Máximo Kirchner sigue discutiendo y cruje el frente

Máximo Kirchner no habla con la prensa. Lo poco o mucho que se conoce de él es porque lo relatan sus compañeros más cercanos, presentes cuando sucede algo trascendente, o por aquellos con directamente discute, lo cual sucede cada vez más seguido. A los encontronazos que tuvo con Sergio Berni y Axel Kicillof trascendió que ahora está en crisis su relación con Facundo Tignanelli, algo ya adelantado por MDZ al inicio de esta semana. 

El Frente de Todos padece en estas horas una nueva variante de su crisis interna y es la discusión sobre el modelo que se seguirá en los próximos dos años. "Hay dos o tres puntos de vistas muy diferentes entre sí y si no se sinceran, no tenemos destino", deslizó un funcionario nacional. "O le hacemos caso al establishment o vamos por un camino de consolidación nacional", explicó. 

Pero estas minis crisis lo que exponen con más crudeza es la fragilidad del principal espacio de poder que tiene el Frente de Todos, el que le da sustento a buena parte de su cosecha electoral y el único que aún mantiene un "relato" consistente a los requerimientos de buena parte de los apoyos de las pasadas elecciones. 

"Si ellos tienen problemas, el resto del Frente también lo sufre. No sea cosa que directamente la madre, que es la jefa verdadera, se canse de la pérdida constante de manejo y poder y directamente lo desautorice. Si sucede eso, chau, todos tenemos que agarrarnos", le dijo a este portal un importantísimo analista sin cargo pero con un perfecto conocimiento de las reacciones y las motivaciones de cada una de las partes que componen el oficialismo. 

Todo empezó con el inicio mismo de la nueva gestión nacional y provincial. Ahí el hijo de los dos expresidentes expuso sus intenciones de trazar una nueva relación con el "establishment" partidario, generando no solo una armónica y sólida relación con Sergio Massa, sino participando de reuniones con grupos económicos y productivos más que concentrados en el país. 

A la par, le dio aire a la discusión sobre la conducción de La Cámpora en su principal territorio, el conurbano bonaerense, al permitir que Facundo Tignanelli, presidente del bloque de diputados provinciales, reprodujera ciertas críticas hacia el modo de trabajar de Andrés "Cuervo" Larroque, ministro de Desarrollo Social provincial y conductor hasta nuevo aviso de la agrupación.

Esa puja fue escalando hasta que casi llega el desmadre. Fue el momento donde Kirchner tuvo que volver a intervenir y parar lo que él mismo dejó volar. Y el mejor reflejo fue la confirmación de la lista de diputados de la Tercera Sección Electoral, el nuevo y casi único lugar en el mundo del camporismo, la zona sur y oeste del Gran Buenos Aires.

Llamó la atención, y también fue expuesto por MDZ, que Tignanelli haya sido relegado al noveno lugar de esa nómina, encabezada por un intendente que nunca participó de La Cámpora, como Mariano Cascallares, de Almirante Brown y en la que Mariana Larroque, la hermana de su enemigo, quedó cuarta. Todo un mensaje. 

Ahí se vivió la segunda gran agarrada, en la que dejó en claro que parte de los "pibes" percibían cierta traición o, sin extremar, "desazón". Sin amilanarse, el joven Kirchner les espetó que todos debían ampliarse, que el Frente era eso, y que no podían ser una expresión de una fracción. Que él tenía que demostrar que verdaderamente el frentetodismo "se hizo para ampliar y es con todos". 

"Es un juego bastante peligroso el que está haciendo Máximo", confió alguien que lo conoce bien. "Cierra con Martín Insaurralde, lo esmerila siempre a Axel Kicillof, pero nadie sabe qué van a terminar haciendo Martín y el grupo de los intendentes... Todos juegan al truco y no dicen la verdad".