Opinión

Un análisis de Toy Story: lo ganado y lo perdido en cada capítulo

La saga que marcó un antes y un después en la historia del cine, ha contado desde el principio con una sólida base narrativa y una factura de animación en constante progresión. Sin embargo, hay una fuerte coincidencia entre fans y críticos que consideran que el episodio cumbre fue el tercero, mientras que la flamante cuarta entrega marca un giro tan innovador como desafiante. Votá tu capítulo preferido al final de la nota.

sábado, 29 de junio de 2019 · 17:39 hs

Con casi 25 años de historia a puro motor de encanto y prodigio, la saga Toy Story conquistó lo que pocos productos de animación han logrado sostener y potenciar de una manera tan descomunal. El vaquero Woody y sus aliados cuentan a esta altura con dos generaciones de fanáticos en la comunidad mundial. El fenómeno de adultos y niños disfrutando por igual dentro de una sala de cine, tiene una mística difícil de traducir a través de un puñado de palabras. Durante poco más de una hora y media, madres y padres son auténticos pares de sus hijos e hijas, en una suerte de tarde juegos, bajo la cálida luz de algún inolvidable atardecer.

En Argentina, el arrasador estreno de Toy Story 4 ganó varios récords en pocos días. Se transformó en la película con mayor cantidad de espectadores en la historia de las salas de cine nacionales durante su fecha de estreno, más de 400.000 personas la vieron el jueves de la semana pasada. Un par de días después, el film superó el millón de entradas vendidas, convirtiéndose en el título que más rápido llegó a esa cifra en los registros de la taquilla de nuestro país. Finalmente, el miércoles pasado el tanque de Pixar, se coronó como la película que más vertiginosamente sobrepasó la barrera de los 2 millones de tickets. A su vez, entre el 20 y el 27 de junio, los cines argentinos amasaron un hito con su semana de mayores ventas de todos los tiempos: más de dos millones y medio de entradas en total. Con un promedio de un 85% de esos ingresos correspondientes específicamente a Toy Story 4.

Más allá del fervor de los números, una de las sagas más importantes de la historia del cine merece con la aparición de cada nuevo capítulo una revisión de todo su recorrido. Un repaso por los logros de este milagro animado, y también un análisis de aquello que de manera indefectible ha perdido alguna pizca de asombro. Preparados para desplegar sus alas cual Buzz Lightyear. Al infinito y más allá.

Toy Story: la última revolución del primer siglo del cine

En 1995, el episodio germinal de esta fabulosa creación de Pixar concretó algo que la industria venía insinuando y se transformó en la primera película de la historia realizada completamente por animación digital. Un contundente hito para celebrar los 100 primeros años del cine, que a su vez es hasta la actualidad el salto más significativo en términos técnicos y artísticos conquistado por el lenguaje cinematográfico en las últimas décadas.

Visto casi un cuarto de siglo después de su realización, el eslabón inicial de esta saga acusa algunas carencias en su factura de animación. Pero claro, eso es porque nuestra mirada ya está familiarizada con la perfección de los volúmenes más recientes. En su momento, ni siquiera había parámetro de comparación por el irrefutable hecho de Toy Story fue la absoluta pionera. El film faro de la saga encontraba sus mayores limitaciones a la hora de trazar espacios abiertos, como por ejemplo calles. También los personajes humanos y animales de esa primera entrega, hoy pueden resultar un tanto sintéticos frente a las ultra mejoradas versiones del flamante episodio.

Buzz Lightyear y Woody, una alianza perdurable que comenzó en 1995 con el debut de "Toy story".
El legendario local de Pizza Planet en el primer capítulo de "Toy Story".

Narrativamente, desde un principio hasta el presente, este conjunto de películas se ha construido sobre fórmulas clásicas de probada eficacia: personajes carismáticos, exaltación de valores y canciones irresistibles; son los ingredientes de este combo siempre infalible. Cada vez que suena el querible hit Yo soy tu amigo fiel, del legendario cantautor Randy Newman, corre por nuestros sentidos una sensación que se reparte entre la calidez y la nostalgia.

Como lo que importa en toda gran aventura es el despliegue de proezas en pos de cumplir un determinado objetivo, Toy Story ha trazado sistemáticamente creativos y entretenidos planes de rescate. En el debut, el vaquero Woody se hizo cargo de salvar al guardián espacial Buzz Lightyear de las destructoras manos de un siniestro niño cuyo principal pasatiempo consistía en mutilar juguetes. Mientras la dupla se encontraba en esa suerte de campo de batalla, el resto de los aliados del cowboy hacía su parte, todos juntos fortaleciendo el principio de lealtad mutua, que también se ha mantenido inalterable durante toda la saga.

Sid Phillips, el macabro niño destructor de juguetes que oficia como villano del eslabón germinal de "Toy Story".

La ansiada meta de volver a casa, sanos y salvos, para cumplir con su rol de ser incondicionales laderos del pequeño Andy, ha sido el imperativo de estos fieles juguetes que no han querido perder ni un instante de felicidad junto a su niño. La historia arrancó con un notable despliegue técnico y un logradísimo resultado emocional. La maquinaria ya estaba lista para el próximo desafío.

Toy Story 2: gambeteando el abismo del segundo paso

Para toda saga, el capítulo número dos supone un riesgo que puede desembocar en una caída fatal. Frente a ese cuadro de situación, la decisión de Pixar en 1999 fue la de no mover demasiado la aguja. Con una progresión en la factura de animación, esa vez fue Buzz Lightyear el encargado de salvar a Woody de un maléfico animador infantil, quien apoderándose del vaquero logró completar una colección de juguetes vintage con la intención de hacer una carísima venta a Japón. Un suculento menú de secuencias de acción, nuevos personajes, una batería de gags eficaces, y ajustadas escenas musicales; contribuyeron a esta digna segunda epopeya de un puñado de juguetes siempre listos para ser solidarios con sus pares, tanto los de siempre como los recién llegados. El regreso al hogar una vez más abrazó la alegría de todos.

Toy Story 2, nuevo personajes y más acción en el digno segundo episodio de la exitosa saga animada.

Toy Story 3: la obra maestra del lagrimón

En 2010, nuestra querida saga animada conquistó su cumbre artística y emocional. Tras poco más de una década, el salto cualitativo en la calidad de imagen se hizo notable en texturas como el pelaje de los animales y la mirada de los personajes humanos, mientras que la riqueza de detalles en las escenas que transcurrían en espacios abiertos finalmente brillaba en todo su esplendor.

Pero más allá de los logros técnicos, producto del desarrollo de nuevos y sofisticados sistemas, Toy Story logró un estado de gracia absoluto entre sus espectadores del capítulo debut y ese Andy que hace nueve años se preparaba para entrar en la Universidad. Con un pie en la odisea del rescate mutuo y otro en la nostalgia de aquello que quedó atrás en el tiempo, los arrinconados juguetes se vieron frente a la disyuntiva de ser donados o almacenados en la solitaria oscuridad del altillo.

Andy ya no es un niño. La despedida de la infancia y sus inolvidables compañeros: Woody y Buzz Lightyear

Muy a tono con una coyuntura cada vez más crítica del avance de sociedades militarizadas, los soldaditos fueron los primeros en decidir en partir del hogar, temerosos de terminar en la bolsa de la basura. También en el episodio 3, resultó muy significativa la ausencia de la pastora Bo Peep, eterno amor de Woody, y guiño anticipado de que a pesar del perfecto cierre de ese capítulo; todavía quedaba algo más por contar.

Ya en pleno siglo XXI, la franquicia alcanzó dos momentos imborrables: los juguetes entrelazando sus manos a metros de ser destruidos por la llamas en un gigantesco basurero, y el momento en que Andy entrega sus queridos compañeros de infancia a la pequeña Bonnie. El hecho de que el vaquero decida sumarse a la sentida donación, cuando aquel pequeño devenido en estudiante universitario había decidido conservarlo, no sólo es un gesto de lealtad de Woody hacia sus compañeros; sino también la aceptación de que su ciclo junto a su niño había terminado.

Los juguetes entrelazan sus manos, a punto de ser devorados por el fuego en "Toy Story 3".

Esa escena es emocionalmente inconmensurable porque nos estampa con el imaginario de la infancia como paraíso perdido, y a su vez con la chance de ser testigos del último juego de Andy junto a Woody, Buzz y todos sus aliados. Con una dignísima cuota de tristeza y la ambigua expectativa de un cambio de ciclo, el joven se alejaba del jardín de Bonnie mientras la niña quedaba inmersa en un mundo lúdico junto a sus nuevos amigos. Toy Story 3 se convirtió en una de las películas más elocuentes en el registro sobre la maduración y el paso del tiempo. La humanidad quedó con los ojos empañados.

Toy Story 4: juguetes empoderados en un gran desafío (contiene spoilers, incluyendo el final)

A nivel sensorial, casi podemos sentir las gotas de agua de la enorme tormenta con la que empieza la flamante entrega de esta saga animada. Las texturas son perfectas, en todos los personajes y en todas las escenas. A su vez, en tiempos en que reina un estilo de animación frenético, como el que ha impuesto la compañía Illumination con películas como Minions y La vida secreta de las mascotas, Toy Story logra sostener el irresistible tono emocional y la excelencia en la calidad visual conquistados en los tres eslabones anteriores.

En su primer largometraje como director, Josh Cooley mantiene por lo alto el carisma de los protagonistas que vimos en las entregas previas de la saga, incorpora algunos nuevos, y vuelve a poner en escena a la pastora de porcelana Bo Peep. La muñeca se presenta esta vez en versión empoderada. En una era de conquistas feministas, Bo Peep ha logrado superar la categoría de "juguete perdido", para disfrutar a sus anchas de toda aventura que ella esté dispuesta a correr, sin el imperativo de que su juego esté supeditado a los designios de un niño o una niña.

Este capítulo incluye la simpática incorporación de Forky, que rápidamente se transforma en el juguete a rescatar en esta frondosa odisea. Si algo ha perdido con el paso de los años esta querible serie de películas, es la capacidad de sorpresa frente a algunas de sus premisas, y justamente el plan de auxilio a un protagonista ha permanecido inamovible desde el film debut. Creado por Bonnie durante su jornada de adaptación en el jardín de infantes, la inesperada estrella de esta película es un simpático engendro confeccionado con un tenedor descartable, un palito de helado y algunas chucherías más. Todo muy a tono con un discurso social que tiende a ir cada vez más por la vía del reciclaje, y además recuperando más que nunca el anclaje en juguetes artesanales, ajenos a toda impronta tecnológica.

Forky, la nueva estrella de "Toy Story 4".

Si en Toy Story 3, Woody había fusionado la lealtad hacia sus compañeros con la comprensión de que su ciclo junto a Andy había terminado, aquí su voz interior está lista para dar un nuevo volantazo. Tras un sentido abrazo con Buzz Lightyear, el vaquero decide quedarse con Bo Peep mientras sus incondicionales laderos vuelven con la niña Bonnie. El capítulo anterior había alcanzado un final emocionalmente insuperable, pero Toy Story 4 no da tregua y marca un giro absolutamente libertario.

Por primera vez, Woody se enfrenta al desafío de jugar sin estar propulsado por un niño o una niña. Con una mezcla de adrenalina e incertidumbre, el vaquero se prepara para dar sus primeros pasos sin tener dueño. Claramente no está solo, la muñeca de la que está enamorado ha forjado en esta última década un mundo tan disfrutable como autónomo que está dispuesta a compartir. ¿Será este el final definitivo?¿O acaso Woody y Bo Peep se encaminan al viaje más alucinante?

Encuesta

¿Cuál es tu capítulo preferido de la saga Toy Story?

Woody y Bo Peep, empoderados para jugar por el mundo sin pertenecer a una niña o un niño.