Un cambio de escenario previsible y brutal

Un antiguo proverbio árabe dice “ten cuidado con tus deseos, se te pueden cumplir”. El cristinismo buscó, desde el primer día del gobierno de Macri, que él no pudiera completar su mandato. Hoy, los armadores de esa estrategia fracasada se encuentran ante el mismo escenario que buscaron provocar.

El filósofo José Pablo Feinmann aseveraba en declaraciones a Perfil: “Macri, cuando pierde en la primera instancia, se larga a una campaña tremenda donde pone el cuerpo. Va él, habla en todos lados y así ganó más de un millón y medio de votos”. Aquí el drama es que el presidente Alberto Fernández padece su falla de origen: nunca tuvo legitimidad política.

Esa falta de legitimidad obstruye toda salida lógica. La esencia de la negociación entre Cristina y Alberto es Santiago Cafiero. La tremenda seguidilla de renuncias por parte de los funcionarios que reportan a La Cámpora en la tarde del día 15 de septiembre fue un escenario de presión pensado para doblarle el brazo al presidente.

Contrariamente a lo que se ha señalado, Cristina le hizo saber al ministro Guzmán que ella no pedía su renuncia, por el contrario. La vicepresidenta tiene en su poder un informe que le facilitó Carlos Heller que avala la negociación que lleva adelante el ministro de Economía ante el FMI. El acuerdo de Guzmán con Cristalina Goergieva le da al país un tiempo de gracia de 5 años. En palabras de Heller: “Es espectacular, quién sabe que va a pasar de acá a 5 años”.

Lo que devenga de todo esto es un gran interrogante. Por primera vez desde 1983, el PJ no tiene un plan “B” y la crisis política devendrá inexorablemente en crisis económica si es este el esquema de disputa del poder. Acorralado, Alberto Fernández puede echar mano a la amenaza con la que cerró varias discusiones con Cristina: “Renuncio, hacete cargo vos”.