El fin de la era Trudeau: ¿llegó el momento de la restauración conservadora en Canadá?
El anuncio de la dimisión de Justin Trudeau como primer ministro de Canadá marca el fin de una era que, a pesar de contar con un amplio apoyo en sus primeros años, quedó empañada por una serie de crisis y descontentos que finalmente erosionaron su popularidad y la de su Partido Liberal. Este evento no solo deja un vacío de liderazgo, sino que también plantea serias preguntas sobre el futuro político del país, especialmente ante el avance de una oposición conservadora fortalecida.
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La caída de Trudeau no ocurrió de la noche a la mañana. Desde 2015, cuando llegó al poder con una plataforma de optimismo progresista y un enfoque en la inclusión social, el dirigente liberal logró consolidarse como una figura carismática en la política internacional. Sin embargo, sus últimos años al frente del gobierno estuvieron marcados por una serie de problemas internos y externos. Una encuesta reciente de Ipsos, publicada en diciembre, mostró que su aprobación había caído al 32%, un descenso drástico respecto al 60% que ostentaba al inicio de su mandato. ¿Cómo llegó Trudeau a este punto?
En el plano interno, se hizo evidente el cansancio de los canadienses con las políticas progresistas del político de 53 años. Las medidas en favor de la "diversidad" y el medioambiente, que inicialmente fueron su bandera, comenzaron a ser vistas como alejadas de las preocupaciones cotidianas de muchos ciudadanos, especialmente en un país donde la inflación pasó del 1,13% en 2015 al 6.8% en 2022 (para luego bajar al 3,88% en 2023 y 2,44% en 2024). Si bien para los argentinos pueden resultar números relativamente bajos, para un país como Canadá son cifras altas. De hecho, el costo de la vivienda se convirtió en uno de los temas más apremiantes. Según datos de la Asociación Canadiense de Bienes Raíces, los precios de las viviendas aumentaron un 35% entre 2020 y 2024, dejando a muchas familias fuera del mercado inmobiliario.
El descontento también se sintió dentro de las filas del propio Partido Liberal. En los últimos meses, varias figuras prominentes expresaron públicamente su descontento con el liderazgo de Trudeau. Este malestar interno alcanzó su punto álgido tras las derrotas electorales en provincias clave como Ontario y Alberta. Por ejemplo, en esta última, los conservadores obtuvieron un 52% de los votos en las elecciones de este año, consolidando su posición como la principal fuerza de oposición, liderada por Pierre Poilievre.
Con un discurso centrado en las preocupaciones económicas y un enfoque crítico hacia las políticas progresistas de Trudeau, en los últimos meses, Poilievre ha ido logrando captar el apoyo de un electorado que se ha venía sintiendo cada vez más alejado de las prioridades del gobierno liberal.
Ya en las últimas semanas del 2024, la suerte de Trudeau estaba echada y el golpe final se lo dio el “efecto Trump”. El presidente electo estadounidense amenazó con imponer un 25% de aranceles a Canadá, país que exporta el 76% de sus productos a su vecino del sur. A pesar de los intentos de Trudeau por defender los intereses canadienses, su estrategia fue percibida por algunos como débil y poco efectiva, motivando incluso la dimisión de su viceprimera ministra y ministra de Finanzas, Chrystia Freeland, quien en su carta de renuncia el 16 de diciembre habló de “trucos políticos costosos”.
Lo cierto es que ya con Trudeau fuera de escena, el Partido Liberal se encontrará en la difícil tarea de hallar un nuevo líder capaz de unificar a la base partidaria y reconectar con el electorado. Se habla de figuras como la propia Freeland, o Anita Anand, ministra de es ministra de Comercio Interior, como posibles candidatas. Sin embargo, ¿será suficiente para revertir el curso de un partido que enfrenta una fuerte oposición y un desgaste significativo tras una década en el poder?
Al mismo tiempo, este escenario podría conducir a un llamado anticipado a elecciones, lo que daría a los conservadores la oportunidad de consolidar su avance y, posiblemente, formar gobierno. Una encuesta de Angus Reid, realizada en diciembre pasado, reflejó que los conservadores lideran la intención de voto con un 38%, frente al 28% del Partido Liberal. Estos datos destacan el momentum favorable que experimenta la oposición en el escenario político actual, en gran parte debido a la promesa de los conservadores de reducir impuestos y abordar la crisis de vivienda, prioridades que parecen resonar más con el electorado.
La dimisión de Justin Trudeau marca el cierre de un capítulo crucial en la historia reciente de Canadá dejando fuera del juego a uno de los grandes referentes del progresismo de los últimos años. Paralelamente, se abre la puerta a un periodo de transformación que probablemente tendrá al Partido Liberal fuera del gobierno. ¿Ha llegado, entonces, el momento de la restauración conservadora en Canadá?