La Ruta de los Acantilados: un viaje entre playas, fauna y paisajes únicos en Río Negro
Miradores, playas infinitas, colonias de aves y lobos marinos hacen de este recorrido una de las experiencias más auténticas de la Patagonia.

La Ruta de los Acantilados, en la costa de Río Negro, combina playas extensas, acantilados imponentes y una fauna única que convierte al recorrido en una experiencia inolvidable.
La Ruta NaturalArgentina sorprende con destinos que parecen infinitos: montañas, glaciares, selvas, estepas y mares. Y dentro de esa diversidad hay caminos que invitan a descubrir la naturaleza de una manera distinta. Uno de ellos es la Ruta de los Acantilados, un recorrido escénico en la costa de Río Negro que une Viedma con Bahía Creek, siguiendo el ritmo del océano Atlántico.
Ideal para un roadtrip por la Patagonia, este camino se extiende por unos 130 kilómetros a través de la Ruta Provincial 1, bordeando el litoral rionegrino. El viaje puede hacerse en un solo día, aunque lo mejor es tomarse el tiempo de detenerse en sus miradores, pueblos costeros y playas solitarias.
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Un camino frente al mar
La Ruta de los Acantilados arranca en Viedma y avanza paralela al océano, regalando postales de acantilados imponentes, médanos dorados y playas infinitas. Se puede recorrer durante todo el año:
- De noviembre a marzo, el atractivo principal es el turismo de sol y playa.
- En invierno y primavera, la atención se la llevan la fauna marina y las aves, con colonias y avistajes que convocan a viajeros de todo el mundo.
El trayecto combina tramos asfaltados —desde Viedma hasta La Lobería— con caminos de ripio. Por eso, antes de salir es recomendable chequear el estado de la ruta y cargar combustible en Viedma (en El Cóndor solo funciona un surtidor móvil en verano).
Paradas imperdibles en la Ruta de los Acantilados
A poco más de 30 km de Viedma, El Cóndor es la puerta de entrada a la ruta. Allí, los acantilados se combinan con playas extensas, ideales para deportes de viento como el kitesurf. Pero el gran atractivo está en su cielo: es hogar de la colonia de loros barranqueros más grande del mundo, con miles de parejas anidando entre noviembre y marzo. Un espectáculo natural que no tiene comparación.
Unos kilómetros más adelante aparece La Lobería, un balneario único con sectores de arena, canto rodado y piletones naturales que se forman en bajamar. Muy cerca se encuentra la Reserva Faunística Provincial Punta Bermeja, donde vive una de las colonias más grandes de lobos marinos de un pelo en Sudamérica. Verlos en su hábitat natural es una de las experiencias más emocionantes del recorrido.
A 47 km de El Cóndor se llega a Bahía Rosas, un paraíso escondido entre dunas y acantilados. Sus playas profundas son famosas entre pescadores experimentados, pero también son un gran lugar para quienes buscan tranquilidad y contacto directo con la naturaleza.
El final del recorrido se encuentra casi 100 km más adelante, en Bahía Creek. Aquí todo se reduce a una palabra: paz. Sus aguas claras, sus médanos suaves y sus playas enormes transmiten calma absoluta. Entre julio y septiembre, es posible avistar ballenas y toninas overas, lo que convierte a este rincón en un lugar mágico del litoral patagónico.
Cómo llegar y dónde quedarse
A la Ruta de los Acantilados se llega en auto, micro o avión hasta Viedma, y desde allí comienza la travesía. El trayecto completo puede hacerse en un día, pero lo recomendable es extender la experiencia.
- Dónde alojarse: en Viedma y El Cóndor hay hoteles, campings, hostales y casas de alquiler, además de una buena oferta gastronómica. En Bahía Creek, en cambio, las opciones son más simples: un hostel, algunas casas de alquiler y la posibilidad de acampar frente al mar.