Opinión

Estado y Estatismo

El candidato Carlos Iannizzotto critica el "Estatismo", que es el mal uso y la intromisión del estado en todos los órdenes de la vida.

Carlos Iannizzotto lunes, 2 de agosto de 2021 · 11:24 hs
Estado y Estatismo

Por Carlos Iannizzotto / El autor es padre de familia, abogado y precandidato a Diputado Nacional

Podríamos decir que Napoleón inventó el Estatismo del Estado moderno. Centralizó en su puño la ley y su aplicación; se declaró con grandilocuencia hijo de la Revolución francesa y cerró periódicos opositores, persiguió a la Iglesia porque lo criticaba, expropió bienes particulares y se presentó como el salvador en imágenes y palabras populistas.

Parece mentira, pero la figura napoleónica se repite históricamente en los que no quieren un Estado ni fuerte ni débil, sino un Estado a mi servicio o lo que vamos a llamar en este artículo, Estatismo. En éstos lo primero que vemos es la necesidad de justificar con palabras grandilocuentes, muy democráticas todas, los apetitos partidocráticos e individualistas. Así, llamarse Estado para luego impedir que las personas reunidas en minorías tengan ningún tipo de incidencia en el Gobierno. Esto no es Estado sino Estatismo.

El Estatismo es la absorción de las libertades por el poder de turno. Declarar en tremendas Constituciones que la libertad es la “esencia” del hombre, para luego obligarlo a estudiar en la escuela laica gratuita y obligatoria con los contenidos que diga el Estado, olvidando a papás y mamás en los criterios de educación sobre sus hijos, esto es muy Estatismo.

Declarar que los ciudadanos son libres de colocarse la vacuna contra el covid19, pero el que no se la coloque no viajará, no entrará al café ni al súper, ni al hospital como hoy en Francia y hasta corre riesgo de perder el trabajo, es con claridad Estatismo. Para el Estatismo somos muy libres, pero marche preso. Y se escracha al disidente en los medios progresistas con epítetos de “anti vacuna” por permitirse preguntar científicamente sobre el contenido de la vacuna. El Estatismo dijo que es buena, ergo, ni aunque Ud. fuera premio nobel de medicina puede dudar. La salud es lo más importante, por tanto pierda su libertad y su inteligencia.

El Estatismo es infiltrarse donde no debe el Estado, en la función de los particulares,  que sí deben ser guiados por el Estado hacia el fin del bienestar de todos: “El primer motor debe dar el movimiento general y no descender nunca a querer mover una ruedecilla, porque eso no le toca a él, y lo hará mal, tocando con demasiada fuerza”, explicaba Castellani el error del Estatismo en Crítica Literaria, ediciones Dictio de 1974.

Y es claro cómo toca ruedecillas en el mercadeo, por ejemplo, cuando el Estatismo invierte en Bolsa y se autofinancia con la usura de propios y ajenos dejando deudas para los hijos. Los medios británicos  se burlan de los gobiernos democráticos argentinos que repiten igual muletilla en sus ascensiones, a saber, que los limita en el poder el lastre del antecesor, la deuda pública más grande de América. Dejemos de lado que la deuda externa empezó con Rivadavia, que la triplicó la Generación del Ochenta, que los militares la exorbitaron y que sigue en duda la validez moral y técnica de su existencia… Lo inmediato es que Macri pidió al Fondo 44 mil millones de dólares, el crédito más grande que haya dado la usureria internacional, y según él fue para pagar la fiesta kirchnerista anterior. A lo que Fernández se encontró con la impagable cifra de US$320.000 millones de deuda a bonistas, organismos de créditos y agencias del sector público… Y el mismo Estado , o Estatismo, argentino, nos avisa que aumentó el 10% en un año. Y el Estatismo inventa palabras esotéricas para escapar a la explicación de acciones concretas, y nos dicen que están reperfilando… Pero que se pagará con el hambre de los niños argentinos: más del 45% de pobreza.

El Estatismo es infiltrarse donde no debe el Estado cuando pone los precios máximos en los supermercados que en lugar de custodiar la mano de obra en la  producción del producto y sus costos, lo que hace es publicitar un punto de venta que lucra con dumping, en lugar de auditar el precio mínimo para que la cosa valga, por lo menos, lo que costó hacerla. El Estado ejerciendo la Economía y no auditando la Economía se llama Estatismo, aunque se publicite como populista como hacía Napoleón.

No cuidar al pez chico frente al depredador de aguas peligrosas como es la pura oferta-demanda y el "mercado libre" del liberalismo, es también Estatismo. Permitir un IVA que se come el trabajo lícito y legal como buen impuesto recesivo que es y que así daña a la familia, pero financia tanto al Estatismo como a los ricos que pudiendo aplicar el IVA del propio consumo para devengar impuestos y se enriquecen aún más. El trabajador formal paga el IVA e Ingresos Brutos de dos maneras, dentro de sus propios consumos, y por el valor agregado incorporado en la etapa que intervienen y que luego, en el caso del impuesto nacional, trasladan como débito fiscal al comprador que sigue. Estatismo contra la Justicia Legal.

Estatismo recubierto de mieles palabreras de populismo. Declaran, por supuesto, que lo que más tienen más deben tributar, grandilocuencias para los consumidores del locro periodístico, pero excesos de impuestos sobre el trabajo legal, el impuesto a las Ganancias pesa sobre el honesto salario, el impuesto a los combustibles pesa sobre la desapareciente clase media, mientras se permite el trabajo informal que financia la destrucción de la familia. No pudiendo cobrar regularmente, dice el Estatismo populista, por lo menos le cobro el 21% de la coca, del asado y de la nafta… Los ricos felices con el Estatismo populista, mientras los trabajadores sostienen el aparato estatal y se empobrecen.

Claramente vemos el Estatismo cuando el mal Estado mangonea la moneda. De aquí se sigue el cáncer de la economía, el impuesto invisible de la inflación. Conflictuando con ello las relaciones sociales para salir herida la Justicia Conmutativa por el sálvese quien pueda de la remarcación comercial, libre de cualquier control. El Estatismo, así, crea la deuda interna, como nos pasó con el plan austral del alfonsinismo y sigue in crescendo por inyectar inflación. Y la socialdemocracia vive de ella.

En definitiva, Estatismo es la traición al principio de totalidad que debe ejercer un Estado sano. Mientras que un Estado como Dios manda busca el Bien Común, el bien de todos y que nadie quede tirado en la banquina, el Estatismo deja esa totalidad de miras por la parcialidad. De aquí a la tiranía, un paso; cito aquí al jurista Alexis de Tocqueville que comparte esas aprehensiones clásicas hacia un régimen que impugna la comunidad de los hombres libres, y, aunque se muestra reservado con respecto a si los términos "tiranía" o "despotismo" son adecuados para nombrar las formas de opresión implícitas en la revolución democrática moderna, no por ello Tocqueville (1980) deja de señalar los riesgos de una tiranía de la mayoría o de un despotismo democrático. Estos conceptos hoy toman significancia. Al fin y al cabo, la revolución democrática moderna ha de optar entre desarrollar instituciones y hábitos de libertad o, en caso contrario, desplegar la tiranía bajo una igualdad irrestricta; se trata de establecer el "imperio pacífico de la mayoría" o de ceder al "poder ilimitado de uno solo. Porque el Estatismo no se define por la rigurosidad de los medios en la consecución de sus intereses antipueblo –dictadura-, sino en no buscar el bien de todos. Un Estatismo puede ser demagógicamente agradable con pan y circo, como se gusta dibujar al desgobierno populista, y no ser dictadura, pero sí arruinar el bienestar.

Y si el Estatismo debe utilizar figuras con gran ascendiente social para ser “coronado”, como lo hizo Napoleón, no dudará en citar al Papa, aunque la tergiversación de la cita fuera comprobable. El Estatismo sale del marco donde se debería acreditar, como es el ejercicio de la prudencia política, para necesitar la bendición externa que recubra su fracaso. Por el contrario, un Estado sano se manifiesta bueno en la búsqueda de la paz interior de los ciudadanos y en la protección de los pobres, y lográndolo tiene su bendición, no necesita más.

Por tanto, es una tarea muy dura, seria y riesgosa llevar adelante al Estado. Sin la clara prudencia de la lectura de los hechos por estupidez, es probable que el gobierno del Estado se vuelva caos hacia la anarquía. Estamos inmersos en olas de disenso. Y un Estado no llevado por hombres prudentes, sensatos y creativos que influyan en ese modo virtuoso de vivir a sus ciudadanos, corre el peligro de caer en Estatismo cuando los apetitos egocéntricos son la motivación.

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