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El pueblo chileno que luchó por Malvinas y deslumbra con su belleza

Ubicado a orillas del lago General Carrera, este rincón de la Región de Aysén deslumbra con su entorno natural, su microclima fértil y su pasado de colonos
Chile Chico combina frutales, historia y paisajes imponentes a orillas del lago General Carrera. Foto: SERNATUR
Chile Chico combina frutales, historia y paisajes imponentes a orillas del lago General Carrera. Foto: SERNATUR

Cada vez más viajeros buscan escapar del ruido y reencontrarse con la naturaleza. En la Patagonia chilena, Chile Chico es una puerta de entrada a paisajes imponentes, huertas frutales, senderos escondidos y una historia que forjó carácter en sus habitantes. Ubicado en la región de Aysén, a orillas del lago General Carrera, este pueblo de poco más de 4.600 habitantes sorprende por su fertilidad en medio de un territorio árido, y por su acceso privilegiado a joyas como el Parque Patagonia.

Llegar a Chile Chico ya es parte del viaje: se puede acceder desde el aeropuerto de Balmaceda con una hora por ruta y dos horas de navegación por el lago, conocido como Chelenko en lengua tehuelche. Durante el recorrido, las vistas del Cerro Castillo y el juego de colores del agua anticipan el impacto visual del destino. Ya en el pueblo, la costanera invita a caminar o pedalear, probar cerezas y damascos de estación, y recorrer huertos alimentados por un microclima único en la región.

El entorno natural es parte esencial de la experiencia. A solo 30 minutos está el ingreso al Parque Patagonia, en el sector Jeinimeni, con circuitos como Piedra Clavada, Cueva de las Manos y Valle Lunar, todos ideales para caminatas.

Más al sur, el sector Lago Jeinimeni ofrece un área de picnic y camping con flamencos, cisnes y senderos entre bosques. Para quienes buscan mayor exigencia, hay travesías que conectan con el Valle Chacabuco, una de las áreas más impresionantes del parque.

El Parque Patagonia, sector Jeinimeni, ofrece senderos entre rocas, lagos y avistaje de aves en libertad. Foto: SERNATUR.

La historia de Chile Chico también marca su identidad. Fundado oficialmente en 1959, el pueblo tiene raíces profundas en la migración chilena desde Argentina a principios del siglo XX. Uno de los hechos más recordados es la llamada “Guerra de Chile Chico” de 1917, cuando un grupo de colonos se enfrentó al Estado para defender las tierras que ocupaban, en un conflicto que terminó por consolidar su presencia frente a intereses extranjeros.

Décadas después, en 1982, durante el conflicto del Atlántico Sur, Chile Chico volvió a mostrar su vínculo con la historia regional: un grupo de sus habitantes se alistó en el Ejército Argentino con el objetivo de luchar en la Guerra de Malvinas. El gesto, nacido de la cercanía geográfica y cultural con la Patagonia argentina, reflejó una identidad fronteriza fuerte, forjada en el cruce de caminos, aguas compartidas y memorias comunes.

Este maravilloso lago es compartido por Chile y Argentina. Foto: SERNATUR. 

Hoy, Chile Chico conserva esa mezcla de resistencia rural y belleza natural. La gastronomía local ofrece clásicos como el cordero al palo, cocido lentamente al calor de las brasas, y pescados como el salmón y la merluza, combinados con mariscos patagónicos. Para brindar, la región propone vino servido en botas de cuero o un calafate sour, preparado con el fruto típico del sur y toques cítricos.

Con lluvias frecuentes, incluso en verano, y un comercio limitado a lo esencial, Chile Chico invita a viajar con tiempo y preparación, pero sobre todo con ganas de escuchar el viento, observar los cielos abiertos y caminar sin prisa por un rincón que condensa todo lo que define a la Patagonia profunda.