La utilidad de la ONU y del papa para la guerra y la paz

Un diálogo con el salvadoreño José Henríquez, que dirige la organización mundial católica por la paz en 50 países, en un mundo sin paz.

Gabriel Conte lunes, 1 de septiembre de 2014 · 09:09 hs
La utilidad de la ONU y del papa para la guerra y la paz

 La paz ¿a qué costos? ¿Quién es capaz de ponerle el cascabel al gato? Desde hace unos días, la Franja de Gaza ya no es objetivo de los misiles de Israel y, por cierto, las provocaciones de Hamas desde territorio palestino, también han cesado, en virtud de una tregua gestionada desde Egipto. Pero no es la única paz ansiada en el mundo, aunque sí, en su momento, haya alcanzado niveles de comunicación que, por ejemplo, no logra el horror que ejercen los yihadistas en otros rincones del planeta con menos conectividad y corresponsales, como África y Asia.

Baste que un protagonista de un degüello sea americano o europeo (del lado del cuchillo que se trate) para que el caso sea conocido globalmente. Pero el accionar de Boko Haram en Nigeria, los secuestros de mujeres y niñas en zonas inhóspitas del Sahel africano, las masacres del Estado Islámico en territorio irakí o lo que sucede en Siria muchas veces no son noticia.

Una mirada particular tenemos desde Latinoamérica sobre estos asuntos cruciales para la humanidad desde que un hombre nacido en Argentina fue elegido por sus pares cardenales para ejercer el liderazgo de la iglesia católica y del Estado Vaticano, Jorge Bergoglio, el papa Francisco.

Solo debe pronunciar una frase para que sus palabras se extiendan por el mundo que adscribe a su culto y, especialmente, en el continente que lo vio nacer. Es esa situación la que desencadena un nuevo interés en comunidades acostumbradas a consumir sus propios (y muchos) problemas a conocer qué horrores se producen más allá de las fronteras.

José Henríquez es salvadoreño y católico. Además de su formación religiosa, posee una maestría en desarrollo internacional en la universidad Americana de Washington, D.C.. Estudió sociología y enseñanza social de la Iglesia en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma e hizo estudios de teología y educación en América Central.

Después de muchos años de trabajar en diversas iniciativas centradas en temas de justicia, paz y derechos humanos, como director ejecutivo de la Fundación Marista, Henríquez formó parte de la red marista latinoamericana de solidaridad y también sirvió como coordinador de la Comisión de Justicia, Paz e Integridad de la Creación de la Conferencia de Religiosas y Religiosos de Guatemala (CONFREGUA).

Con esos antecedentes, una organización de peso mundial como es el Movimiento Católico por la Paz Pax Christi, lo eligió para dirigir sus destinos, cosa que realiza desde Bruselas, en Bélgica. Desde la “capital” de Europa le toca coordinar acciones muy diferentes en todo el mundo y lo hace con esta doble responsabilidad: ser latinoamericano y católico, como el papa, y tener en sus manos una organización tan extendida e influyente.

El pasado 6 de agosto el pontífice argentino recibió de su organización, que está en 50 países, una carta. En ella, Henríquez le dijo a Francisco: “El 26 de septiembre, primera Jornada Mundial por la Eliminación Total de las Armas Nucleares, pidiendo que se eliminen, de una vez por todas, los arsenales nucleares existentes. Usted ha hablado de la inmoralidad de la inversión en armamentos y Pax Christi respalda totalmente su posición”.

¿Será “el papa del fin del mundo” la persona capaz de ponerles esos cascabeles a esos gatos? Lo hablamos con José Henríquez. Aquí, sus esperanzas e ilusiones:

Todo el mundo piensa que el papa Francisco puede hacer algo por la paz en el mundo. Pax Christi le ha pedido que medie entre Israel y Palestina. ¿Ustedes realmente creen que puede hacerlo?

- Creemos que el papa Francisco tiene una preocupación especial y un interés particular en temas de paz y reconciliación que es patente en sus discursos y sus acciones. Esta preocupación, unida a su carisma personal y a la visibilidad y a la influencia internacional que tiene, le dan un gran potencial como mediador. Si pensamos en la invitación de los líderes de Palestina e Israel al Vaticano, o en el envío de un representante personal a Iraq, creemos que el papa tiene la capacidad y la posibilidad de abrir espacios para el diálogo, de construir puentes – que es la esencia de la mediación – no sólo en Palestina sino en otras partes del mundo.

¿Cómo es posible que apenas unos días después de que Francisco reuniera a Abbas con Peres y visitara Tierra Santa, se desatara este horror?

-Es importante comprender la naturaleza de la reunión en el Vaticano así como la complejidad del conflicto. En primer lugar, el encuentro del Vaticano fue una jornada de oración, no una ronda de negociaciones políticas. Se trataba de abrir nuevas posibilidades de encuentro, de ofrecer al mundo imágenes que permitiesen renovar la esperanza, de abrir nuevos espacios a la paz. No creo que nadie esperase que luego de ese encuentro se solucionara el conflicto entre Israel y Palestina. Hace pocos meses habían fracasado los intentos de negociación política en los que Estados Unidos estuvo involucrado. El conflicto es muy complejo y sin resolver las causas estructurales – en las que la ocupación de Palestina tiene un puesto central – no habrá paz; sin lograr el mutuo y legítimo reconocimiento de dos estados libres y soberanos, sujetos a la legislación internacional, no habrá paz entre israelíes y palestinos.

No es el único conflicto abierto en el mundo. De hecho, su organización ha trabajado mucho con Siria- Ahora mismo están persiguiendo cristianos en Irak, torturándolos y matando. En África. O los que vivimos en Latinoamérica que, salvo Colombia, son de otra especie, urbanos, de inseguridad. ¿De qué forma creen que deben actuar los líderes religiosos para terminar con esto?

-Los líderes religiosos tienen una tarea importante debido a la influencia que tienen ante segmentos enormes de la población mundial. Y al hablar de líderes religiosos me refiero a los distintos niveles de las jerarquías que existen en las varias tradiciones religiosas. Aunque las responsabilidades sean similares, la concreción de su influencia y los márgenes de acción son distintos en cada caso. 

¿Por ejemplo?

- En muchos de los conflictos de África y el Medio Oriente se habla de la religión como uno de los componentes del conflicto. Aunque esto tiene parte de verdad, en muchos casos hay una lectura errónea de la participación del factor religioso. En la República Centroafricana se llegó a banalizar el conflicto presentándolo como un enfrentamiento entre cristianos y musulmanes, y ciertamente hubo enfrentamientos sangrientos entre fieles de ambas tradiciones, pero las razones estructurales del conflicto quedaron en la oscuridad al presentarlo de esa manera. Era más fácil de digerir y tal vez también más fácil de vender en los medios de comunicación. La religión dentro de la vida social no existe en abstracto, sino que existen instituciones religiosas que promueven una serie de valores y normas relacionadas con sus propias tradiciones. Desde esa perspectiva, si esas instituciones no son capaces de educar y de promover entre su feligresía una paz que surge de la justicia basada en el respeto a la dignidad de cada persona, entonces, esas instituciones están fallándole a la comunidad humana, local y global. Es claro que las instituciones religiosas sólo tienen un margen de influencia y por eso parte de la responsabilidad de los líderes religiosos es la de acompañar a sus comunidades de fieles en la insistencia en la búsqueda de justicia y reconciliación ante sus autoridades políticas dentro del marco de autonomía que les corresponde.

¿Hay una gran desesperanza en el rol que cumplen las Naciones Unidas que se apela a otros referentes para ponerle freno a los conflictos?

- Yo no hablaría de desesperanza sino más bien de la necesidad de crear nuevos espacios para la mediación. Y esto sumado a la necesidad de seguir fortaleciendo la institucionalidad de las Naciones Unidas a través de una serie de reformas largamente esperadas. ¿Por qué nuevos espacios? Pensemos en el rol que los gobiernos de Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y los países árabes tienen en varios de los conflictos agudos de nuestro tiempo (p. ej.: Siria, Gaza, Ucrania e Irak). Sus diferencias políticas y los intereses que tienen en juego son muchos y esto se refleja particularmente en las discusiones y faltas de consenso del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esas diferencias crean parálisis que son fatales. Cuando se obstruyen algunos canales de mediación, es necesario tener creatividad para abrir nuevos, no para que funcionen independientemente, sino para que recuerden a los canales legítimos internacionales cuál es su responsabilidad.

¿Cómo ven desde Pax Christi el papado de Francisco y, en especial, estos 500 primeros días?

- Lo vemos con gratitud y esperanza. El papa tiene una actitud de pastor que hace énfasis en una vuelta a la simplicidad y al compromiso con los débiles que están en el corazón del evangelio. Lo consideramos un mensajero de paz. En su tiempo de servicio ha proclamado permanentemente que la violencia – y los conflictos violentos – están intrínsecamente relacionados con la ausencia de la justicia y de la solidaridad. Nos recuerda que la donde hay injusticia y exclusión no puede haber paz.

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