Análisis

¿Está Trump acorralando a Maduro?

Cómo las decisiones de la Casa Blanca de Donald Trump están reconfigurando el futuro de Venezuela.

Miguel Díaz
Miguel Díaz domingo, 2 de marzo de 2025 · 07:00 hs
¿Está Trump acorralando a Maduro?
Foto: BBC

Desde que Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos el 20 de enero pasado, las miradas de América Latina se posaron sobre cómo manejaría su relación con el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela. La inquietud estaba justificada: durante su primer mandato (2017-2021), Trump implementó una política de “máxima presión” que, según sus propias palabras, tuvo a la dictadura venezolana al borde del colapso.

“Teníamos a la dictadura acorralada con las sanciones, a punto de colapsar, pero luego Biden levantó todas las sanciones y le dio miles de millones de dólares al enemigo”, comentó Trump al ser consultado por la prensa estadounidense días atrás.

Esta declaración refleja el tono que marcó su primera gestión, cuando sanciones económicas severas, especialmente contra el sector petrolero, asfixiaron las finanzas del chavismo y pusieron en jaque su estabilidad. ¿Está Trump retomando esa estrategia? A juzgar por sus primeras acciones, todo indica que sí, pero con matices que podrían tener un impacto aún más profundo en Caracas.

Cuando Joe Biden asumió el poder en 2021, su administración dio un giro pragmático al levantar algunas de las sanciones impuestas por Trump. Entre 2022 y 2023, Biden autorizó licencias para que empresas como Chevron operaran en Venezuela, liberó a los sobrinos narcotraficantes de Maduro —Efraín Antonio Campo Flores y Francisco Flores de Freitas, condenados en 2017 por tráfico de drogas— y al testaferro Alex Saab, detenido en 2020 por lavado de dinero.

A cambio, obtuvo la liberación de prisioneros estadounidenses y promesas de elecciones limpias para julio de 2024, compromisos que Maduro incumplió flagrantemente tras proclamarse ganador en unos comicios cuestionados por la oposición y la comunidad internacional.

Este alivio económico permitió al régimen venezolano respirar y sostenerse, pero la llegada de Trump al poder parece haber cerrado esa ventana de oxígeno. ¿Qué significa esto para Maduro?

Apenas se conocieron los resultados de las elecciones estadounidenses el 5 de noviembre de 2024, Maduro buscó adelantarse a los acontecimientos. En un discurso público al día siguiente, transmitido por Venezolana de Televisión, el líder chavista expresó: “En su primer gobierno, presidente reelecto Donald Trump, no nos fue bien. Este es un nuevo comienzo para que apostemos a ‘ganar-ganar’, y le vaya bien a Estados Unidos y a Venezuela… Hoy le deseo suerte en su gobierno”.

Esta declaración, que denota un tono conciliador poco habitual, sugiere que el dirigente socialista es consciente de lo que se avecina. Sabe que Trump no olvida fácilmente y que su historial de enfrentamiento con el chavismo podría traducirse en medidas drásticas. Pero, ¿es este intento de “tabula rasa” suficiente para neutralizar la postura de la Casa Blanca?

Recién instalada en Washington, la administración Trump 2.0 se anotó su primera victoria: la liberación de seis ciudadanos estadounidenses detenidos en Venezuela. A tan solo 11 días de haber asumido el gobierno republicano, Richard Grenell, enviado especial de Estados Unidos, viajó a Caracas y negoció con Maduro la entrega de estos prisioneros.

El funcionario estadounidense reveló que el mandatario de 62 años intentó obtener concesiones, pero él le respondió: “El regalo no es lo que le damos, es que yo esté aquí sentado con usted. Eso es lo que usará para su propaganda”.

Esta operación no solo marcó un triunfo diplomático tempranero para Trump, sino que también envió un mensaje claro: la Casa Blanca está dispuesta a actuar con firmeza, pero sin ceder terreno.

Sin embargo, el verdadero golpe llegaría al mes siguiente, precisamente el 26 de febrero, cuando Trump anunció la revocación de la licencia que permitía al gigante petrolero Chevron operar en Venezuela, una medida otorgada por Biden en noviembre de 2022.

Esta licencia había sido clave para el régimen: según datos de PDVSA, la producción petrolera venezolana aumentó de 600.000 barriles diarios en 2022 a cerca de 900.000 en 2024, con Chevron aportando un cuarto de ese total. La empresa estadounidense no solo generaba ingresos directos, sino que también facilitaba la entrada de divisas que Maduro usaba para pagar deudas y sostener su maquinaria represiva.

Según estimaciones del Instituto Baker de la Universidad de Rice, la decisión de Trump, efectiva a partir del 1 de marzo, podría reducir los ingresos petroleros venezolanos en un 30%. “Sin este dinero de sangre del petróleo, el régimen de Maduro se sostendrá en la economía informal y el narcotráfico. Sin dinero, colapsa el sistema”, aseguró en X el periodista Orlando Avendaño, quien también es un militante activo de la oposición venezolana en el exterior.

Asimismo, el Departamento de Estado, bajo el liderazgo de Marco Rubio, ha mantenido una postura implacable. El diplomático, un crítico histórico del chavismo, afirmó el 27 de febrero en una entrevista con CNN: “Maduro sigue siendo una amenaza para la región y será enfrentado. No vamos a discutir públicamente su salida, eso tendrá que ser abordado”.

Cabe recordar que la posición oficial de Washington no reconoce a Maduro como presidente legítimo tras las elecciones fraudulentas de julio de 2024, respaldando en cambio al opositor Edmundo González Urrutia como ganador. Por eso la pregunta es: ¿qué tan lejos está dispuesto a llegar el Departamento de Estado para forzar un cambio en Venezuela?

Otro frente que acorrala a Maduro es el manejo del Tren de Aragua, una megabanda venezolana que Trump clasificó como organización terrorista el 18 de febrero. Con origen en la cárcel de Tocorón y vínculos documentados con el chavismo —como la recepción de sus líderes por Diosdado Cabello en 2023—, esta banda opera en países como Colombia, Perú y Estados Unidos, donde el Departamento de Seguridad Nacional identificó a 600 sospechosos en 2024. Trump prometió deportar a todos sus miembros, pero advirtió que si Maduro se niega a recibirlos, “habrá consecuencias”.

De hecho, Trump anunció el retiro de la licencia de Chevron al comunicar, a través de Truth Social, que “el régimen no ha estado transportando a los criminales violentos que enviaron a nuestro país (el bueno y viejo Estados Unidos) de regreso a Venezuela al ritmo rápido que habían acordado”.

En paralelo, la oposición venezolana ha recibido un respaldo significativo de la administración Trump. Esta semana, Donald Trump Jr. entrevistó a la líder opositora María Corina Machado. La dirigente de Vente Venezuela resaltó el rol que ha jugado una figura principal de la administración Trump durante la campaña electoral de su país: Elon Musk. Particularmente, indicó que Starlink, la red satelital de Musk, permitió recolectar y digitalizar el 80% de las actas electorales de julio de 2024, demostrando la victoria de González.

Machado celebró el golpe brutal que significó la revocación de la licencia de Chevrón para las finanzas del régimen: “Esto es un paso gigantesco y envía un claro mensaje de que Maduro está en graves problemas. Es la acción correcta en el momento oportuno”.

También denunció los nexos de Caracas con el terrorismo internacional, algo que Trump tiene muy en cuenta en su actual estrategia geopolítica: “Chávez y Maduro le entregaron a agentes iraníes y sirios más de 10.000 pasaportes venezolanos. Muchos han ido a parar a manos de terroristas islámicos”, describió la líder opositora.

Maduro ha perdido el apoyo de los militares. Perdieron en todos los colegios electorales donde votaron, y pudimos demostrar nuestra victoria porque teníamos su apoyo. Está aislado internacionalmente, lo único que le queda es la represión y los recursos de afuera”, aseguró Machado al exponer la fragilidad actual del régimen.

Este aislamiento sólo se matiza con los vínculos que todavía mantiene Maduro con Rusia e Irán, aliados clave que Trump busca neutralizar. Sin dudas, en las negociaciones actuales con Vladimir Putin para poner fin a la guerra en Ucrania, Venezuela podría entrar en la mesa como moneda de cambio.

Por eso, aún es prematuro predecir el desenlace, pero las señales son inequívocas: Trump no parece dispuesto a darle tregua a Maduro. La combinación de sanciones económicas, presión diplomática y apoyo a la oposición configura un cerco que podría dejar al régimen sin margen de maniobra.

No obstante, la historia ha demostrado que el chavismo es resiliente, sostenido por redes ilícitas y aliados externos como Moscú, Teherán e inclusive Beijing.

El desafío para Trump será transformar estas medidas en un cambio tangible en Caracas, mientras Maduro apuesta a sobrevivir como lo ha hecho antes. ¿Será esta vez el fin de la dictadura venezolana, o solo un capítulo más en su larga resistencia?

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