Robert Kennedy Jr.: el activista que promete revolucionar la salud en la administración Trump
El nombramiento de Kennedy Jr. como secretario de Salud y Servicios Humanos por parte de Donald Trump ha generado una ola de repercusiones en los mercados, el ámbito político y la Big Pharma.
El lema de Robert Kennedy es simple: "Hacer América saludable de nuevo". Sin embargo, desde que Trump lo nominó el 14 de noviembre, las acciones de las principales farmacéuticas han registrado caídas significativas, reflejando el nerviosismo de una industria acostumbrada a operar con altos niveles de influencia en las políticas regulatorias. ¿Qué representa este nombramiento y por qué causa tanto revuelo?
RFK Jr. es el hijo del exfiscal general y precandidato presidencial demócrata Robert F. Kennedy, y sobrino del legendario mandatario demócrata John F. Kennedy. Conocido por su activismo sanitario y medioambiental, ha sido un crítico vocal de las instituciones que regulan la salud pública en Estados Unidos.
Aunque algunos lo etiquetan como "antivacunas", este abogado de 70 años ha aclarado en múltiples ocasiones que su postura no es contraria a las inmunizaciones, sino a favor de garantizar que sean completamente seguras y efectivamente estudiadas. "No estoy en contra de las vacunas; estoy en contra de las vacunas inseguras", afirmó en una entrevista reciente. Este matiz, sin embargo, no ha impedido que su nombramiento sea recibido con fuertes críticas, principalmente, de las grandes farmacéuticas.
El impacto inmediato de su designación se sintió en Wall Street. Empresas como Pfizer, Moderna y Novavax, pilares del desarrollo de inoculaciones contra el COVID-19, sufrieron caídas notables en sus acciones. Esta reacción del mercado podría interpretarse como un reflejo del temor a las reformas que Kennedy ha propuesto implementar, entre ellas, una reorganización profunda de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA).
“La guerra de la FDA contra la salud pública está a punto de terminar. Si trabajas para la FDA y eres parte de este sistema corrupto, tengo dos mensajes para ti: 1. Conserva tus registros y 2. Haz las maletas”, apuntó el exdemócrata en su cuenta de X.
Un sistema bajo la lupa
La FDA, que regula un mercado de casi tres billones de dólares, ha sido un blanco constante de Kennedy. Según el activista, esta institución se encuentra profundamente influenciada por las corporaciones que debería supervisar. En una publicación reciente en sus redes sociales, Kennedy afirmó: "La FDA no está protegiendo a los consumidores, está protegiendo los intereses de las farmacéuticas". Su intención de revisar las tarifas de usuario, que representan aproximadamente el 45% del presupuesto de la agencia, podría transformar la relación entre reguladores y regulados.
Entre las reformas que Kennedy propone, se destaca minimizar los conflictos de interés que rodean a la FDA y garantizar que las decisiones de la agencia se basen en criterios científicos y no en presiones externas. ¿Es posible imaginar un sistema donde los intereses de la salud pública prevalezcan sobre los comerciales? La pregunta subyace como un desafío monumental, aunque no imposible.
Políticas de salud pública: más allá de las vacunas
Pero la visión de Kennedy no se limita a las vacunas o las regulaciones farmacéuticas. Su enfoque holístico incluye propuestas para mejorar la nutrición y reducir enfermedades relacionadas con la dieta. Desde la reforma de los almuerzos escolares hasta la promoción de alimentos más saludables, su agenda busca atacar de raíz problemas crónicos de salud pública.
Robert F. Kennedy Jr. es el presidente de la junta directiva de Children's Health Defense, una organización sin fines de lucro que fundó en 2007. Al día siguiente que Trump se consagró ganador de las elecciones, Kennedy visitó la cadena de noticias MSNBC para adelantar parte de sus reformas: "En algunas categorías, hay departamentos enteros, como el departamento de nutrición de la FDA, que tienen que desaparecer, que no están haciendo su trabajo, que no están protegiendo a nuestros niños".
En cuanto a las vacunas, Kennedy fue tajante: "No voy a retirarle las vacunas a nadie. Nunca he estado en contra de las vacunas… Si las vacunas funcionan para alguien, no se las voy a retirar. La gente debería tener una opción, y esa opción debería estar fundamentada en la mejor información".
Asimismo, el futuro funcionario ha señalado su intención de redirigir fondos de investigación hacia enfoques preventivos y holísticos, un cambio que podría alterar el paradigma actual de un sistema centrado en tratamientos.
En términos medioambientales, ha abogado por una revisión del uso de pesticidas y la eliminación del flúor del agua pública, propuestas que ya han empezado a generar repercusiones: el 22 de noviembre, el gobierno de Florida anunció su recomendación a los gobiernos locales en todo el estado que suspendan la fluoración de los suministros de agua comunitarios, citando preocupaciones sobre posibles riesgos a la salud, especialmente en mujeres embarazadas y niños.
Obstáculos políticos y legales
Sin embargo, la implementación de estas reformas enfrenta serias barreras. Reestructurar la FDA o cambiar la política de protecciones laborales para empleados federales requiere no solo de voluntad política, sino también de amplios consensos en un Congreso que si bien tendrá mayoría republicana en ambas cámaras, adelanta un debate caliente. Además se descarta la resistencia que opondrá la industria farmacéutica, que dispone de enormes recursos para presionar y litigar.
El impacto de estas reformas también podría tener un efecto internacional. Dado que muchas farmacéuticas estadounidenses operan en mercados globales, cualquier cambio en sus dinámicas internas podría repercutir en países fuertemente influenciados por Estados Unidos como Argentina, donde las decisiones de la FDA suelen tener peso regulatorio indirecto. ¿Cómo responderán los gobiernos extranjeros a esta potencial nueva era de mayor transparencia en las aprobaciones de medicamentos y tratamientos?
¿Héroe o amenaza?
La figura de Robert Kennedy Jr. polariza opiniones. Para algunos, representa una amenaza a la salud pública, un activista imprudente que cuestiona los pilares de la ciencia moderna. Para otros, es un reformador necesario, dispuesto a enfrentar a un sistema que, según sus críticas, ha priorizado las ganancias sobre las personas.
“Me comprometo a impulsar su visión para que Estados Unidos vuelva a estar sano”, le dijo Kennedy a Trump cuando este lo nominó para liderar la cartera de Salud.
“Tenemos una oportunidad generacional para reunir a las mentes más brillantes de la ciencia, la medicina, la industria y el gobierno para poner fin a la epidemia de enfermedades crónicas. Estoy deseando trabajar con los más de 80.000 empleados del Departamento de Salud para liberar a las agencias de la asfixiante nube de la captura corporativa para que puedan llevar a cabo su misión de hacer que los estadounidenses vuelvan a ser las personas más sanas de la Tierra”, añadió.
El activista finalizó: “Juntos acabaremos con la corrupción, detendremos la puerta giratoria entre la industria y el gobierno, y devolveremos a nuestras agencias sanitarias su rica tradición de ciencia basada en la evidencia. Proporcionaré a los estadounidenses transparencia y acceso a todos los datos para que puedan tomar decisiones con conocimiento de causa para ellos y sus familias”.
En todo caso, lo que es innegable es que su papel en la administración Trump tiene el potencial de transformar profundamente el sistema de salud de Estados Unidos y, por ende, influir en buena parte del resto del mundo. Si logra superar los obstáculos políticos, podría sentar precedentes históricos en la relación entre la industria farmacéutica y las instituciones reguladoras. ¿Será este el inicio de un cambio profundo en el paradigma de la salud pública?