Gobierno en crisis

Obsesión por la Corte y economía: el país en su peor laberinto

Se cerró una de las peores semanas que recuerde la administración Fernández. Hubo críticas directas en organismos multilaterales contra los intentos de intervención sobre la Justicia. La guerra contra la Corte Suprema desestabiliza el sistema. Juntos por el Cambio con durísimo diagnóstico.

Rubén Rabanal
Rubén Rabanal domingo, 29 de enero de 2023 · 07:00 hs
Obsesión por la Corte y economía: el país en su peor laberinto
Foto: Noticias Argentinas

El gobierno terminó el sábado la semana más complicada para su imagen internacional desde que Alberto Fernández llegó a la presidencia. El intento de un juicio político a la Corte Suprema y la presión que el kirchnerismo pretendió hacer en todos los foros internacionales a los que pudo llegar, llevó al presidente (impulsor personal del estrambótico proyecto para juzgar completo a uno de los poderes del Estado) a niveles que el país no había visto hasta ahora.

Olaf Scholz, canciller alemán, se reunió el sábado con Alberto Fernández. La agenda que tenían por delante no era menor: inversiones en gas, litio, y, sobre todo, el acuerdo para arrancar la construcción de obras demoradas donde Berlín aporta socios y financiamiento. Varias empresas argentinas estaban más que atentas a ese encuentro. El mensaje final de Scholz fue positivo, salvo por la amarga advertencia para el Gobierno que el alemán dejó en el aire: "es importante tener seguridad jurídica. Esto vale para todo el mundo".

Dos días antes el gobierno argentino tuvo que escuchar como Estados Unidos, de quien depende casi con exclusividad para solucionar sus problemas financieros con el mundo, contestaba desde una sesión de la OEA todo el apoyo que Fernández le había dado en la Celac a Nicaragua, Cuba y Venezuela. Joe Biden envió al demócrata Chris Dodd a Buenos Aires ante la invitación a la cumbre y después le ordenó a Francisco Mora, embajador de Washington en la OEA, que le recordara a la Argentina que ese organismo es el único en América con representación completa de países democráticos. Otro tirón de orejas. 

El viernes pasado el Gobierno recibió en Ginebra, Suiza, las recomendaciones del Consejo de Derechos Humanos de la Naciones Unidas sobre la situación en Argentina. Un solo miembro, Bolivia, dentro de los 104 participantes, mencionó la cuestión del "lawfare". Horacio Pietragalla había presentado un informe alegando la falta de garantías para los juicios por corrupción en Argentina, denunciando detenciones arbitrarias como la de Milagro Sala y campañas de prensa, entre otros puntos.

La ONU no se hizo eco de ese discurso de Pietragalla (salvo por el auxilio boliviano) y, por el contrario, terminó acordando una lista de recomendaciones en materia de justicia y seguridad legal en Argentina. Triste para un país que hasta hace poco tenía prestigio ganado durante décadas como para llevar la bandera de los Derechos Humanos en todos los organismos internacionales.

El “lawfare” no es un tema que le quite el sueño a ningún sistema en el mundo en este momento: está lejos, por más que el kirchnerismo aquí lo ventile como prioridad de cualquier agenda, hasta de ser una teorización conocida dentro del mundo político de nuestra civilización occidental.  

A estas desgracias de la semana, el Gobierno debió sumar el pasado sábado un durísimo comunicado de Juntos por el Cambio sobre la situación de la economía. En términos sencillos la oposición dijo, como hacía tiempo no se le escuchaba, “el emperador esta desnudo” y con esto abrió la puerta a cuestionar toda la historia de Sergio Massa como ministro de Economía.

“Nada sustancial ha cambiado en la política económica en los últimos meses”, dijo la mesa nacional de JxC. “El déficit fiscal bajó, pero gracias al atraso de jubilaciones y salarios por inflación, el déficit cuasi-fiscal del BCRA aumentó y el financiamiento monetario al Tesoro continuó por canales poco transparentes, alcanzando en el último trimestre del año casi $ 800 mil millones, equivalentes a casi 20% de la base monetaria o al 1% del PIB. La deuda del Banco Central creció y ya supera los $ 10 billones (o el 12% del PIB) y el pago de sus intereses obliga a imprimir billetes por el equivalente a una base monetaria cada seis meses. Así, la expansión fenomenal de la cantidad de pesos continúa”. Un dato: hacía tiempo que no le escuchaba esa claridad conceptual a la oposición.

Todos los gobiernos del mundo tienen o han tenido cruces y peleas con su Corte Suprema. Sin duda podría afirmarse que, en realidad, para eso existe la máxima instancia del Poder Judicial: controlar y mantener el equilibrio del sistema, como también lo hacen los otros dos poderes. En ese sentido, quien quiera creer que la Corte Suprema no es un órgano político dentro de la estructura del Estado debería revisar sus conocimientos de derecho constitucional.

El kirchnerismo en esto obra con total conocimiento técnico de la cuestión; no hay que confundirse. Tanto el ala dura que sigue a Cristina Fernández de Kirchner como el presidente conocen claramente el peligro que supone una disolución institucional como la que se pretende consagrar (seguramente sin éxito si la oposición no se distrae con sus juegos de estos días) llevándose puesto al sistema. Las limitaciones en el Congreso también están claras y por eso se sabe que la estrategia oficial es mantener instalado el juicio a la Corte durante el año electoral. Es el único sentido visible de esta tormenta que armó el kirchnerismo atado a las desgracias judiciales de la vicepresidenta.

Cualquier iniciado en la política que se precie de informado seguramente ha peregrinado a la iglesia Saint-Sulpice en París, aunque mas no sea como turista, para visitar la tumba de Montesquieu, de cuya división de poderes todos venimos abrevando desde la escuela secundaria. Todo el kircherismo ilustrado conoce París y también como funciona el esquema de tres poderes. Por lo tanto en esta batalla local puede haber trampas, pero ninguna duda sobre el sistema.

A la debilidad económico-financiera que sufre el país desde hace décadas, el kirchnerismo le sumó ahora esta absurda guerra contra el Poder Judicial, que seguramente necesitará reformas y profundas, pero no en los peligrosos términos de conveniencia de los que hoy habla el oficialismo. Además, desde hace 48 horas, se suma una nueva guerra en la interna entre la Casa Rosada y La Cámpora que termina de desestabilizar los ánimos. Hay expectativa por ver como impactará esta nueva batalla en la reunión que tendrá este jueves la comisión de Juicio Político para seguir con el tema Corte. 

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