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Opinión

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Mendoza

¿Te has puesto a pensar qué querés decir cuando decís "Feliz Navidad" o "Feliz año nuevo"?

Me tocó escribir sobre la Navidad, y eché mano a una experiencia personal. ¿Vos la amás o la odiás? ¿Cómo vivís este día "de locura"?
Foto: Alf Ponce / MDZ
Foto: Alf Ponce / MDZ

Hace unas semanas, caminando por la peatonal, se me acercó una nena de unos nueve años. En realidad, después me di cuenta, eran varios los chicos que pululaban por la calle Sarmiento con el mismo uniforme escolar.

Pero esa nena me quedó grabada: pelirroja, dos colitas divertidas en el pelo, pecosa, extrovertida... cuadernito en mano, me miró y me dijo: "Señor... ¿Le puedo hacer una preguntita?". Confieso que ahí la niña restó puntos, y de la categoría de "adorable" pasó a la de "monstruito", porque el término "Señor" me dolió un poco: me resisto a que me vean como a un "Señor".

"Es la última tarea del año que nos dio la señorita: ¿Qué quiere decir usted cuando dice Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo?", me zampó de golpe mientras me miraba, inquisitiva, como si tuviera un completo derecho a mi respuesta.

Me sentí encajonado en esa pregunta, que, encima, tenía que contestar a boca de jarro, y que me hizo pensar de manera temprana -porque fue hace un mes mas o menos- en los deseos y las fiestas.

La verdad es que es una frase que la escuchamos hasta el hartazgo. ¡Feliz Navidad! ¡Feliz año nuevo! En forma de bomba atómica nos cae desde las redes sociales, nos taladra el correo electrónico, nos invade el Whatsapp, la escuchamos en la radio, la vemos en las pantallas de la tele... y la decimos siempre. Pero realmente nunca me pregunté a mi mismo que pretendo comunicar cuando la digo. ¿Son saludos? ¿Son expresiones de deseo? ¿Son frases hechas? Definitivamente son construcciones que muchas veces se dicen ya sin pensar.

Pero... ¿Qué es lo que efectivamente deseo cuando manifiesto esas palabras? ¿Auguro felicidad, salud, fortuna, paz, bienestar, tranquilidad de espíritu?

Me pareció que debía responderle que deseo una cosa distinta cada vez que lo digo: que al pobre le deseo un poco de seguridad económica; que a los viejos les deseo salud y a los jóvenes aventuras y buena vida, que a los que se sienten solterones les tiro buena onda amorosa, a los tristes, consuelo y a los preocupados, tranquilidad. Que a los que quiero les deseo todo eso junto, y que cuando la frase va dirigida a extraños es quizás un simple dicho de cortesía.

Sin embargo, tuve la sensación de que para la pequeña periodista allí presente todo eso era demasiado complicado de explicar, por lo que opté por resumir mi pensamiento en la palabra que creí más importante y le respondí: "Paz. Cuando digo Feliz Navidad deseo sobre todo, paz".

Es así: la Navidad y la fiesta de Año Nuevo son momentos bastante particulares y producen diversidad de sensaciones y emociones:

Para algunos, son espacios importantes para compartir en familia o con amigos íntimos. Otros los viven con espíritu de "fiesta loca y descontrolada" y disfrutan de esa locura.

Para unos es importante recordar de dónde vienen las fiestas y celebrar los ritos religiosos pertinentes en un clima de paz y espiritualidad. Para otros son dos excelentes feriados para poder escaparse a algún lado -bueno, aunque en este caso, justo caen en sábado y domingo-.

A algunos les produce melancolía, tristeza por los que ya no están y a otros vértigo y emoción por el comienzo de una nueva etapa.

Unos lo viven como una instancia de balances y reflexiones, y otros como la oportunidad de hacer "borrón y cuenta nueva".

Todos sentimientos distintos, y todos válidos.

Pero lo que me dan ganas de decirte, lector, es esto:

Es fácil que en estos tiempos nos coma el alma y el corazón el enojo, el mal humor, el reproche y la queja. Y por supuesto que motivos no faltan. Pero me parece que lo importante es hacer el esfuerzo, y por un ratito aunque sea dejar de quejarse, y -en vez de centrarse en la melancolía o en lo que no se hizo, no pasó o no se solucionó- uno se enfoque en agradecer. 

Agradecer a la gente "de toda la vida" y a la gente "nueva" que se incorporó a tu vida. A aquél que acompañó tu caminar por el 2016 y que lo enriqueció, lo marcó, lo particularizó por algo... y creó momentos especiales que incorporás en tu mochila de "sucesos copados".

Durante el año muchas veces miramos con los ojos nublados por telarañas de acelere, egoísmo y enojo. El familiar nos fastidia o nos demanda demasiado, el amigo nos cansa, el compañero de laburo es un competidor o un pesado. "¡La sociedad es una porquería! ¡Está lleno de chorros!". Vemos enemigos, potenciales o reales, que sólo nos complican la vida. Pero llegan estos días.., y lo mejor de estos días es que todos nos volvemos un poco niños y por eso se nos limpian los ojos.

Porque seamos sinceros... ¿quién es capaz de odiar en Navidad? Religioso o no religioso, hay que ser necio como para no reconocer la buena onda del ambiente, y hay que tener bastante incorporada la amargura como para sentirse totalmente indiferente a los deseos de saludar, abrazar, brindar.

Las fiestas de fin de año achican y acercan. Achican porque te hacen ir a lo esencial: a pensar y reconocer al que "te quiere bien". Quitan del paso las falsas importancias y, justamente por eso, nos acercan a los demás. ¿Y qué mayor alegría que redescubrir la fraternidad?

Seguramente en estos días no vas a poder estar con todas las personas con quien te gustaría. Te propongo un ejercicio: cuando estés brindando -en alguno de esos innumerables choques de copas que se hacen en diciembre- y saludando a los que tenés cerca, tomate un instante y dejá pasar por tu pensamiento y tu corazón un brindis silencioso por el que querés y está lejos, o que vas a ver en otro momento, o por aquél que ya no ves porque no está más. Homenajealo así, en un encuentro íntimo de corazón a corazón.

Dejame que te pida, querido lector, que en estos días no te refugies en la nostalgia. No mires hacia atrás. Contemplá tu presente. Disfrutá: nunca todo es malo. Descubrí que a tu lado hay gente que te quiere. Y si estás solo, sabé que hay gente que necesita tu amor.

Paz para vos, lector.