Coach

Mi experiencia, mi camino

¿Qué he hecho yo para provocar esta situación? ¿Cómo puede beneficiarme? ¿Qué puedo aprender? ¿Cuál es la señal? ¿Cómo transformarla en algo positivo? 

lunes, 24 de junio de 2019 · 10:05 hs

En la vida cotidiana, y para ser efectivos en nuestra interpretación de las cosas, cuando nos suceda algo y no podamos comprender fácilmente qué utilidad puede tener esa experiencia para nosotros, será necesario indagar haciéndonos preguntas.

¿Por qué me ha sucedido esto? ¿Qué he hecho yo para provocar esta situación? ¿Cómo puede beneficiarme? ¿Qué puedo aprender? ¿Cuál es la señal y cuál la enseñanza? ¿Cómo transformarla en algo positivo?

La única forma de aprender es en base a las vivencias, y de lo que podamos extraer como enseñanza de ellas. Porque lo que se oye se olvida, lo que se ve se recuerda, pero lo que se hace es lo que realmente se aprende.

Nuestra experiencia nos define. En fin, yo diría que haber sido es la forma más segura de ser.

Como dice Frankl, la persona que ataca los problemas de la vida de manera activa y sin miedos es como un hombre que arranca una tras otra las hojas del calendario de la vida y las va archivando cuidadosamente después de haber escrito unas cuantas notas al dorso. Así refleja con orgullo y goce toda la riqueza que contienen estas notas. De esta manera advierte que ha vivido plenamente.

¿Qué puede importarle entonces envejecer? ¿Tiene alguna razón para envidiar a la gente joven o sentir nostalgia por su juventud perdida? ¿Por qué ha de envidiar a los jóvenes?¿Por las posibilidades que tienen? ¿Por el futuro que les espera? “No, gracias”, pensará.

En lugar de posibilidades futuras, todos contamos con las realidades de nuestro pasado. No solo la realidad del trabajo hecho y del amor amado, sino de los sufrimientos padecidos con valentía. Dichos sufrimientos son precisamente las vivencias de las que solemos sentirnos más orgullosos, a pesar de que ellos no inspiren envidia.

Debemos ser conscientes del largo camino interior que tenemos por recorrer. Y es en ese camino que aprenderemos numerosas lecciones en forma de experiencias.

¡Abramos los ojos! Porque esas experiencias tienen una reserva invalorable de recursos guardados.

Nuestra misión entonces es aprovecharlos, sabiendo que en ellos reside nuestro verdadero tesoro interior. Como dice José María de Pereda, la experiencia no consiste en el número de cosas que se han visto, sino en el número de cosas en las que se ha reflexionado.

Por Alfredo Diez, escritor, conferenciante y consultor de empresas / Instagram: alfredo10coach