Opinión

2 años de la guerra: el Imperio del mal garantiza a todos un “Calor rojo"

Pasaron 2 años desde que Rusia atacó Ucrania. ¿Se preguntarán cómo estamos? Mal, escriben desde casa, tristes, diría mi padre. Pero él también es uno de los muchos que no sobrevivieron a esta guerra.

Inna Usenko viernes, 15 de marzo de 2024 · 07:41 hs
2 años de la guerra: el Imperio del mal garantiza a todos un “Calor rojo"
La gente en Ucrania está tratando de existir de alguna manera en este infierno. Foto: Efe.

La mala noticia es que los años de feroz resistencia continúan, tenemos cientos de miles de víctimas, miles de kilómetros de territorio perdido y la amenaza de la derrota sigue siendo mortal. Porque en vísperas de la invasión estábamos indefensos.
Los traidores arruinaron el potencial defensivo del país. Primero, entregamos las armas nucleares bajo dudosas garantías. Luego se destruyó la producción de tanques y aviones, misiles y proyectiles. Y después de eso, el enemigo pisó audazmente nuestra
tierra, esperando ganar en 3 días.

Nuestros guerreros, verdaderos atlantes, aún sostienen el cielo, pero Ucrania, como la Atlántida, puede desaparecer, dejando sólo un mito. Porque los batallones piden fuego. Nos toca solo gritar en vano e intentar convencer a nuestros aliados: ¡proporcionad armas inmediatamente! ¡Cerrad los cielos! Los rashistas no dejan de cometer crímenes contra la humanidad. Cada día, las bombas matan y mutilan a personas en sus propios hogares, con niños pequeños entre sus víctimas. Hasta los perros de búsqueda lloran de tanta pena, y la gente corriente pierde el sentido de la vida. Y los guerreros buscan venganza.

Nuestros guerreros, verdaderos atlantes, aún sostienen el cielo.
Foto: Inna Usenko.

El gran Ham, mencionado en la Biblia, gobierna rusia desde hace 100 años.

Estas hordas de asesinos de ojos vidriosos son capaces de matar a cualquiera. Por lo tanto, no sólo Ucrania, sino toda la humanidad está amenazada. Desapareceremos como especie, igual que en su día desaparecieron el leopardo de las nieves, el tigre de Amur o la vaca de Steller, un animal indefenso bárbaramente aniquilado por los mismos moscovitas en sólo 30 años. Porque ham siempre tiene hambre y nunca se sacia.

En la naturaleza, sólo los humanos matan a los de su especie. Y para aceptar de algún modo la violación del tabú principal, nuestro cerebro dispone de un mecanismo de defensa. Simplemente nos engaña, asegurándonos que estamos a salvo. La falsa lógica entra en acción: no se puede matar a la gente, pero si un grupo es masacrado por ellos (esto es genocidio), entonces se justifican echando la culpa a la víctimas (no son lo suficientemente valientes, cortos de miras, antipatriotas o simplemente estúpidos e inútiles…). Pero nosotros somos completamente diferentes, y no estamos amenazados de esto.

Si vosotros también pensáis así, si creéis que estáis lejos de la guerra, que vuestras casas son a prueba de golpes e incendios, que vuestros hijos están a salvo, que vuestro ejército es invencible y que toda la humanidad os protegerá, entonces esto no es más que una ilusión. Los edificios, las escuelas, los famosos museos, los parques únicos de París y Londres, Nueva York y Madrid son tan vulnerables como los nuestros.

En la naturaleza, sólo los humanos matan a los de su especie. Foto: Inna Usenko.

Es una pena reconocer que también fuimos despreocupados allá por 2014, cuando rusia ya se apoderaba de Crimea y Donbás. En aquel momento, parecía que este incendio no iría a más y no nos afectaría. Nuestro “Titanic” ya se hundía y seguíamos  ocupándonos de las nimiedades. Y ahora el enemigo, 5 veces más fuerte, nos tiene agarrados por el cuello desde hace 10 años, incendiando ciudad tras ciudad.

La gente en Ucrania está tratando de existir de alguna manera en este infierno.

Están terriblemente agotados y casi acostumbrados a la muerte. El dolor se ha convertido en algo cotidiano, e incluso la propia muerte se percibe filosóficamente: ¿qué me hace mejor que los demás? Y mientras el viejo del búnker monta un divertimento con sabotajes en las fronteras con los países de la OTAN, los políticos occidentales escuchan atentamente sus discursos. ¿Qué más quiere Putin? Y si una rata se come vuestras provisiones de la despensa, ¿le preguntaréis si quiere también vuestros zapatos y vuestro sombrero? ¿O usaréis veneno inmediatamente? Este es exactamente el caso.

Porque el Imperio del Mal es hoy más malvado que nunca. Lleva décadas alimentando los conflictos en Moldova, Georgia,  Azerbaiyán y los Países Bálticos por turnos. Y ahora los está activando todos a la vez, como en una sesión de juego simultánea. O como un malabarista haciendo girar todos los platos a la vez, aterrorizando al mundo entero. Toca a Polonia, sondea a Estonia y va a defender a "los suyos" en Transnistria. El Ministerio de Asuntos Exteriores moldavo respondió tajantemente a los rusos: "No nos enseñéis democracia, porque no podéis ofrecer al mundo nada más que sangre y dolor".

La agresión y la mentira son sus principales herramientas.

Experimentados provocadores, interceptan los secretos de Washington y Berlín, matan a sus enemigos al otro lado del globo y en sus propias cárceles, con un picahielos o un pinchazo con un paraguas, explosivos en un sobre o té con polonio, según las circunstancias y el estado de ánimo. Y quiero creer que los políticos que se oponen a ellos no son una reunión aleatoria de curiosos y charlatanes, marionetas y funcionarios corruptos. Estos políticos se darán cuenta por fin de que el “Calor rojo” se está recrudeciendo. Porque después del divertimento, comenzará la actuación principal en el teatro de la guerra. Y puede que sea la última, porque no habrá más espectadores.

Al fin y al cabo, los criminales suelen eliminar a los testigos.

Y si la inteligencia natural traiciona a la humanidad, entonces todos los logros de la inteligencia artificial serán una pérdida de tiempo. Es hora de poner una camisa de fuerza a los psicópatas peligrosos. Es hora de escuchar el instinto de autoconservación.

Inna Usenko.

* Inna Usenko, escritora ucraniana desde Kharkiv, se refugió en Madrid, España al inicio de la guerra.

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