elecciones

A una semana de las PASO: la relación parasitaria entre Macri y Cristina que daña a la Argentina

A una semana de las PASO, los principales candidatos construyen una idea de "todo o nada". Macri y Cristina (con Alberto)  potencian la grieta de manera dañina. Pero viven en una burbuja que los aleja de la realidad. El desafío para ellos será construir legitimidad luego de las elecciones. 

domingo, 4 de agosto de 2019 · 14:27 hs

Es posible que el próximo domingo sea más necesario un psicólogo que un analista político. No es tan raro, pues el voto es, cada vez más un hecho emocional que racional. Por las dudas, los candidatos reforzaron esa hipótesis al jugar con el miedo, la mentira y la idea de estar en una cornisa.

Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner, los dos líderes políticos más odiados pero curiosamente los únicos con potencial para liderar, tienen una relación parasitaria que ha resquebrajado más el núcleo social de Argentina. Se necesitan para ganar por contrastes, pero su construcción discursiva es dañina. Uno no puede existir sin el otro.  

La tensión creada es clara. El pasado corrupto y con concentración de poder o el presente con una economía y familias quebradas. Pero en realidad no hay grieta; ambas premisas son reales. Y ese es el problema.

Ninguno de los dos modelos en pugna tiene pergaminos que le permitan estar tan orgullosos como describen en sus discursos.

Cristina y Macri

El kirchnerismo gobernó 12 años con una billetera gorda y apostó a potenciar la demanda agregada como única estrategia. Puro resultado efectista. Consumismo en su máxima expresión y poco desarrollo humano. Por eso, por ejemplo, los sectores con menos recursos económicos siguieron con una enorme vulnerabilidad. Sobre temas institucionales tampoco les conviene ahondar, pues es el principal flanco débil de ese sector político. Por eso Cristina y Alberto solo promocionan premisas que apuntan a esa visión casi minimalista: desde el carrito del supermercados hasta compra en cuotas.

Macri restringe sus discursos a intangibles de difícil discusión. Nada de realidad tangible, sino ideas generales de estar a mitad del camino. La realidad lo alejó de dos de las tres premisas que fueron eje de campaña en 2015. Unir a los argentinos no es negocio para Juntos por el Cambio y pobreza cero ha dejado de ser una utopía: las carencias de las familias argentinas se potenciaron con Macri.

Como sea, la relación dañina entre los dos frentes políticos que tienen chances de gobernar el país, genera más incertidumbres que esperanzas.

La burbuja

El peor problema para quien le construyen una realidad alejada de lo que pasa es creérsela. Es decir, confundir la ficción con lo que pasa. Los dirigentes políticos que aspiran a tener el poder en Argentina corren ese riesgo.

Viven aislados, sin permitir el disenso interno y que los aleja de la vida cotidiana. Como el caso del niño de la burbuja, podemos verlos; pueden identificarnos, pero no tienen tacto, no huelen lo que pasa y ven a través de un filtro.

La distancia entre la realidad construida para los candidatos y sus discursos y la comunidad es cada vez mayor y se nota con solo un dato que ya hemos repetido: la pésima imagen que tienen los dirigentes que aspiran a tener el poder en Argentina.

El día después

Una de las definiciones criollas del estrés es “preocuparse hoy por problemas que tendremos mañana”.

Pues ese estrés está potenciado gracias al calendario electoral de Argentina. Y, para colmo, con muchas instancias intermedias. Es que es probable que el poder se defina en una elección de triple vuelta donde el temor al “día después” será una constante. Las PASO no tienen sentido como tal porque no se define nada.

Para quien resulte electo el 25 de noviembre y el 10 de diciembre comenzarán los problemas. Primero, para construir acuerdos tras haber roto la convivencia política. Y luego ganar legitimidad en un contexto adverso.