¿Sigue o la sacan?

¿Por qué nos mentimos con el tema de la elección de la Reina vendimial?

Los sanjuaninos no tendrán más Reina: será una embajadora. Y los mendocinos desde temprano en el año empezamos con la misma cantinela. ¿Por qué no nos sinceramos? ¡Es un concurso de belleza! ¿Realmente queremos modificarlo o quitarlo? Para cambiar, primero hace falta reconocer honestamente cómo son las cosas. 

sábado, 24 de agosto de 2019 · 14:18 hs

Como otras veces, comenzamos esta columna con una advertencia: esto no es una noticia. Es una columna de opinión.

Esta semana pasaron muchas cosas trascendentes en cuanto a noticias se refiere. Solo para nombrar dos de ellas, la visita de Alberto Fernández a nuestra provincia, y el terrible incendio que sufre el Amazonas. Sin embargo, los lectores mendocinos le dieron la misma o incluso más importancia a la noticia que comunicó la decisión del gobierno sanjuanino de dejar de llamar “Reina” a la joven que se elige en la Fiesta Nacional del Sol, para pasar a denominarla “Embajadora”. El hecho de que esto repercuta en nuestra Fiesta Nacional de la Vendimia generó discusiones, encendidos debates, comentarios en las radios y en los foros de los diarios electrónicos, aclaraciones de funcionarios diciendo que por ahora nada cambiará, y más.

Frente a este panorama, la pregunta que me surge es… ¿En serio es tan importante la elección de la Reina Nacional de la Vendimia? ¿Es tan trascendental para el mendocino, que aún cuando el tiempo de fiestas departamentales o distritales todavía es lejano, ya una noticia de otra provincia hace calentar el ambiente? La respuesta, es sí. Quizás no para todos, pero sí para la mayoría.

Ver que nuevamente se reaviva el debate que cada año surge, ese de “reina sí”, o “reina no”, y esta vez tan tempranamente, me produce algo de tedio: no lo voy a negar. ¿Vamos a volver a discutirlo? ¡Si nada va a cambiar, al menos por ahora!

Aquí la palabra clave es “asumir”: asumir que, por lo menos en el presente, con respecto a este tema la sociedad también está dividida, y mientras algunos piensan que no debe haber más reinas de la vendimia, otros sostienen que es una tradición en Mendoza que no debe ser tocada y que debe ser valorada y sostenida. Y todo parece demostrar que ninguno le va a hacer cambiar la mentalidad al otro.

Digo que la palabra clave es “asumir” y agrego un sustantivo: la sinceridad. Porque hay que decir de una vez por todas algunas verdades sobre la elección de la reina. Hay chicas que se presentan: nadie las obliga. Hay chicas que acatan los requisitos, que no los cuestionan. Que saben como es el proceso, y que se someten a él. En la votación que se hizo en MDZ, un 64% de los lectores opinaron que se debe continuar con la elección de una reina, mientras que el 36% restante dijo que era algo obsoleto. Mientras haya una mayoría que siga prefiriendo que esto suceda, pues esto seguirá: así es la democracia, ¿O no?

Sin embargo, creo que el foco está mal ubicado. Lo que debemos debatir no es la palabra “reina”, sino la palabra “belleza”. ¿Qué tiene de diferente tener una “Reina” elegida por la belleza como valor principal, a tener una “Embajadora” elegida por la belleza como valor principal? Porque la verdad es esa: elegimos -los que votan, y también nosotros en nuestras casas- a la chica que juzgamos más linda de acuerdo a los cánones de belleza tradicionales del momento. Todos esos argumentos, tipo: “Ahora se forman más”, “Hoy las chicas estudian idiomas”, “Les vamos a tomar una prueba sobre historia de Mendoza y del vino para asegurarnos que estén preparadas”, son justificativos buscados para tapar o usar de chivo expiatorio y no decir lo que todo mendocino dice cuando ve a las candidatas: “esta es linda, esta es fea”.

Aunque parezca algo superfluo, discutir esto requiere decisión política, porque tiene que ver con la popularidad de la medida a tomar. Claro que ahora no es el momento: son otras las elecciones que los ciudadanos debemos hacer en estos meses venideros, y mucho más trascendentes. ¿Pero por qué ningún gobierno en ningún momento se ha animado a plantear el tema seriamente hacia la Sociedad, para dar debate?

El hecho de que siga siendo noticia, luego de los cambios de reglamento que se hicieron, que una mujer que se presenta al certamen y no está dentro de los estándares característicos (porque es una chica trans, o porque tiene más de 25 años, o porque su talle es xl, por ejemplo), habla de que seguimos dándole una gran importancia a los cánones de belleza tradicionales e impuestos. Ni hablar de cuando los memes hacia ellas se convierten en trending topic.

Cualquiera que haya ido a un Carrusel o a una Vía Blanca, y haya escuchado alguno de los epítetos vociferados a las candidatas -algunos muy crueles-, sabe que no hablan de su preparación o de sus estudios, sino de su aspecto físico. ¿Por qué no asumimos que la elección de la Reina en la Fiesta de la Vendimia es un concurso de belleza? ¿Por qué cuesta sincerarse y decir “si, la chica más linda es la que tiene más posibilidades, porque es la que votan los funcionarios, los invitados, y también el público”? ¡Esa es la realidad! Si queremos cambiarla, si queremos evolucionar, si queremos educarnos y empezar a crecer en materia de aceptación y de apertura; debemos ver en dónde estamos parados, dejar de mentirnos con los versitos, y desde allí comenzar a cambiar la cabeza.