Editorial

Una elección clave: por qué hay que ir a votar para contrarrestar el desánimo

Las elecciones 2021 son fundamentales e históricas por el contexto. La pandemia potenció problemas, la economía, la crisis social y las tensiones políticas demandan más participación ciudadana. Por qué es nocivo no participar.

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MDZ Política miércoles, 8 de septiembre de 2021 · 07:00 hs
Una elección clave: por qué hay que ir a votar para contrarrestar el desánimo
Foto: Prensa MDZ

El próximo domingo es la primera cita electoral posterior a la elecciones generales de 2019, donde se eligió al presidente. En esta circunstancia, el sufragio adquiere trascendencia e importancia inéditas.

La pandemia global, de severos efectos aumentados por la errática política sanitaria adoptada por el Gobierno nacional, agregó a la crisis preexistente en el país graves consecuencias económicas, sociales, laborales, educativas, de salud e incluso institucionales. Esta situación adversa y negativa para afrontar el sufragio se ve incrementada por una campaña insulsa, agresiva, con falta de contenido e incluso con mensajes e imágenes bizarros y vergonzantes, que han sumido a muchos ciudadanos en la desesperanza, enojo, apatía, desconocimiento e incluso en la manifestación expresa del deseo de no concurrir a votar o de hacerlo en blanco, como símbolo de protesta. “Ninguno de ustedes merecen mi apoyo”, parecieran querer expresar miles de compatriotas.

Pese a esta suma de negatividades, sobresale nítida y por encima de ello, nuestra condición y responsabilidad de ciudadanos cívicamente empoderados y responsables.

El voto de cada uno de nosotros es el instrumento de expresión democrático, más importante y legítimo para expresar nuestra voluntad, cualesquiera que sean las circunstancias que nos afecten. La República Democrática demanda nuestra presencia en libertad y responsabilidad para ejercer nuestro derecho cívico y para expresar nuestra clara y firme voluntad frente a todos los candidatos.

El “castigo” por no votar es inocuo. La responsabilidad por hacerlo, mucho más grande. Hasta ahora la participación en las elecciones ha tenido un alto porcentaje. En los comicios de los últimos años, incluso, superó el 80%. Hubo momentos críticos, como el 2001, donde el hartazgo hizo vaciar de contenido una elección. Esa bronca manifestada en el “voto anulado”, no tuvo efecto en la representación política e, incluso, ocurrió una paradoja: la Asamblea Legislativa que quedó conformada luego de las elecciones del 2001 fue la que eligió al Presidente Eduardo Duhalde. Es decir, que los legisladores que habían sido “deslegitimados” supuestamente con pocos votos, tuvieron una responsabilidad enorme igual. La "no" participación, no tiene peso en las decisiones. 

En las elecciones provinciales que se han realizado hasta ahora hubo baja participación y eso preocupa.  No es tiempo de aflojar ni de plantear enojo paralizante ni fatiga frente a la adversidad.

Todos estamos frente a la posibilidad de expresar nuestra voluntad democrática y ante la obligación ciudadana de colaborar con inteligencia y decisión en abordar la gravísima situación actual y sentar una base sólida que inicie la restauración general de la Nación, indispensable y urgente. Nadie puede faltar a la cita democrática. No es tiempo de aflojar ni mostrar desinterés o enojo.

El “no voto” es una manifestación que vacía de contenido al sistema, pero aún peor al ejercicio de ciudadanía. No hay interpretación precisa posible ante ese mensaje. Los valores en juego son trascedentes y merecen la expresión pública con el voto; en libertad y atendiendo a la diversidad de opciones vigentes. Con sentido crítico y análisis profundo; con valores y conciencia ciudadana.

Es el momento de expresar nuestra firme y clara voluntad de argentinos responsables y convencidos del poder del voto. La República lo demanda y lo necesita.

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