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Por qué solemos olvidar los nombres de las personas, según la ciencia

A quién no le pasó alguna vez que no pudo recordar el nombre de alguien. Los científicos analizaron estos hechos y llegaron a una conclusión.

¿Qué significa que nos olvidemos el nombre de una persona? En la nota, lo que dice la ciencia.

¿Qué significa que nos olvidemos el nombre de una persona? En la nota, lo que dice la ciencia.

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Olvidarse el nombre de alguien es una situación incómoda que casi todos han experimentado en algún momento. Aunque a veces se lo asocia con distracción o falta de interés, la ciencia ofrece una explicación mucho más profunda: los nombres propios representan un verdadero desafío para la memoria humana.

Por qué los nombres son tan difíciles de recordar

La mente procesa y almacena distintos tipos de información de manera diferente. Mientras que conceptos cargados de significado, como profesiones o características personales, suelen grabarse con mayor facilidad, los nombres propios, que carecen de contenido semántico, resultan más difíciles de retener.

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No recordar un nombre no es señal de deterioro.

No recordar un nombre no es señal de deterioro.

Un experimento conocido como la “paradoja Baker/Baker” ilustra este fenómeno. A un grupo de personas se les mostró la misma imagen, pero a la mitad se les dijo que la persona en la imagen se llamaba Baker y a la otra mitad que era panadero (baker en inglés). El segundo grupo recordó mejor la información. ¿Por qué? Porque la palabra “panadero” evoca una imagen, una actividad o un contexto, mientras que “Baker” como nombre no genera asociaciones mentales relevantes.

Qué dice la psicología sobre olvidar los nombres

Los psicólogos cognitivos Deborah Burke y Donald MacKay han estudiado durante años este fenómeno. Su teoría sostiene que los nombres propios tienen una conexión más débil entre su forma fonológica (cómo suenan) y su contenido semántico (lo que significan), lo que los vuelve particularmente vulnerables al olvido.

A diferencia de los objetos o conceptos cotidianos, los nombres de las personas no siempre se vinculan con experiencias emocionales o significados concretos. Por eso, la memoria tiende a no priorizarlos, salvo que la persona o la situación tengan una importancia especial para nosotros.

Desde la psicología se aclara que olvidar nombres no es sinónimo de deterioro cognitivo ni necesariamente una señal de alerta. Se trata de una limitación normal de la memoria humana, vinculada a cómo el cerebro clasifica la información y le asigna prioridad.

La memoria, en lugar de ser una especie de “archivo perfecto”, selecciona, organiza y descarta información basándose en su relevancia para la supervivencia, las emociones o las conexiones mentales.