La Argentina que viene

Comienza una semana de ferocidad política sin límites

Javier Milei se definió en Washington mientras la administración Biden mira a un costado. Cristina de nuevo a escena. Gobernadores a la Justicia y un final en el Congreso con sorpresas. No falta nada.

Rubén Rabanal
Rubén Rabanal domingo, 25 de febrero de 2024 · 07:00 hs
Comienza una semana de ferocidad política sin límites
Donald Trump y Javier Milei Foto: Noticias Argentinas

Donald Trump ganó en South Carolina, desplazó allí fácilmente a Niki Haley en la primaria republicana y posiblemente ya la haya sacado definitivamente de la carrera por la presidencia. Si los demócratas no encuentran una salida a las debilidades que muestra Joe Biden, tanto en lo personal como en la marcha de su administración, es posible que Trump se instale nuevamente en la Casa Blanca. En ese caso otra era de dureza política habrá comenzado adentro y afuera de EE.UU.

Javier Milei esta más que subido a esa onda de derecha y aterrizó en la capital estadounidense justo en el medio de la fiesta trumpista. Ayer no solo participó de la cumbre conservadora que lidera Trump sino que en el corto encuentro que tuvo con el expresidente (y ahora nuevamente candidato) en Washington le dio un efusivo abrazo y le expresó su claro deseo de verlo nuevamente en la Casa Blanca.

No está claro si Diana Mondino quedó plenamente contenta con esa imagen que quizás hubiera necesitado un poco más de equilibrio con la que Milei había mostrado solo horas antes en Buenos Aires durante la visita del Secretario de Estado Anthony Blinken a la Casa Rosada.

Si Trump gana la presidencia, como muchos creen, habrá novedades en las definiciones que Milei deberá tomar dentro de su alineamiento con los Estados Unidos. El republicano no mantendrá el apoyo a Ucrania, ni siquiera indirectamente, en su guerra con Rusia y con China, aunque los problemas quizás sean menores porque la propia crisis del gigante asiático hoy está ordenando las cosas para Occidente, nuevos ruidos se colarán en la ya complicada comunicación Buenos Aires-Beijing. La mira del mundo económico a futuro, de todas formas, hoy está dirigida a la India y allí también habrá un desafío. Como sea, la Cancillería argentina estará tensionada y deberá definirse en temas complicados si Milei quiere mantenerse en línea con Trump.

El presidente argentino volvió a mostrar en Washington el mismo estilo que cultivó en la campaña electoral y que siguió sin filtro alguno en los meses que lleva desde que asumió la presidencia. La mesura no apareció en casi ninguno de sus actos y tampoco estuvo presente en la cumbre conservadora en EE.UU., sin contemplar allí ni siquiera cuánto necesitará de la administración demócrata en los próximos meses.

Argentina negocia con el FMI una extensión del actual acuerdo que le permita, al menos, comenzar a ponerle fecha a la salida del cepo. Sin liberar las restricciones sobre el dólar será imposible que la economía comience a mostrar algún número de actividad positivo.

La parálisis de la economía local hoy es casi total, con un enfriamiento buscado por el plan que aplica el Gobierno, y salvo por la baja en la inflación, como la que se espera para febrero con alrededor de 16%, y el equilibrio financiero de enero, todo lo que se refiere al mundo productivo real hoy provoca miedo en propios y ajenos al Gobierno.

En ese contexto, EE.UU. no deja de dar señales positivas al Gobierno. La visita de Blinken a una administración como la de Milei, que apoya a Trump en estilo y forma es una de las más fuertes, pero también el viaje de Gita Gopinath, que es mucho más que la segunda de Kristalina Georgieva en el FMI; la funcionaria indio-norteamericana es la verdadera voz del gobierno de Estados Unidos adentro del Fondo.

Gopinath no se cansó de repetirle a quien quisiera escuchar que está asombrada por el proceso de ajuste que lleva adelante el Gobierno, un camino al superávit fiscal muy superior al que intentó cualquier otra administración. Sin embargo, la economista y todo el directorio del FMI no ocultan (y también lo expresan públicamente) el temor a que el apoyo político al ajuste y las reformas no sea suficiente. No sería la primera vez que el mundo ve buenas intenciones e ideas para el cambio en Argentina pero sin sustento  y acuerdo político suficiente para mantenerlas en el tiempo. Mauricio Macri podría darle clases a Milei sobre ese punto. Por eso el pedido directo de Gopinath en Buenos Aires para que el libertario “genere consensos suficientes para llevar adelante las reformas clave”.

El FMI sabe cuáles son los peligros y los argentinos también. De hecho Gopinath y Blinken los vieron en sus cortas visitas a Buenos Aires justo cuando esos  riesgos aparecían en escena con toda su fuerza. En medio de ese proceso Argentina intenta, como se dijo, relanzar el acuerdo con el FMI y lograr un desembolso extra, quizás de U$S 10.000 millones, que ya se había comprometido con Mauricio Macri. Si Milei lo consigue, sumado al inicio de la temporada de mayor ingresos de divisas por la liquidación del agro, quizás pueda cumplir con la promesa que también hizo Luis “Toto” Caputo la semana pasada de adelantar la apertura del cepo.

En medio de la malaria de góndolas carísimas, PyMEs en crisis, tarifas que siguen subiendo y costos fuera de control, Milei necesita ya mismo una buena noticia. El anuncio de la suba de 27,18% desde marzo para los jubilados no ayuda demasiado. La jubilación mínima pasará a $134.445,79, un número que de por sí indica una pérdida de 20 puntos en la capacidad adquisitiva solo en el verano.

Milei promete un bono de $ 70.000 para compensar esa caída en las jubilaciones mínimas, pero deja en el desamparo al resto de los beneficiarios. ¿Es su culpa? Claramente no, ya que la fórmula de actualización que se aplicó es la que creó Alberto Fernández y es la que viene minando los bolsillos de los jubilados en los últimos cuatro años, pero Milei podría haber aprovechado esta ocasión para anotarse una victoria y reforzar la alianza con quienes lo votaron a pesar de prometer ajuste. Por ejemplo,  podría haberle mostrado a la política argentina que, aunque el Congreso le niegue la Ley Ómnibus y en especial el capítulo fiscal donde estaba la nueva ecuación de actualización de jubilaciones, su administración puede sobreponerse a ese fracaso legislativo y manejar la cuestión de los haberes previsionales dentro del esquema que prometió en la campaña.

La merma real en las jubilaciones, aunque le implique una ayuda excepcional al Gobierno licuando gasto, tendrá un impacto negativo en la base de sustentación de Milei mucho más fuerte que el shock que produce en el humor general la suba de precios. Una amplia mayoría de los argentinos hoy soportan las remarcaciones sabiendo que es un proceso inevitable ante la ineficiencia delictual del gobierno anterior que escondió inflación debajo de la alfombra retrasando la realidad hasta llevarla al borde de la explosión inflacionaria. La tolerancia social frente al impacto del ajuste en los jubilados es algo bien distinto y parece que el Gobierno no lo entiende.

El mapa de gobernadores que dibujó la última elección mostró un horizonte de alianzas que hoy parece hecho trizas. Es imposible pensar que todos los analistas políticos se hayan equivocado al mismo tiempo a la hora de predecir los caminos por los que Javier Milei podría construir poder político y gobernabilidad. Ninguna de esas proyecciones se cumplieron y hoy el escenario muestra un caos con final abierto. Milei tampoco frenó su estilo iracundo ante las pretensiones de los gobernadores a quienes acusa e insulta como al resto de la clase política sin detenerse a calcular si los necesitará, o a sus votos, en el futuro inmediato.

El chubutense Ignacio Torres era uno de esos casos emblemáticos. Los conflictos de fondo en su provincia pueden pasar desapercibidos para la mayoría de los ciudadanos de a pie, pero revisten una gravedad comparable a cualquier otro caso grave. Torres debe lidiar con la provincia que muestra desde hace años los emergentes más complicados de la estrategia kirchnerista,

Muchos creen que Milei nunca quiso que el Congreso le aprobara la Ley Ómnibus. No son pocos los que piensan que la presentación de ese mamotreto legal de difícil votación fue la punta de una estrategia para profundizar su pelea contra la “casta”, un ejercicio que, debe reconocerse, aún le reporta el mantenimiento del apoyo de su electorado. De todas formas los porcentajes de aceptación de esa rudeza en lenguajes y prácticas políticas no son los mismos que hace un mes.

Algunos movimientos del Gobierno, de todas formas, siguen poniendo a la luz obscenidades de la era kirchnerista que más que sorpresa provocan miedo. El desmonte de los fondos fiduciarios que tanto Néstor como Cristina Fernández de Kirchner armaron para manejar programas y cajas por afuera del Presupuesto Nacional no dejan de asombrar. Uno solo de esos fiduciarios, el FISU, sigue subiendo en montos distribuidos en cada nueva auditoría que se conoce. La semana pasada llegaron a computarse más de U$S 1240 millones cursados para obras menores de dudoso control en municipios por parte de cooperativas manejadas por piqueteros. No hay defensa posible a ese sistema.

Torres pasó de posible aliado del Gobierno, junto con el resto de los gobernadores del ya casi extinto Juntos por el Cambio, a ser la cabeza de una rebelión por la poda de fondos de la Nación a las provincias.

Milei aceptó reunir el martes a sindicatos de la educación con ministros del área en cada provincia, después de haberse negado a avanzar con la paritaria nacional docente. Hay riesgo de que las clases no comiencen. En el caso de Chubut por ahora no parece haber ni una reunión convocada, todo lo contrario. A Torres le retienen $ 13.500 millones de la coparticipación, por una garantía que la provincia había contraído antes con el gobierno de Alberto Fernández, Sergio Massa y Cristina Fernández de Kirchner. El gobernador mañana ratificará una denuncia penal contra Luis Caputo y prometió que el miércoles cumplirá su amenaza de cortar la provisión de gas y petróleo al resto del país.

En realidad Torres no puede hacerlo por sí mismo, sino que necesita presionar a las empresas petroleras para que corten los suministros. Habrá que revisar las condiciones de los acuerdos que dos petroleras cerraron en el sur hace años con el Gobierno de Néstor Kirchner para saber si el cierre de válvulas que promete Torres es posible o no. Mientras tanto todos los gobernadores patagónicos se reunieron ayer, después de haber emitido junto a otros mandatarios un duro documento contra Milei, y le ratificaron el apoyo a Torres. De todas formas, la Patagonia, en ese sentido, puede ser una caja de sorpresas para cualquiera.

Mientras el posible acuerdo de Milei con Mauricio Macri para unificar equipos y estrategias parece condenado al freezer y un encuentro entre ambos hasta fue relativizado por el propio presidente de la Nación, la semana que arranca guarda dos sorpresas políticas extra. Desde mañana habrá que aprovisionarse de suficiente pochoclo para sentarse frente a alguna pantalla y ver por streaming las audiencias de la Cámara Federal de Casación Penal donde se revisará la condena a Cristina Fernández de Kirchner y otros allegados al kirchnerismo en la Causa Vialidad, que es donde se la condenó por direccionar obra pública a Lázaro Báez, entre otros temas.

El fiscal Mario Villar arrancará su exposición en la que seguramente pedirá elevar la condena de 6 años que se dictó contra Cristina en primera instancia a 12 años y que se vuelva a considerar la aplicación de la figura de asociación ilícita. Esas audiencias se extenderán hasta la primera semana de marzo.

El viernes también habrá espectáculo. Ese día Javier Milei deberán dar su mensaje sobre el Estado de la Nación ante la Asamblea Legislativa y dejar así abierto el período de Sesiones Ordinarias. Es toda una incógnita qué puede pasar en esa presentación habida cuenta las acusaciones cruzadas entre el Congreso y el presidente, que llegó a calificar ese lugar como “nido de ratas” y las marchas múltiples, tanto de apoyo como rechazo, que se están convocando para la Plaza Congreso. Todo indica que Milei concurrirá a la cita y no dejará mensaje por escrito como solía hacer Hipólito Yrigoyen, el presidente radical que el libertario detesta, y que también insultó en sus discursos de campaña, pero que como él siempre rechazó mantener relaciones civilizadas con el Congreso. Demasiado todo para solo una semana.

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