El pantano contraataca: la batalla en el Senado por el gabinete disruptivo de Trump
Con un Senado dividido y un gabinete lleno de outsiders, Trump enfrenta su primer desafío político: ¿podrá lograr la confirmación de sus nominados?
La configuración de un gabinete presidencial es un ejercicio crucial para cualquier administración entrante, pero en el caso de Donald Trump, la tarea se asemeja a una odisea política.
Con un Senado dividido y una oposición decidida a bloquear nominaciones, el presidente electo enfrenta un desafío titánico en su búsqueda de un equipo disruptivo y leal que responda a su visión política antiglobalista.
En la mira
Trump ha manifestado claramente su intención de romper con el establishment de Washington, y su selección de nominados para el gabinete refleja esta postura.
Un ejemplo de lo que puede venir en los próximos días ocurrió el martes 14 de enero con Pete Hegseth.
Hegseth es un outsider postulado para dirigir el Departamento de Defensa. Además de ser veterano, el candidato de 44 años ha sido presentador de Fox News y es conocido por sus opiniones conservadoras y su crítica a las políticas progresistas que se han infiltrado en el Pentágono.
En su audiencia de confirmación en el Senado, Hegseth enfrentó preguntas hostiles relacionadas con su gestión en organizaciones de veteranos, su vida personal y sus declaraciones públicas en contra de la Administración actual.
Otro de los nombres destacados del gabinete de Trump es Robert F. Kennedy Jr., exdemócrata propuesto para dirigir el Departamento de Salud, conocido por sus posturas críticas hacia las grandes farmacéuticas y su agenda de transparencia en la salud pública.
Kennedy ha expresado su intención de reformar la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), buscando reducir la influencia de las Big Pharma en la aprobación de medicamentos. En ese sentido, propone revisar la Ley de Tarifas por Servicios de Medicamentos con Receta (PDUFA) para lograr una mayor independencia en la FDA.
Adelantándose al embate no solo del establishment sino también de las grandes corporaciones, un grupo de senadores conservadores creó días atrás el bloque “Hacer Saludable a Estados Unidos de Nuevo” en apoyo a la nominación de RFK Jr.
Aunque este respaldo podría facilitar su confirmación, también ha generado resistencia entre los senadores demócratas, quienes cuestionan la idoneidad de Kennedy debido a sus públicas denuncias sobre efectos adversos de las vacunas. Es por esto que la agenda de Kennedy en el Senado se enfocará en su slogan "Hacer Saludable a Estados Unidos de Nuevo", haciendo hincapié en la necesidad de que los niños se alimenten de forma más sana, recurriendo lo menos posible a los alimentos procesados. Este enfoque ha resultado en un argumento que cae "simpático" en las filas demócratas, aunque el resultado del voto final en el recinto es incierto.
Tulsi Gabbard, excongresista demócrata nominada para Directora de Inteligencia Nacional, tendrá a su cargo todas las agencias de espionaje de EE. UU. Esta designación también promete sacudir el Capitolio ya que su postura crítica hacia el intervencionismo militar la colocan en la mira del llamado "Estado profundo", que podría arremeter contra ella durante el proceso de confirmación.
Una mayoría frágil
La oposición, integrada por demócratas y algunos republicanos denominados despectivamente RINO (“Republicanos sólo de nombre”), en referencia a aquellos que simpatizan más con los demócratas que con sus propios colegas de bloque, ha dejado en claro que obstaculizará el proceso.
Un antecedente de hasta dónde podrían llegar las fuerzas “anti-Trump” en su postura obstruccionista se encuentra en el proceso de confirmación de Brett Kavanaugh para la Corte Suprema que tuvo lugar en 2018. Las jornadas estuvieron marcadas por fuertes acusaciones y una intensa cobertura mediática. Este episodio muestra que, incluso con mayoría en el Senado, las confirmaciones pueden convertirse en una prueba política ardua.
Pero ciertamente el balance de poder en el Senado también juega un papel crucial en este escenario. Actualmente, los republicanos tienen una leve mayoría, con 53 escaños frente a 47 de los demócratas. Sin embargo, esta ventaja es frágil ya que, estrictamente hablando, los republicanos sólo pueden permitirse que un máximo de tres senadores se “pasen al otro bando” y se unan a los demócratas. En ese caso extremo, los republicanos podrían aprobar las nominaciones porque desempataría el presidente del Senado, que es el vicepresidente JD Vance (las nominaciones se confirman con mayoría simple). Hay que tener en cuenta que algunos “RINO”, como Susan Collins y Lisa Murkowski, han sido sumamente críticos de Trump en el pasado, lo que agrega incertidumbre al proceso.
En un esfuerzo por evitar errores que puedan ser usados en su contra, el equipo de transición de Trump, liderado por Susan Wiles, quien será la próxima jefa de gabinete, ha implementado medidas estrictas para los nominados.
Wiles es reconocida por su capacidad para imponer disciplina y orden en entornos caóticos. Se le atribuye haber dirigido campañas exitosas para el líder del movimiento MAGA, manteniendo un perfil público bajo pero con una influencia significativa en la estrategia política.
Una de las directivas clave ha sido la prohibición de publicar contenido en redes sociales antes de las audiencias de confirmación. Esta medida busca proyectar una imagen de disciplina y control en contraste con la percepción “desordenada” que marcó parte del primer mandato del dirigente republicano.
“Queremos evitar cualquier distracción innecesaria que pueda ser usada como munición por nuestros detractores”, señaló Wiles en una reunión con el equipo de transición, según trascendió en la prensa estadounidense.
El primer gran desafío
En este marco, la pregunta clave es: ¿puede un gabinete compuesto en gran parte por outsiders superar el embate del “pantano” de Washington? Este término, frecuentemente usado por Trump, hace referencia a los intereses enquistados y las redes de poder que dominan la capital estadounidense. Al desafiar estas estructuras, el político de 78 años está apostando a que su base de apoyo y su mayoría en el Senado sean suficientes para contrarrestar la oposición.
Sin embargo, las audiencias de confirmación no solo son un ejercicio de votos, sino también una batalla mediática y política. Cada nominación se convierte en una plataforma para que los senadores expongan sus agendas y para que los medios amplifiquen las controversias. En este contexto, la estrategia de disciplina implementada por el equipo de Trump podría ser un factor determinante para minimizar el impacto de posibles escándalos o errores de los nominados.
La situación plantea un panorama complejo, donde cada voto cuenta y cada nominación es un campo de batalla. La verdadera prueba será si Trump logra sortear los obstáculos del proceso de confirmación y consolidarse como un equipo funcional y efectivo. Si lo consigue, sus primeros 100 días podrían marcar una pauta de gobierno que redefina las relaciones internas e internacionales de Estados Unidos. ¿Logrará el político antiglobalista superar su primer gran reto?

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