El pueblo argentino que nació gracias a los alemanes del Volga

Con poco más de 2500 habitantes, Aldea Brasilera es uno de esos pueblos donde el tiempo parece correr más lento. Ubicado en el corazón de Argentina, este lugar combina armoniosamente la serenidad del campo, una fuerte identidad cultural y un entorno natural que invita a desconectar.

La historia de Aldea Brasilera comenzó en 1878, cuando un grupo de Alemanes del Volga decidió abandonar Brasil y buscar nuevas oportunidades en suelo argentino. Se establecieron junto al arroyo Del Salto, en Entre Ríos, y nombraron al pueblo en homenaje a Brasil, el país que los había recibido antes de su nuevo comienzo.

Esa herencia alemana sigue viva en cada rincón del pueblo. Desde la arquitectura típica hasta la gastronomía casera, la identidad de los primeros colonos se mantiene firme. Durante décadas, incluso se impartió educación bilingüe en alemán, una práctica que se sostuvo hasta 1941. Hoy, lugares como la iglesia San José y el monumento a los emigrantes recuerdan ese pasado con orgullo.

En cuanto a la cocina, los sabores del lugar también hablan de tradición. Platos como el lechón al horno o el pirok forman parte de una oferta gastronómica sencilla pero auténtica, ideal para quienes buscan sabores con historia.

El turismo en Aldea Brasilera se centra en el contacto con la naturaleza y las actividades al aire libre. Muy cerca del casco urbano se encuentra el Parque Natural Provincial, una reserva de 35 hectáreas dedicada al turismo sustentable. Allí es posible caminar entre árboles nativos, observar aves o simplemente disfrutar de la tranquilidad del paisaje.

Qué ver y hacer en Aldea Brasilera:

1. Iglesia San José: de estilo gótico alemán, es uno de los principales íconos del pueblo.
2. Bar Comedor Múnich: una parada obligada para degustar platos típicos en un ambiente familiar.
3. Arroyo Salto (La Olla): ideal para descansar junto al agua y respirar aire puro.

Aldea Brasilera es mucho más que un punto en el mapa: es un lugar donde las raíces culturales se sienten en el aire y la calma rural ofrece un descanso genuino. Un destino perfecto para quienes valoran los pueblos con historia y alma propia.