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Vendieron el edificio abandonado más emblemático del Centro mendocino

El Gobierno nacional finalmente adjudicó la venta de un edificio de calle Necochea, que durante años fue refugio y aguantadero. Quién lo compró y qué se puede hacer.
El edificio está abandonado hace décadas. Ahora se pueden levantar hasta 16 pisos. Foto: Walter Moreno/Mdz
El edificio está abandonado hace décadas. Ahora se pueden levantar hasta 16 pisos. Foto: Walter Moreno/Mdz

El Gobierno nacional hizo oficial la venta de uno de los edificios abandonados más emblemáticos del microcentro de Mendoza. Se trata de la mole de cemento a medio hacer ubicado en calle Necochea 230, que durante décadas fue aguantadero y refugio y ahora pasó a manos privadas. El comprador, como se había adelantado, fue Luis Alba, un contador ligado a los directivos del grupo América y que ha sido parte de otros negocios inmobiliarios. 

 La venta se concretó por 466.500 dólares y la adjudicación fue oficializada hoy. "Se comunica que por Resolución N° 56  se adjudicó el inmueble objeto de la Subasta Pública al Señor Luis Facundo ALBA de U$S 466.500, por resultar su oferta admisible y conveniente", dice la comunicación oficial. 

El lugar es un laberinto peligroso. Foto: Walter Moreno. 

El inmueble cuenta con una superficie total de 1.172,65 metros cuadrados. El edificio comenzó a ser construido para que se convierta en sede de la Caja Nacional de Ahorro y Seguro. Por alguna confusión, el lugar quedó bautizado como "BucI", porque suponían que iba a instalarse una sucursal de ese banco. En base a la estructura actual, el lugar tiene autorización municipal para construir hasta 16 pisos aproximadamente, pues tiene habilitación para crecer hasta 48 metros. 
 

 “El inmueble se encuentra delimitado sobre la calle por un muro de ladrillos (recubierto con cartelería publicitaria) de aproximadamente 3 - 4 metros de altura, sin contar con puertas o portones de ingreso/egreso, estando completamente tapiado. Los tres restantes lados de la propiedad se encuentran separadas por muros de sus linderos”, dice la descripción fría del lugar. 

El lugar tiene un murallón para evitar que la gente ingrese. Foto: Walter Moreno.

El interior hoy es un laberinto complejo de cemento, hierros y escombros; con agujeros y pasadizos peligrosos. Hay pintadas en las paredes con nombres propios de recuerdo y hasta marcas de “guerra”. El edificio está a pocos metros de Plaza San Martín, en plena zona bancaria.