Protestas en Bielorrusia: Lukashenko ahora pide ayuda a Putin

En un nuevo giro discursivo marcado por la necesidad de auxilio, el presidente bielorruso Alxandr Lukashenko, afirmó hoy que necesita hablar con su par ruso, Vladímir Putin, al alegar que debido a las protestas en su contra no solo Bielorrusia corre peligro, sino que Rusia también está amenazada.

"Hay que contactar con Putin, el presidente de Rusia, para que yo pueda hablar con él ahora. Porque ya no se trata de una amenaza solo a Bielorrusia", dijo Lukashenko, citado por la agencia oficial bielorrusa Belta, en una reunión con altos cargos del gobierno de ese país europeo.

El mandatario, en el poder hace 26 años, se refería a las protestas populares que sacuden a la antigua república soviética desde el domingo pasado, tras la difusión de los resultados de un sondeo a pie de urna gubernamental que le dio más del 80 % de votos en las elecciones presidenciales. "Quiero decir que defender hoy a Bielorrusia no es menos que defender todo nuestro espacio, el Estado Unificado (Rusia-Bielorrusia). Si los bielorrusos no resisten, la ola llegará hasta allá", advirtió.

Se trata de un cambio de postura de Lukashenko respecto a su principal (y casi único) aliado, dado que anteriormente acusó a Rusia junto con Polonia, Ucrania y la República Checa de instigar las protestas en el país, aunque insistió en que estas son dirigidas desde el exterior y denunció que Bielorrusia es víctima de una "agresión".

La Unión Europea (UE) anunció este viernes que endurecerá las sanciones contra funcionarios de Bielorrusia responsables de la falsificación de los resultados de los comicios presidenciales del pasado día 9 y de la subsiguiente explosión de violencia en las calles. "La Unión Europea no acepta los resultados electorales. Comienza el trabajo para sancionar a los responsables de la violencia y la falsificación", escribió en Twitter el alto representante de la UE para la Política Exterior, Josep Borrell, al término de una reunión de los ministro de Exteriores del grupo.

Al menos dos personas han muerto, casi tres centenares de heridos, y cerca de 7.000 detenidos es hasta ahora el balance que ha dejado la represión policial de las manifestaciones de protesta que se han extendido a todo el país. Los ciudadanos que han sido puestos en libertad han denunciado haber sido sometidos a torturas y palizas en los centros de detención, y han exhibido a los medios las huellas de estas.