Laberinto judicial: el infierno que vive una mujer para recuperar a sus hijos
En un testimonio dramático, Carolina Rendón compartió su experiencia tras vivir varios años inmersa en un matrimonio marcado por una extrema violencia física y psicológica. A los 21 años, la mujer decidió casarse con P. E. con esperanzas de un futuro a compartir, pero, en poco tiempo, su vida se convirtió en un infierno.
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Ella recuerda “como si fuera ayer” el primer golpe, también la oportunidad en que el sujeto la hizo limpiar el piso con la boca y las distintas formas en que fue “reducida” (psicológica y físicamente) por él.
Foto: Dámaris Rendón
Para entender fácilmente lo que Carolina vivió, basta decir que hubo una completa deshumanización de su persona. Así fue que ella se sintió reducida a la nada. Es que, durante esos años, tuvo que soportar golpes -incluso durante el embarazo-, amenazas de muerte y la total privación de contacto con su familia y amigos, entre otros abusos. A pesar de esta pesadilla, logró completar sus estudios con el apoyo de su círculo más cercanos, un logro que eventualmente sería clave para su liberación.
Sin embargo, la pesadilla no terminó con la separación en 2013 debido a que, en 2015, el hombre irrumpió y usurpó la casa en la que ella vivía con sus cuatro hijos, quemando sus pertenencias y recuerdos en un acto de violencia inhumana. A través de manipulación y abuso, logró que las autoridades policiales no la ayuden, dejándola en la calle.
Carolina sufrió la retención de sus hijos en varias ocasiones, privándola del contacto con ellos. Tras un caótico proceso, a través de la Defensoría del Niño, pudo recuperar a sus hijos menores, quienes habían sido influenciados por su padre para creer que Carolina los maltrataba y era “la mala de la película”.
Foto: gentileza
La lucha de esta madre por recuperar a sus hijos fue complicada por la falta de apoyo de las instituciones y la indiferencia de la Justicia, a pesar de los informes psicológicos que señalaban el comportamiento abusivo del sujeto. Pasó cinco años sin ver a sus hijos mayores y sin que los hermanos pudieran reunirse.
Para protegerse a sí misma y a los niños, se mudó con ellos a Neuquén, pero el hostigamiento continuó por parte del sujeto, incluso tratando de llevarse a los chicos de la escuela de manera ilegal. Siguiendo el consejo de psicólogos, se trasladó a Mendoza en busca de seguridad y paz. Finalmente, retornó a Neuquén y su vida continúa allí.
Ante la falta de acción de las autoridades judiciales y el prolongado tiempo sin ver a sus hijos, la mujer comenzó a tener visitas extrajudiciales con el apoyo de familiares y amigos.
En 2018, tras un giro revelador de los eventos, familiares, amigas, y grupos de mujeres en lucha se unieron a la mujer en su búsqueda de justicia. Gracias a la presión de la comunidad y la atención de algunos medios de comunicación, su caso finalmente llegó a oídos de los asistentes sociales, y posteriormente, a la defensoría. Después de años de lucha, desde que comenzó el proceso de divorcio, la mujer sintió que había logrado una victoria importante.
El punto de tensión culminante de esta situación se produjo el sábado 22 de diciembre de 2018, cuando el hombre retuvo ilegalmente a los dos hijos más pequeños en su domicilio. A pesar de los claros indicios de manipulación y abuso, la justicia ha mostrado una indiferencia persistente. Sin embargo, esa vez, Carolina y su red de apoyo dijeron “basta”.
Cuando la mujer fue a buscar a sus hijos, el sujeto se negó a entregarlos y llamó a la policía, tergiversando los hechos como lo había hecho durante años. A pesar de mostrar documentación que respaldaba su causa, la policía inicialmente intentó sacar a la mujer del lugar, poniendo en peligro la custodia. Finalmente, pudo ingresar y rescatarlos.
Este acto, fue realizado por su expareja de forma deliberada, según aseguró, ya que se avecinaba la feria judicial y esto imposibilitaba de hacer algo por la vía legal. Se podría decir que fue una estrategia cuidadosamente planeada.
Por fin, las autoridades no se dejaron influenciar por las manipuladas voluntades de sus hijos, un logro que marca un hito en esta dolorosa historia. Tras entrevistar a los niños, las autoridades decidieron tomar medidas drásticas para proteger a la familia: los sacaron por la puerta trasera de la defensoría y les instaron a huir, a alejarse lo más rápido posible.
Con un nuevo sentido de determinación, Carolina ya no guardó silencio. Ahora, tras un tiempo transcurrido, lucha incansablemente por llegar al último hijo que le queda por “liberar”, según considera, para así asegurar su cuidado y protección, especialmente porque siguen siendo víctimas de violencia psicológica, emocional y física por parte del agresor.
En este momento, Carolina ya no está sola, y sus hijos tampoco lo están. Juntos, están alzando la voz en busca de la liberación y la reunificación de la familia. La lucha continúa, y con el apoyo de la comunidad, esperan que la justicia finalmente prevalezca en este caso de extrema violencia.
Hace unos días fue su cumpleaños y, por fin, pudo disfrutarlo con tres de sus hijos. Ahora resta que el tiempo ponga las cosas en su lugar y pueda estar con su familia tras una vida entregada a ellos y a la lucha por conseguir el bienestar que tanto deseó.

Foto: Instagram
Después de largos años de sufrir violencia de género, incluso con una orden de alejamiento en su contra, finalmente, ella sintió que P.E. cesó su control y violencia. Igualmente, la incertidumbre siempre estará presente, según las denuncias, se trata de una persona muy violenta. Actualmente, tiene bajo su custodia a los dos hijos mayores debido a manipulaciones y estratagemas. Aunque el mayor de ellos se podría decir que volvió a los brazos de su madre, pero resta que esto sea una certeza para siempre.
En un esfuerzo por dar a conocer su historia y movilizar el apoyo necesario, Carolina y su comunidad necesitan el respaldo de la sociedad para que la justicia finalmente actúe y deje de ser indiferente ante esta situación.
La historia de Carolina es un testimonio desgarrador de una madre que lucha contra la violencia, la manipulación y la injusticia para proteger a sus hijos. Su valentía y perseverancia siguen siendo una inspiración para aquellos que buscan justicia en situaciones similares de abuso y violencia doméstica.
Foto: Dámaris Rendón
Su causa se ha convertido en un llamado a la acción por todos aquellos que sufren violencia y por los niños que a menudo son utilizados como peones en situaciones de conflicto. Carolina hace un llamado a la comunidad para unirse a ella en esta lucha y seguir presionando a los jueces para que tomen decisiones justas y permitan que sus hijos vivan en libertad.
Actualmente, Carolina comparte su espíritu resiliente con aquellos que necesitan una palabra, un gesto o simplemente un oído que los escuche.
Realmente, se trata de una historia muy dolorosa y movilizante. Pero ella considera que sería de gran ayuda que conozcan este caso aquellos que están pasando por un “laberinto judicial” y tomen las precauciones necesarias para resolver el proceso que atraviesan.