Combustibles: por qué un insumo clave para la vida cotidiana podría aumentar más

Es una realidad difícil de explicar: puertas "afuera" de las estaciones de servicio los combustibles parecen caros por los incrementos que se han sucedido en los últimos años, pero tienen un valor bajo en comparación a lo que cuesta ese insumo básico para la logística y la economía. Mucho más si se tiene en cuenta el precio internacional. En Argentina, además, hay una distorsión que complica aún más la política de precios, pues los últimos aumentos fueron generados por regulaciones estatales y no impactaron en la industria. Por eso crece la presión para equilibrar costos y precios, justo con un insumo y una industria que son claves para la economía y que pueden tener un impacto inflacionario.

Los últimos aumentos de los combustibles tuvieron un origen "estatal", pues se trató de precios regulados por el propio Gobierno. Por un lado, por el precio de los biocombustibles y el aumento del corte de las naftas y el gasoil con ese insumo. El Estado regula el precio (que ha subido más que las naftas) y hasta a quién comprarle. Por el otro, la suba del impuesto a los combustibles impactó. De hecho, ese tributo está atrasado más de dos años: debería actualizarse según el IPC, pero había sido congelado y aún le queda margen para crecer.

El problema para las petroleras es que, reclaman, la suba impacta en los consumidores, pero no en su caja. Es que no se trata de ingresos propios sino que en esos casos hacen casi de "agentes de retención". Es lo que pasa con el impuesto y también con los biocombustibles, que ellos deben comprar al precio regulado por el Estado. Desde la petrolera estatal YPF lo advertían al justificar el último aumento: en un año el biodiesel aumentó casi un 140% y el bioetanol casi el 100%. En el mismo período las naftas subieron entre el 44 y el 52%. 

La tensión de los precios también genera disidencias según la geografía, entre  las provincias que tienen la cadena de valor petrolera y las que impulsan el agregado de biocombustibles a base de soja y maíz. 

El futuro

Aunque en la vida cotidiana el consumo de combustibles es diverso, hay uno que impacta directamente en la economía. Es el gasoil. Argentina se mueve con ese insumo, pues la logística, la producción y hasta parte de la generación de energía depende de ese líquido. Para tener una idea, el 80% de los vehículos de Argentina son nafteros, pero el 60% del combustible que se consume es gasoil. La respuesta está en la logística y la producción, pues las mercaderías se mueven en camiones. En Argentina hay casi 11 millones de vehículos y 2,2 millones son gasoleros. Pero son los que más consumen y las proyecciones van hacia ese lado. La matriz de movilidad y logística del país lo indican. 

Por eso el precio de ese insumo es clave para la economía local. En los últimos años hay un proceso de reconversión en la industria hacia el gasoil con estándares de mayor calidad que es, según estiman en la industria, el combustible que crecerá en demanda. Por eso YPF comenzó modificaciones en sus refinerías para quitarle azufre y Pan American, a través de Axion, amplió su refinería de Campana para producir gasoil con ultra bajo contenido de azufre. YPF invirtió cerca de 500 millones de dólares en sus refinerías y Axion 1500 millones de la misma moneda.  Para entender el consumo y los precios del futuro inmediato hay que seguir ese producto porque lo usan la mayoría de los vehículos nuevos; tanto para consumo doméstico como para la producción. 

Las petroleras y el resto de la cadena de valor de esa industria  presionan para que los precios se acomoden. El problema es que al ser un insumo fundamental, puede tener un efecto sobre la inflación, el principal problema de la economía local.