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Uncuffing: el fenómeno de las separaciones que crece con la llegada de fin de año

Con más luz, mejor ánimo y nuevas oportunidades sociales, la psicología explica por qué aumentan las rupturas en esta época del año.

El uncuffing es una muestra de cómo los ciclos naturales influyen en los vínculos humanos.

El uncuffing es una muestra de cómo los ciclos naturales influyen en los vínculos humanos.

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La psicología advierte que hacia fin de año es cuando se producen más rupturas de pareja. Este fenómeno se conoce como uncuffing, término inglés que significa “quitarse las esposas”, y que hace referencia a la decisión de muchas personas de dejar una relación estable justo cuando el cansancio del año comienza a sentirse.

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Entender el uncuffing

La lógica detrás del uncuffing está vinculada a una serie de factores biológicos, emocionales y sociales que confluyen en esta época del año. El aumento de las horas de luz natural reduce los niveles de melatonina, la hormona que regula el sueño, e incrementa la producción de serotonina, neurotransmisor que influye en el estado de ánimo. A su vez, se eleva la dopamina, asociada al placer y la motivación, lo que genera un refuerzo del deseo de explorar nuevas experiencias y de socializar más.

Desde una mirada psicológica, el cambio de estación y el cansancio del fin de año modifica la percepción del entorno y, en consecuencia, de los vínculos. Mientras que en otoño e invierno suele predominar la búsqueda de contención emocional y estabilidad -factores que favorecen la formación de parejas rápidas-, en primavera y verano gana fuerza la exploración. Con más actividades al aire libre, mayor exposición social y nuevas oportunidades, muchas personas sienten que el mercado de opciones se amplía y, en ese marco, deciden volver a la soltería.

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El uncuffing y la economía de opciones

El uncuffing también está relacionado con la llamada “economía de opciones”: al percibir que existen más alternativas de interacción, la motivación de permanecer en una relación puede disminuir. A esto se suma la influencia de aspectos culturales y sociales, como la ropa más ligera, el aumento de encuentros y viajes, o la mayor visibilidad en redes de contacto. Todos estos elementos incrementan las señales de atracción y, con ellas, las tentaciones de experimentar algo diferente.

Los especialistas destacan que, más allá de las modas, el fenómeno tiene raíces biológicas claras. El incremento de vitamina D gracias a la exposición solar favorece la función inmune y mejora el ánimo, lo que se traduce en un deseo más intenso de sociabilidad. Además, en esta estación se registran leves fluctuaciones hormonales -como la testosterona, los estrógenos y la progesterona- que también impactan en la energía vital y en el interés por lo nuevo.

Ante este panorama, la psicología recomienda a las parejas prestar atención a la comunicación y a la compatibilidad de objetivos. Resulta fundamental conversar sobre los planes y expectativas de cada uno para la primavera y el verano, ya que muchas rupturas se producen por diferencias en la manera de proyectar los próximos meses. También es importante cultivar la flexibilidad, generar espacios compartidos y, al mismo tiempo, respetar la necesidad de independencia que cada persona pueda manifestar.