia, escuela, gobierno). Donde dice “no aprenden”, debería decir, “no logramos darle las herramientas, recursos, contexto y tranquilidad” para que aprendan. Donde dice “no entienden lo que leen”, también deberíamos decir “no logramos que entiendan lo que leen”. Justamente, se trata de niños y adolescentes que, bajo responsabilidad adulta, son chivos expiatorios ideales que arrastran una mochila pesada de prejuicios, estigmas y, sobre todo, dificultades. En Mendoza, por ejemplo, más del 60% de los niños y adolescentes viven en hogares sin recursos económicos suficientes para poder desarrollarse.

En Mendoza no se ha logrado que el 54,9% de los alumnos del secundario superen los aprendizajes mínimos en matemática, según las pruebas Aprender y, además, hubo un retroceso marcado, pues en 2019 ese porcentaje (de alumnos “con mala nota”) era del 36% y en 2022, tras la pandemia, del 50%. Como se trata de adolescentes del nivel medio, es un diagnóstico que trasciende a las escuelas en el futuro inmediato: son los jóvenes que en los próximos años se sumarán al mundo del trabajo, aspirarán a una carrera universitaria y comenzarán su vida como adultos. Del otro lado, claro, vuelven los problemas de pronombres: los jóvenes llegan con muchos problemas de formación. Debería decir: no logramos darle las herramientas y el contexto para tener adultos formados. Los problemas se potencian entre jóvenes que asisten a escuelas rurales y también hay diferencias entre quienes están en escuelas de gestión pública o privada aunque, advierten desde la DGE, se ha notado un retroceso más marcado en escuelas pagas.

Los datos son relevantes y duelen. Mucho más al tener en cuenta un concepto instalado: el deterioro de la educación y el impacto de la educación pública como proceso para ir contra las desigualdades, mejorar la calidad de vida y sembrar un futuro mejor. Si en las últimas décadas en Argentina más de un tercio de la población quedó marginada de la formalidad laboral, económica y con problemas de acceso a herramientas para tener una mejor calidad de vida, ese deterioro se traslada a las aulas. Solo un cuarto de las escuelas de Mendoza tienen poblaciones estudiantiles donde conviven alumnos provenientes de hogares con bajos y altos ingresos económicos, según un informe realizado por Argentinos por la Educación. "La segregación escolar por nivel socioeconómico (NSE) se refiere a que los grupos de estudiantes de distinto origen social se distribuyen de manera desigual entre las escuelas. Es decir, que los alumnos más vulnerables tienden a concentrarse en ciertos establecimientos, y los más favorecidos, en otros. Los resultados hallados en este informe revelan que este es un fenómeno de gran magnitud en nuestro país", explica ese informe. Los resultados de desempeño son peores entre los alumnos que viven en hogares y barrios con dificultades económicas. El propio informe de la Secretaría de Educación, elaborado durante la gestión Milei, advierte que las dificultades son mayores para niños que viven en hogares con carencias económicas y de herramientas (como libros y computadoras) y en los que sus padres han tenido bajo nivel de educación. "Las mayores brechas de desempeño se observan al considerar algunas de las variables que dan cuenta del nivel socioeconómico de los hogares, corroborando uno de los aspectos sobre lo que más se ha tematizado en el análisis sobre factores asociados al desempeño académico", dice el informe del 2025 sobre las pruebas Aprender .

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Estructura y recursos

Mendoza tiene una estructura educativa robusta y hoy, por ejemplo, el ministerio del área tiene polifunciones para abordar de manera integral el tema. Los datos sobre matemáticas los intuían y por eso, explican, este año hay políticas puntuales para reforzar esos conocimientos. Algunas de esas líneas de trabajo dieron resultados en lengua, donde hay mejores indicadores que algunos años atrás. En las mismas pruebas Aprender los datos mejoraron.

Los resultados suelen escandalizar pero la atención dura hasta el siguiente posteo dramático en redes sociales. La Educación está en el cuarto orden de prioridades de preocupaciones ciudadanas y cayendo: solo el 27% de los mendocinos lo considera prioritario. Nadie gana elecciones con ese eslogan, pues el voto responde más al bolsillo que al conocimiento; mucho más a la realidad que a la proyección a futuro.

Por eso no es casualidad que dirigentes que están en contra de la educación pública hayan tenido excelentes resultados electorales en zonas donde la escuela es, quizá, el mejor sitio del lugar donde viven. Por eso también no hubo reacción ante el año de menor inversión en educación: solo el 0,88% del PBI. Mendoza, por ejemplo, dejó de recibir recursos para programas como Mejoramiento de la Calidad, Conectar Igualdad, Fortalecimiento territorial y debió suplir con recursos propios esas carencias. A pesar de los discursos, no hay ningún dato empírico que contradiga que la educación no sea una herramienta de mejora.

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En medio de los vaivenes discursivos y políticos hay dudas sobre si hay condiciones para firmar un “pacto para cuidar al aula”, es decir para ponderar a la educación como eje troncal del presente y futuro de Mendoza. Hay, claro, un contexto político particular. El microcontexto político indica que es más relevante ponderar los hechos de mejoras viales, que la construcción de escuelas. Por eso los intendentes de Mendoza están alerta para morder recursos de los 1.023 millones de dólares que Mendoza tiene ahorrados en función de obras "visibles"; pero son reacios a tomar responsabilidad en temas menos "sexis" como la educación. Más aún, rinden más los operativos policiales y endurecimiento de penas, que una mejora en la currícula de la formación docente. Provincia no tiene políticas de estado explícitas y el último hecho en ese sentido tuvo que ver, justamente, con la seguridad y la extinta política de Estado que sirvió para cambiar la policía provincial. Hay otros ejes que se sostienen bajo la idea de que hay acuerdos, pero con pactos tácitos. Ocurre con el hipócrita cuidado del agua y también con el aprovechamiento de los recursos naturales.

Hay un contexto político particular. La crisis de representatividad que tiene Mendoza, con dispersión de energías, falta de alternativas, alternancia y opciones para quienes piensan distinto al gobierno, perjudica que haya matices. Las oposiciones partidarias se reducen a eso, a una negativa. El oficialismo tiene atrofiado por falta de ejercicio la práctica de consultar, escuchar y agregar valor con ideas de otros. En el futuro hará falta más inteligencia para aplicar políticas, que sumar recursos. Es que, por ejemplo, por la baja en la natalidad ya se nota sensiblemente la caída en la matrícula en los colegios, por lo que en el futuro inmediato quizá no hacen falta más edificios escolares, sino mejores instalaciones y mucho mejor preparadas. Lo mismo con el uso de la tecnología: harán falta la misma cantidad de docentes, pero con muchos más recursos para abordar con mejores herramientas el liderazgo educativo en el aula.

Un acuerdo para cuidar y mejorar el aula podría ser el primero de otros, como un pacto de mejora institucional y un pacto productivo, que, quizá, Mendoza necesita para sembrar un futuro mejor.