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El discurso feminista oficial y la violencia

La violencia ocupa gran espacio en los medios. Y por el día de la mujer la violencia contra las mujeres es un eje clave. La visión fuera de foco de Elizabeth Gómez Alcorta y sus efectos.

Damián Fernández Pedemonte
Damián Fernández Pedemonte domingo, 13 de marzo de 2022 · 08:13 hs
El discurso feminista oficial y la violencia
Foto: Télam

Después de la larga hegemonía de la pandemia en la agenda mediática, la violencia ocupa hoy la mayor parte del espacio y el tiempo de los medios. En el nivel global, la invasión de Rusia a Ucrania reinstaló en el imaginario colectivo el temor por una guerra nuclear. Palabras como "bombardeos", "ataques", "destrucción", "evacuados" proliferan de nuevo en los medios. En el nivel local, las noticias de inseguridad también ocupan los primeros lugares. Esta semana, con motivo del día internacional de la mujer, el foco volvió a estar puesto en los femicidios, la violencia del género y los abusos sufridos por mujeres.

Una parte del movimiento feminista argentino aparece ante la opinión pública como autorreferencial, fragmentado y contradictorio. En materia de prevención y lucha contra la violencia ese sector parece más interesado en fijar posición y dirimir internas al interior del mismo movimiento que en alcanzar consenso sobre políticas públicas. Es militancia feminista que tiene como destinatario de su discurso a la propia militancia feminista, lo que puede tener como consecuencia alejarse más y más del público externo al que tendría que sensibilizar y persuadir.

En el centro de la escena se encuentra Elizabeth Gómez Alcorta, titular del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades. Por un lado, la política de género del gobierno recibe críticas de dentro y fuera del feminismo por lo que algunas llaman estrategia "ministerialista", es decir el hecho de crear organismos oficiales como principal respuesta a la violencia sufrida por mujeres y minorías sexuales. Junto con eso, se le achaca no articular desde el Estado con los movimientos que vienen trabajando en la materia desde hace tiempo. Por otro lado, se cuestiona el rendimiento del ministerio: en concreto el hecho incontrastable de que desde su creación la tasa de femicidios no disminuyó. Tal como recogieron varios medios, en 2021 hubo un femicidio cada 29 o 26 horas. A la vez, el ministerio sub-ejecutó su presupuesto del año pasado y tiene asignado un 39% menos en términos nominales en el de este año. Se acusa a la ministra de tener más discurso que acción, más comunicación que gestión. En mi opinión no acierta tampoco en la comunicación.

Fue objeto de fuerte debate el primer pronunciamiento de Gómez Alcorta en Twitter, sobre la violación grupal de una joven de 20 años en Palermo del 28 de febrero. Se trata de un texto cuidado y con soporte teórico, pero con un grave problema de sentido de la oportunidad. Cuando se esperaba una condena taxativa de un crimen que hiere particularmente la sensibilidad de las mujeres que el ministerio debe proteger, la ministra resuelve focalizar su mensaje en un esfuerzo de comprensión de los victimarios, en vez de la evidente necesidad de exteriorizar la empatía con la víctima y todas las víctimas de delitos similares.  

"Es tu hermano, tu vecino, tu papá, tu hijo, tu amigo, tu compañero de trabajo. No es una bestia, no es un animal, no es una manada ni sus instintos son irrefrenables ", escribió. Recuerdo un diálogo de la película Pecados capitales, un clásico de David Fincher sobre un asesino serial. El veterano teniente (Morgan Freeman), le dice al joven detective (Brad Pitt) que cuando encuentre al culpable se sorprenderá de que no sea un monstruo sino un ser humano. He publicado un texto sobre la representación de Robledo Puch en los medios, mostrando los efectos perniciosos de la demonización de los criminales.

Sin embargo, hay una triple desubicación en el enfoque de Gómez Alcorta. La primera es temporal, de kairós: resulta evidente por los efectos que un discurso desde el punto de vista de los victimarios no era adecuado al momento en que se emitió. La segunda es espacial, de lugar, no es un mensaje para Twitter sino para una discusión académica. En ese ámbito habría que discutir con argumentos y evidencias científicas si es válido atribuir la violación a "una forma de ser varón", a "la manera en que habitamos la identidad". Agregando, además, que el grupo de los acusados por el caso de Palermo no se ajusta al estereotipo machista: lo integran algunos estudiantes de la Universidad de San Martin y militantes kirchneristas.

La tercera desubicación es la destinación. Es un discurso dirigido a un sector de la militancia feminista. Efectivamente, entre las feministas las hay garantistas y punitivistas y el problema de la violación es el que más las separa: o el violador es una "víctima" de la sociedad patriarcal o todos los hombres son violadores. No perseguir penalmente a los violadores o pedir para ellos las peores penas serían las respuestas penales de estas perspectivas.

El comentario recibió muchas críticas desde la política y desde los medios. Por ejemplo, un columnista del diario La Nación definió la actitud de la ministra como "malversación del feminismo" y "garantismo de género". Gomez Alcorta acusó el golpe y el día de la mujer afirmó: "hay responsabilidades individuales y el Poder Judicial tiene un rol fundamental porque estos hechos tienen una respuesta penal". Colegas de la política y medios afines al gobierno salieron a defender el punto de vista de la ministra. También en los medios hay posiciones garantistas y punitivistas.

Con frecuencia las personas públicas que no saben de comunicación dicen que los medios han sacado sus expresiones de contextos. En este caso, en cambio, más bien hay que decir que la ministra no tuvo en cuenta el contexto de los discursos públicos circulantes sobre violencia ni la sensibilidad particular de las mujeres con la violación.

La comunicación profesional se caracteriza, en cambio, por dar contexto: crear el contexto apropiado para la recepción de los mensajes.

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