Análisis

Por qué en estas elecciones comienza a disputarse el poder para 2023

Anabel Fernández Sagasti, Alfredo Cornejo y Omar De Marchi están dando batallas internas en el armado de las listas para 2021. Pero lo que subyace es la pelea de fondo que se dará dentro de dos años. En un estado de frenesí, la política se encamina a presentar en diez días a sus frentes electorales.

Marcelo Arce
Marcelo Arce domingo, 4 de julio de 2021 · 13:01 hs
Por qué en estas elecciones comienza a disputarse el poder para 2023
Anabel Sagasti y Alfredo Cornejo, en uno de sus "cordiales" encuentros

El juego político desatado en estos días en Mendoza por el cierre de los frentes electorales y por el posterior armado de las listas de candidatos, tiene un objetivo cercano que está puesto en los comicios legislativos de 2021. Pero lo que subyace, es la pelea de fondo por el poder en la provincia que estará en disputa en 2023.

Tres de los principales dirigentes locales, Alfredo Cornejo, Anabel Fernández Sagasti y Omar de Marchi, ya comenzarán a dirimir esa pelea en estas elecciones y eso se comenzó a vislumbrar a través del frenesí en el que todos están metidos por estas horas para llegar, en primera instancia, a inscribir sus respectivos frentes ante la Justicia Electoral. Esa fecha límite, está fijada para el próximo 14 de julio.

Anabel es, si se quiere, la que más blanqueado tiene su proyecto político. Muestra de ello es el mensaje que ya envío en las últimas horas a quienes están negociando lugares dentro de las listas del peronismo: “Esto no es un loteo por las candidaturas. Acá lo que pretendo armar es un proyecto de poder para dentro de dos años”, les dijo. Carrera difícil para la referente máxima del kirchenrismo en Mendoza. Lejos del triunfo en noviembre próximo, al menos así lo marcan todas las encuestas, un buen resultado para ella sería obtener, como mínimo, el mismo porcentaje de votos que el PJ consiguió en 2019 y que estuvo alrededor de los 35 puntos.

El peronismo está detrás de un armado electoral que sea lo más amplio posible, aunque todavía atraviesa muchos recelos internos. ¿Se terminará reubicando el massismo mendocino encarnado por Jorge Difonso dentro del Frente de Todos? Hoy parece lejana esa posibilidad. Su partido, Unidad Popular, postergó para el sábado que viene una definición acerca de su continuidad dentro de Cambia Mendoza y, si bien no existe ánimo de ruptura, la pésima relación entre Difonso y Rodolfo Suarez complica un acuerdo.

Una estrategia está definida. Anabel no apostará por fomentar candidatos que, por afuera del FdT, busquen hacerle daño a las chances del oficialismo. Y esto apunta directamente a José Luis Ramón quien, casi con seguridad, de competir será incorporado en las listas. El líder de Protectora se derrumbó en los sondeos producto de su salto en el Congreso, sin embargo, calculan en el peronismo, todavía conserva un cinco por ciento de intención de voto que no les resulta nada despreciable.

Los intendentes, potenciales compañeros en las listas de Anabel, no definen todavía si la acompañarán en una campaña que no estará floja de financiamiento nacional. Pero que concluirá muy seguramente con una derrota para el PJ, la duodécima consecutiva en la provincia. La propia senadora se los advirtió hace algunas semanas. “Yo me bajo, si es lo que quieren. Ustedes sabrán que por más que no renueve mi banca, trabajo en el gobierno nacional no me va a faltar”, los provocó. Ninguno dobló la apuesta. Una virtual salida de Sagasti de la competencia puede resultar mas bien una trampa que una solución dentro del PJ. ¿Quién se transformaría en el encargado de buscar los recursos para la campaña en Buenos Aires? O lo que es peor. ¿Quién será la cara de la derrota si no es alguien que sabe que su objetivo no está puesto en las elecciones de este año. Sino que tiene la mira en las que se producirán recién en dos.

Alfredo Cornejo irá en esta ocasión por una banca en el Senado nacional. Pero claramente tiene, también, su mente puesta en 2023. Aunque a diferencia de Sagasti, esconde sus cartas para el juego. Tanto es así, que ni siquiera ha formalizado todavía su candidatura para estas legislativas. No abandona, es cierto, su ambición de convertirse en el candidato presidencial de Juntos por el Cambio y darle batalla tanto a Alberto Fernandez como al kirhnerismo. De hecho es una figura central en la pelea interna de JxC en la provincia de Buenos Aires y fue uno de los principales motorizadores del desembarco de Facundo Manes a la política ara que la UCR cuente con un candidato potente en ese distrito clave.

Pero todos saben que Cornejo también tiene planeado volver a gobernar Mendoza y para muchos hoy en Casa de Gobierno ese es el Plan A. Un dato inquietante: esa misma lectura parece haber hecho la Casa Rosada esta semana cuando decidió salir en rescate de Suarez para que no se derrumbara la licitación de Portezuelo del Viento. Por instrucción del presidente, el embajador en China, Sabino Vaca Narvaja, estuvo reunido a principios de semana con los directivos de Sinohydro en ese país, para garantizarle a la empresa asiática que encabeza el proyecto que no iba a enfrentar problemas con el tipo de cambio. Y además que los pagos se iban a realizar en dólares, principal motivo por el cual Portezuelo había quedado a un paso de caerse.

La movida diplomática tuvo un trasfondo: Alberto Fernández decidió respaldar la construcción de la obra porque la provincia y la Nación son socios en el salvataje financiero de IMPSA, la empresa mendocina que es parte medular en este negocio. Pero también porque desde Mendoza le aseguraron al presidente que Cornejo fue quien juntó las cabezas de las cámaras empresariales que salieron a cuestionar la forma en la que se estaba llevando adelante la licitación del mega proyecto ¿Qué le atribuyen al exgobernador? Una intención de hacer caer Portezuelo para destinar los U$S 1.023 millones con los que cuenta de financiamiento a otras obras públicas de mayor impacto y obtener así una formidable caja para hacer política con la mente puesta en su posible operativo retorno. El kircherismo mendocino creyó haber olfateado la jugada y Alberto accionó.

Omar De Marchi parece haberse subido, también él, a lo que parece ser el leimotiv de esta campaña: “Para que haya un 2023, tiene que haber primero un 2021”. El diputado nacional puja y puja dentro de Cambia Mendoza por mejorar el reparto de los espacios para el PRO y, si bien mantiene un buen diálogo con Saurez, choca contra el muro que le construyó Cornejo para que no avance. La discusión por los lugares, más que política, parece estar reducida a una cuestión numérica. De Marchi quiere conseguir en el reparto dentro de las listas el mismo resultado que, está convencido, obtendría en caso de presentarse a competir por afuera de la coalición oficialista. ¿Cómo sería? Una caudal potencial de al menos ocho legisladores provinciales y, por supuesto, un par de bancas repartidas entre la Cámara de Diputados y el Senado respectivamente.

Si bien los coletazos de la interna fuerte de Juntos por el Cambio en Buenos Aires no pasa desapercibida por acá, es muy poco probable que las diferencias en el armado de Cambia Mendoza se vayan a resolver en la PASO. No llegará a eso el lujanino, básicamente porque sabe que la lucha con el radicalismo será desigual. Sin embargo está entre las posibles salidas al conflicto el armado de un tercer frente electoral que termine presentándose como opción al gobierno y al peronismo.

En el lote de las terceras fuerzas que están buscando asomar la cabeza en estos comicios, está la dupla que conforman Marcelo Romano y Mario Vadillo, que apuesta a una ruptura de De Marchi, para luego convertirlo en candidato a senador nacional por ese sector y lograr lo que les falta a todos los que quieren terciar en la disputa en las urnas de este año: una figura de electoral de peso. Algo similar, están intentando sectores del peronismo disidentes con el armado de Sagasti y los intendentes.

Mauricio Macri ( y el PRO en ese sentido) le transmitió a De Marchi su respaldo en la negociación. Lo instó a acordar, pero también a no dejarse licuar dentro de Cambia Mendoza como ya, a esta altura, ocurrió con el resto de los socios de la alianza que gobierna por la presión del radicalismo. Ese tercer frente es una peligro latente para Suarez, pero muy posiblemente la sangre no termine llegando al río.  De Marchi jugó hábilmente en estos últimos meses en su relación con el gobierno provincial. Nunca terminó de estar adentro y hasta se permitió críticas fuertes que tuvieron impacto, como fue su rechazo al salvataje financiero para IMPSA. En el fondo fue prágmatico: es consciente de que integra una coalición electoral mas que una de gobierno y en ese sentido cree que, en estas instancias, es donde la UCR tiene que negociar. “No quiero que sean generosos, quiero que sean inteligentes”, fue el último de sus reclamos.

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