"Invertir" 150.000 pesos por voto a recuperar: la estrategia oficial hasta noviembre
Para torcer el resultado electoral, el Gobierno volcará ese dinero para reactivar el mercado interno. Se buscan 3 millones de votos, que "costarán" 150.000 pesos cada uno. Los casos de Buenos Aires, Santa fe, La Pampa y San Luis en la mira.
Serán 450.000 millones de pesos de piso los que se aplicarán en la campaña electoral entre esta misma semana y las elecciones del 14 de noviembre. Con este dinero se intentará conquistar a unos 3 millones de votantes que eligieron al oficialismo en el 2019 y que el domingo de las PASO optaron por una de tres alternativas: no fueron a votar, lo hicieron en blanco o eligieron candidatos de izquierda. Haciendo números rápidos, la "inversión" apunta a gastar (millones más, millones menos) unos $150.000 por votante reconquistado.
Y con esta estrategia alcanzar un mejor resultado en Santa Fe, San Luis, La Pampa, Chaco y, fundamentalmente, la provincia de Buenos Aires. Si este fuera el resultado electoral de noviembre, se recuperarían los votantes idos, y se podría casi empardar la elección de diciembre del 2019. El Plan B es que en lugar de 3 millones se logre el retorno de unos 2 millones de personas, lo que no impediría la derrota en todo el país, pero mostraría un resultado más digno y casi un empate técnico con la oposición.
Y luego habría un período de reconstrucción plena entre diciembre y marzo, donde serían tiempos de reconstrucción política y económica para lo que debería ser una segunda oportunidad de la gestión. ¿Alcanzará el volquete de semejante cantidad de dinero para la reconquista del electorado? Se verá.
Lo cierto es que hay, hasta aquí, un triunfador por puntos en los primeros rounds, dentro de la batalla entre la ortodoxia socialdemócrata y el kirchnerismo duro. Estos últimos. Por ahora. Y hasta noviembre continuará Martín Guzmán como ministro intentando controlar que no haya un desborde fiscal inmanejable y que el dinero que se volcará en el mercado interno no dinamite su negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En estas discusiones el titular del Palacio de Hacienda continúa defendiendo la meta de desequilibrio primario en un tope de 4,5% para todo el 2021, y un 3,5% para el 2022; con un sendero decreciente hacia el equilibrio para el 2025. Sólo así habrá negociación exitosa con el FMI. Y Facilidades Extendidas antes o después de elecciones de noviembre, con tope definitivo de firma para marzo de 2022; mes en el que habría que pagarle al organismo unos U$S4.050 millones, dinero que argentina no tiene ni tendrá.
Guzmán mantendrá su estrategia hasta el final. Y defendiendo su propio modelo fiscal. Como se contó en estas columnas, el ministro le garantizó desde agosto pasado a la coalición gobernante que hay disponible mucho dinero para avanzar en políticas activas en el intento para convencer al electorado esquivo; y que los fondos podrían llegar a un nivel cercano (o levemente superior) a un punto del PBI.
Es un total de 450.000 a 500.000 millones de pesos para acelerar partidas hasta el 14 de noviembre; sin alterar la barrera impuesta (y para el infranqueable) por el Presupuesto Nacional 2021; que indica la frontera de un desequilibrio entre ingresos y gastos de no más del 4,5% del PBI. La intención original de Guzmán era cerrar el ejercicio con un déficit primario de no más de 4%, como bandera dentro de la negociación que retomó ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) para un acuerdo facilidades extendidas que debería firmarse antes de fin de año. Al menos esto fue lo acordado en su momento con el kirchnerismo, antes de comenzar la campaña electoral.
Según el ministro, esa barrera de 4,5% no impide que no pueda haber expansión monetaria en los próximos dos meses clave para que haya esperanza de mejorar la perfomance electoral del domingo pasado. Pero insiste en que superar ese nivel podría empeorar la situación económica difícil, especialmente en cuanto a las presiones inflacionarias y cambiarias. Y, obviamente, también las proyecciones de metas fiscales y monetarias en su negociación con el FMI.
La estrategia de Alberto Fernández en cuanto a la economía, es tener una segunda oportunidad hasta las elecciones de noviembre; para demostrar que su idea de recuperación de la economía a partir del crecimiento del mercado interno, puede darse. Considera el equipo económico del presidente (no sólo Guzmán), en que para noviembre la evolución de la recuperación de hasta 8% del PBI sería real, especialmente con el lanzamiento de más dinero en la calle. Y que para el día después de las elecciones, el panorama cambiará sin grandes cambios en la tendencia y sin llegar a la radicalización que se propone desde el bando K. La respuesta final se obtendrá un día después de las legislaturas.