Con Javier Milei como principal agresor, se duplicaron los insultos en el debate político en redes sociales
La violencia en redes se duplicó en dos años y Milei es el político que más insultos publicó, según un informe.

Javier Milei es la figura no troll que más agrede en redes sociales.
Juan Mateo Aberastain Zubimendi / MDZ.La violencia verbal en redes sociales se duplicó en Argentina en los últimos dos años y medio. Según un informe de la consultora Ad Hoc, el ecosistema digital del país está marcado por una dinámica sostenida de insultos, provocaciones y amplificaciones en la que participan políticos, periodistas, empresarios y usuarios anónimos. En el centro de esa red aparece el presidente Javier Milei, señalado como el mayor generador de insultos entre los usuarios no anónimos.
Entre enero de 2023 y junio de 2025 se registraron 27,5 millones de insultos en plataformas digitales argentinas. La cantidad mensual de agresiones verbales pasó de un promedio de 666 mil a más de 1,3 millones. Los momentos más conflictivos coincidieron con la campaña presidencial de 2023, el inicio de la gestión de Milei y el caso LIBRA, en el primer semestre de este año.
Te Podría Interesar
Javier Milei, el principal provocador
El informe identifica al presidente como el usuario no troll más agresivo del ecosistema digital. En los últimos dos años, publicó y compartió 1.589 insultos en redes sociales. Supera a dirigentes de todos los espacios —libertarios, peronistas y macristas— y su estilo confrontativo no es esporádico: forma parte de una estrategia sistemática que incide directamente en la forma en que se construye el debate político.
Milei no se limita a responder: interviene con su nombre, lanza ataques contra adversarios, periodistas o figuras públicas, y luego su contenido es amplificado por comunidades afines. Esa lógica de ataque y reproducción define una parte sustancial de la conversación pública actual.
Una maquinaria de confrontación
El estudio de Ad Hoc describe una estructura tripartita que sostiene esta lógica: trolls, provocadores y amplificadores.
Trolls: usuarios anónimos o cuentas intensivas dedicadas a insultar, agredir o viralizar contenido violento.
Provocadores: figuras públicas —con legitimidad social o política— que toman el lenguaje troll y lo introducen en el debate masivo.
Amplificadores: medios de comunicación o periodistas que, al denunciar el agravio o referenciarlo, contribuyen a expandir su alcance.
En este esquema, el algoritmo premia la confrontación: lo que genera enojo o escándalo se viraliza más que el contenido moderado o argumentado. La violencia, entonces, se convierte en capital político.
El rol de empresarios y periodistas
El informe también incluye al empresario Marcos Galperín como un actor relevante en este circuito. Su actividad en redes —aunque sin insultos directos— contribuye a legitimar el discurso de agresión, con publicaciones que descalifican adversarios, replican a trolls libertarios y marcan una postura ideológica alineada con el oficialismo.
Por su parte, periodistas como Luis Novaresio, Julia Mengolini y María O'Donnell fueron víctimas de ataques organizados desde comunidades libertarias. Y al responder o denunciar públicamente esos agravios, involuntariamente amplificaron el alcance del mensaje original.
El fenómeno, según el informe, no es solo una cuestión de formas. La política argentina habría adoptado completamente la lógica de las redes: la intensidad importa más que la masividad, y el escándalo más que las ideas. “La política se volvió un espectáculo guiado por algoritmos y dopamina”, advierte el documento.
Se pierde el criterio de verdad, se disuelve el debate racional y se impone un tribalismo digital en el que cada usuario solo consume aquello que confirma lo que ya piensa. En ese clima, la agresión no es un exceso: es una herramienta central del discurso público.
El informe cierra con una propuesta sencilla pero ambiciosa: “Parar la pelota”. Replantear cómo se construye el debate público y qué tipo de discusión necesita una sociedad democrática. En un escenario cada vez más dominado por insultos, trolls y provocaciones, la pregunta no es solo quién gana la pelea, sino qué queda en pie después.