Salieris de San Martín

Contrastes: más turistas, deterioro profundo y la cosecha que busca Cornejo

Mendoza es la tierra deseada para muchos y, aunque hay 2 millones de habitantes, son casi 6 millones los que la usan. ¿Está preparada la provincia? El Gobierno ahora busca "cosechar" su siembra.

Pablo Icardi
Pablo Icardi domingo, 3 de noviembre de 2024 · 09:08 hs
Contrastes: más turistas, deterioro profundo y la cosecha que busca Cornejo

El recorrido se puede hacer en 20 minutos y es un circuito que sirve para quien quiera mostrar un diagnóstico de Mendoza o, mejor dicho, de las varias mendozas que hay en la “capital del Oeste” argentino.

Subir por la coqueta Emilio Civit, cruzar el Parque por Libertador, con alamedas a los costados y una acequia empedrada por la que hoy también hay una vertiente de aguas servidas. Al pasar el Cerro de la Gloria hay que esquivar pozos; cráteres podría decirse, y la barriada más populosa de Ciudad, en La Favorita, llega después de atravesar el Distrito 33, el sitio de desarrollo audiovisual y tecnológico de la Ciudad. Menos de un kilómetro más adelante, la calle se angosta. La banquina es cubierta por viviendas precarias de familias que construyeron allí su hogar. Hay aguas servidas y una postal de los problemas de acceso a servicios básicos. La ruta se encajona por el medio del asentamiento.  Las ruinas de lo que fue el Club Ciudad Oeste están a un lado y comienza el paisaje agreste. Hay torres de seguridad similares a las de una cárcel. Son guardias privados de la estancia San Isidro y esa imagen resalta y contrasta. La entrada a Divisadero Largo, un campo con una larga historia de litigios políticos y económicos, marca un hito turístico y ambiental. Y, luego de un par de curvas, el ingreso a emprendimientos inmobiliarios y turísticos de alto nivel económico: estancias, un lodge, countrys, que crecen entrados en el pedemonte.

Bellezas naturales, rutas en mal estado; pobreza, turismo y desarrollos inmobiliarios exclusivos. Todo en pocos kilómetros. Conviviendo, con contradicciones. La Mendoza ideal que se vende, la real que se vive. En ese mundo de contrastes que refleja sin anestesia la ruta 99, hoy el Gobierno de Alfredo Cornejo busca mostrar que ha sembrado las condiciones para que la provincia mejore y que tiene que venir el tiempo de cosecha. Creen que el avance en tiempo récord con la minería, el impulso al turismo, las inversiones de afuera y cierta tranquilidad política en la Provincia tiene que repercutir en mejoras. Lo mismo en educación y salud, temas a los que Cornejo buscaba darle una impronta particular, pero cuyos cambios aún son invisibles.

Claro, como se ha repetido varias veces, es el primer año de la segunda gestión de Cornejo y el noveno desde que ese sector gobierna. Más aún, Cambia Mendoza se mantiene como la única alianza con un programa de gobierno. Por eso cuesta evitar en cualquier análisis el camino recorrido: la década cornejista.

Hay, incluso, quienes están sorprendidos dentro del Gobierno porque pudieron avanzar más rápido de lo previsto con los paquetes de reformas que impulsaban y, en ese camino, no tuvieron obstáculos. Ocurrió con el plan en Salud, también con los cambios en minería y el impulso del plan de exploración. En Seguridad, el Gobierno tiene argumentos más resbaladizos, pues aunque es real que el contexto nacional agudiza la marginación y las condiciones para que se cometan delitos, la sensación de impunidad con la que se manejan las bandas en los barrios y las barras del fútbol mendocino sugieren alguna impericia.

El cornejismo trascenderá políticamente a Cornejo por la capilaridad de su impronta y su gente en todos los organismos públicos y también varios privados. Pero la herencia que el propio Cornejo quiere dejar está en otros lados. El impulso de la minería es, en el plano productivo, el más importante. Caminan una delgada línea entre la “euforia sin argumentos” para decir que les fue bien, y la mesura para esperar resultados. Como es una actividad a largo plazo, gran parte de lo que ocurre tiene que ver con la construcción discursiva. Igual, el cambio de enfoque ha sido rotundo: en los próximos dos años podría haber más de 10 proyectos de exploración.

Menos tangible son los resultados en un tema que merece aún más largo plazo y que tiene una herencia dolorosa. Los indicadores educativos reales (disimulados en notas y promociones automáticas) son alarmantes. Lo viven, por ejemplo, las empresas que buscan tomar jóvenes y las universidades que evalúan a los aspirantes (que en universidades públicas son menos: según el último dato disponible, en la UNCuyo hubo cerca de un 20% menos de ingresantes). Cornejo y Tadeo García Zalazar tenían un plan ambicioso para abordar la educación y la infancia. Esa sería la plataforma para que el “hijo político” del gobernador tuviera protagonismo. El abandono de la Nación y el contexto complican los planes en un área que sufre la hipocresía de todos: a todos les importa para los discursos, a pocos (incluidas las familias) a la hora de invertir, decidir y planificar. Más inglés, evaluación en matemática, un secundario “abierto” y flexibilizado, impulso oficial a la educación desde los 3 años, son algunos de los ejes.

Los 6 millones de habitantes

El Gobernador dio un dato sorprendente: según él, Mendoza recibe 3,8 millones de turistas por año. Es decir, que la Provincia casi multiplica por 3 la cantidad de habitantes reales: en Mendoza hay 2 millones de personas que viven, pero son casi 6 millones las que la disfrutan, usan sus servicios o sufren. El turismo, entonces, agrega mucho más valor del que se creía.

El impacto es enorme. Según las estadísticas del Gobierno nacional, el crecimiento en la cantidad de turistas extranjeros a Mendoza fue muy importante. En el trimestre medido al 1 de julio de 2017, por ejemplo, habían llegado 5790 turistas de Brasil al aeropuerto de Mendoza, con una estadía de 6 días. En el mismo período de 2024 llegaron a Mendoza 21685 turistas de Brasil. Ese es el principal origen de los turistas extranjeros que llegan en avión. El portugués es el segundo idioma en las bodegas y restaurantes. También llegan más turistas desde Chile al aeropuerto y de América del Norte: la cantidad de turistas de esa región creció un 50% desde 2017, pandemia mediante. Y del resto de América, el crecimiento fue del 100%. En el mismo período cayó la cantidad de turistas que llegan por el Paso Cristo Redentor.

La duda es si Mendoza está preparada para recibir y ser anfitrión para tantas personas. O si es una provincia con “burbujas” para el disfrute de turistas, como sugieren algunos. Es decir, como ocurre en muchos destinos del exterior, que las zonas turísticas estén aisladas de la realidad local para ofrecer una experiencia cuasi artificial.

Potrerillos es un lugar icónico. Los mendocinos llevan más de 20 años usándolo sin instalaciones. 

La diversidad en la oferta podría romper ese mito. Pero la realidad de la infraestructura lo confirma: alta montaña es zona inhóspita y peligrosa. Alcanza con recorrer la ruta 7 y la ruta a Villavicencio para entenderlo: rutas en pésimo estado, sin instalaciones y edificios en ruinas. Potrerillos, por ejemplo, es un lugar icónico. Pero lleva más de 20 años sin servicios y se acerca una nueva temporada con el mismo esquema, aún cuando ya está concesionado. La zona urbana ofrece las mismas carencias de los habitantes de la provincia. Indisimulable. Las bodegas, que son la principal marca del turismo mendocino, ofrecen la experiencia de aislamiento de lo local, a un precio también internacional.

Es una simplificación arbitraria, pero puede servir como consigna incómoda: probablemente Mendoza no pueda ser una buena anfitriona si antes sus propios ciudadanos no se sienten parte y viven mejor.

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