A una semana de las PASO, la primera barrera que buscan superar los candidatos
Los candidatos buscarán motivar el voto por temor a que haya un duro mensaje de desencanto con el voto bronca o la falta de participación.
Esas usinas de noticias, fake news y energías que son los grupos de WhatsApp comenzaron a llenarse de mensajes anti y pro participación política. Y un concepto que es simbólico: "no votar cuesta 50 pesos de multa; votar a alguien que no querés, años de malasangre". Los mensajes son lacerantes para los candidatos que, con temor, recorren las calles y posan en afiches pidiendo el voto.
A una semana de las elecciones, los candidatos y los frentes electorales tienen varias barreras que superar. Ganar una interna, ser más votados, superar los pisos exigidos por la ley electoral, posicionarse para noviembre. Pero hay una preocupación común y una primera barrera a superar. La apatía y el desencanto. Sí, en los últimos días los principales dirigentes estarán abocados a convocar a la ciudadanía a que se exprese porque temen que haya un vacío. Un vacío que también es un mensaje.
En las elecciones provinciales que precedieron a las PASO del domingo 12 de septiembre hubo mensajes duros, pues ninguna llegó al 70% de participación y en Salta, como ya se reflejó, el voto bronca salió tercero.
Los consultores contratados por los partidos agregaron más preguntas a los cuestionarios. Todas relacionadas con la energía ciudadana y algo básico. Es decir, si piensan ir a votar, si tienen motivaciones para hacerlo o si habrá un voto positivo. Por ahora, siguen bajo el 60% quienes dan por seguro que irán.
Las encuestas que se hicieron a lo largo del 2020 y este año sobre los principales dirigentes políticos muestran una degradación en la consideración pública (salvo pocas excepciones). En las mismas consultas se detecta el mal humor social. Pero con un fenómeno nuevo: es más angustia que bronca; el descontento no es reactivo, sino resignado. No hay marchas ni a favor, ni en contra. No hay apoyos eufóricos ni aún entre los militantes más convencidos. Por eso también la forma en que se manifestará en las urnas genera dudas. Tantas, que hay hasta los pronosticadores más osados son precavidos. La participación electoral no ha bajado del 70%.
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Fuera de eje
Inflación, desempleo, pobreza, inseguridad. Temas redundantes en las preocupaciones sociales. Temas ausentes en la campaña. Como alquimistas de las ilusiones, los principales dirigentes que competirán el domingo próximo convirtieron esas preocupaciones en eslóganes de fantasía: venden “promesas de carnavales”, gestos de amor e ilusiones que sonrojan hasta el menos pudoroso de los ciudadanos.
Esa enajenación que tuvo hasta ahora la campaña tiene que ver más con una mirada culposa que con la negación real. Los candidatos saben lo que pasa, pero carecen de respuestas ante ello. Por eso mejor esperar y no arriesgarse.
En Mendoza, por ejemplo, al oficialismo le alcanzó con la hiper nacionalización de la campaña para salir airoso. Rodolfo Suarez logró que en la agenda se plebiscite mucho más la gestión de Alberto Fernández que la propia evitando así que se expongan, al menos hasta ahora, las carencias. En el Frente de Todos, por el contrario, el eje de campaña se volvió un búmeran que los obligó a recalcular.
A nivel nacional la tensión es mayor. Alberto Fernández no es candidato, pero el resultado pesará sobre él. El 13 de septiembre será el día D, como lo fue para Mauricio Macri el día posterior a las PASO de 2019.
Con una diferencia. Mientras que en 2019 el impacto se sintió a través de los mercados, la suba del dólar y el descalabro económico tras la derrota del oficialismo; en la gestión de Alberto Fernández un resultado adverso podría tener un cimbronazo político. Externo, pero sobre todo interno, por las tensiones en el Frente de Todos. Si Macri tuvo una explosión, Alberto puede tener una implosión. Todo en las PASO, que pasaron a ser elecciones que tiene una influencia distinta para lo que fueron gestadas.