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Vino, cobre y una pregunta que incomoda: qué queda el día después de la mineria

Una botella y una "inerte" roca. Los símbolos de Cornejo que no alcanzan para responder las dudas sobreel futuro de Mendoza. Los olvidos en su discurso.
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Una botella de vino y una piedra. Con esos dos elementos Alfredo Cornejo intentó dar un golpe de efecto; decir que Mendoza tiene un nuevo paradigma productivo en el que pueden convivir la vitivinicultura y la minería metalífera. La comparación “física” de Cornejo en la legislatura fue simpática, aunque algo impostada. De un lado había un producto industrial terminado, como el vino, y del otro una roca bruta que no tenía más que el valor simbólico; pues en el mejor de los casos, como ocurre en el proyecto San Jorge, para conseguir 1000 gramos de cobre hacen falta más de 200 kilos de roca mineralizada (ese proyecto tiene una ley de 0,47%).

Uno de esos productos, el vino, es parte de la historia económica, cultural y política de la Provincia.  El otro, el cobre, aparece como el futuro, sobre todo por sustitución por la falta de ingresos y de actividades que aporten riqueza ante la decadencia de otra de las industrias extractivas históricas: el petróleo.

El Gobernador buscó marcar su discurso ante la asamblea legislativa con una mirada hacia el futuro. Las connotaciones de ese camino son diversas e incluyen un matiz político propio para Cornejo y el sector político que lidera desde hace más de una década. El tiempo y la tensada institucionalidad de Mendoza indican que hacia ese futuro deberá haber otros actores presentes; al menos en la formalidad.

Cornejo, el vino y la "inerte" roca. 

El impulso a la minería se hace con una potente impronta política y estatal, aún cuando el músculo de los controles están fofos. En el fondo, se entiende, la historia de Mendoza está más teñida por el uso de los recursos que por el cuidado. O, peor, se confunde un concepto y otro significado. Es lo que ocurre con el agua, por ejemplo.

No hay forma de explicar que Mendoza y su cultura de uso del recurso tuvo en cuenta la sustentabilidad al ver que en la zona Este los acuíferos están saturados y casi inutilizables en algunas zonas; al igual que el enorme derroche. Menos aún cuando se evalúan las industrias extractivas que dejaron, como en el caso del petróleo, una desertificación casi irremediable en el corazón de Mendoza (áreas Barrancas, La Ventana y Vizcacheras), acuíferos contaminados y zonas productivas inutilizadas. Solo para tener una escala: Irrigación aplicó su máxima sanción a YPF por contaminar el agua. Fue un millón de pesos, un monto menor que la multa de 1,3 millones que la Municipalidad de Ciudad le aplicó a dos personas por pintar un grafiti.

En paralelo al debate ambiental, el discurso de Cornejo lleva consigo mensajes encriptados para quienes conducen las actividades más tradicionales de Mendoza, como la propia vitivinicultura. Y obvió uno de los núcleos reales de la tensión en cada lugar donde la minería se instaló: el dinero; cómo se recauda, cómo se distribuye y qué se exige. Ese debate no está dado en Mendoza, pues la “marca” se la lleva la discusión primaria por los controles y la promoción inicial. La mala experiencia de Potasio Río Colorado puede ser un punto de partida.

 ¿Cuánto trabajo local se exigirá? ¿Qué exigencias económicas, presión fiscal e inversión se ejecutará? ¿Cuál es el plan para que una industria finita como la minería siembre progreso a largo plazo? Mendoza tiene larga historia. Vivió del petróleo por décadas y siempre hubo una importante habilidad para no cumplir, como ocurrió con los recursos que debían ir a obras y se usaron en gastos corrientes. O la falta de inversión en Malargüe, departamento que fue “exprimido” sin compensación.  Mendoza “zafó” de varias crisis por los dólares del petróleo y hasta tuvo empresas, como YPF, que tuvieron más poder que el propio Gobernador.

 Los malos ejemplos de las provincias vecinas, también. San Juan, por ejemplo, es uno de ellos: el departamento Iglesia, donde está Veladero, no sale de pobre aún cuando tiene la mina de oro más grande del país y hasta hubo sospechas de corrupción. Tampoco se desarrolló una industria pesada que sea relevante. Neuquén, que vive una nueva fiebre del petróleo, es otro ejemplo. El Gobierno provincial nada en dólares, pero depende exclusivamente de los vaivenes de Vaca Muerta, sin plan anticíclico, desarrollo de industria o amplitud de su matriz. Por eso ha vivido crisis profundas cuando el precio del petróleo cae.

Vacíos

Un plan de explotación de recursos no renovables y de alto impacto como la minería exige una pericia distinta; un salto de calidad al “se puede o no se puede” al que se acostumbra. El cómo y el día después de la minería es parte de ese plan. Mendoza necesita desarrollo, pero no a cualquier precio. Por eso sorprende que haya funcionarios de primera línea que toman como propios los conceptos de “eficiencia” usados en las empresas que se dedican a la explotación de esos recursos. Más aún cuando se alejan de las políticas de sustentabilidad bien entendidas; es decir con equilibrio ambiental, social y económico; y no solo con la idea de maximizar beneficios.

Orden y progreso, esa cita de finales del siglo XIX que usó para vestir el discurso tiene una mirada autocomplaciente que también estaba reflejada en la descripción del camino recorrido en las gestiones radicales de la última década. Un hábil zigzag para contar logros y omitir problemas, aún cuando pueden atribuirse a factores externos. Por eso se mencionó la rebaja de la tarifa eléctrica en un 4%, sin explicar que las empresas distribuidoras tuvieron beneficios extraordinarios en los últimos años por indexación tarifaria, reducción de cánones, extensiones de contratos y concesiones extraordinarias.

En Salud, el gran foco de la nueva gestión de Cornejo, también se delinearon los ejes de acción, omitiendo algunos datos que generan preocupación dentro y fuera de Casa de Gobierno, como el aumento de la mortalidad infantil ocurrida en 2024, quebrando así un camino de descenso en ese indicador. O el drama sanitario, no masivo pero preocupante, que hay en algunos barrios de Mendoza por problemas de desnutrición (la zona de Las Heras que dependía del Hospital de Conin corre mayor riesgo). En seguridad, con el alto impacto de las impericias propias en casos sensibles, como la violencia contra las mujeres jóvenes. Menos definiciones hubo desde el plano político. En el mundo de Cornejo esa ausencia es un mensaje. No dar definiciones electorales en un año en el que se vota es una señal inquietante que trasluce la inesperada incertidumbre que rodea al sector que concentra el poder desde hace una década en la provincia.