El pueblo colonial del norte argentino con un asombroso récord mundial
Pocos pueblos en el país se comparan con este, ya que esta aldea cuenta con todo lo que busca un turista: paz, cultura y paisajes de ensueño.
En el norte de Argentina, en el sudeste de Salta, se encuentra Molinos, un pueblo que combina paisajes únicos, tradiciones ancestrales y una arquitectura que remite a la época colonial, cuando las decisiones se tomaban desde Madrid en lugar de Buenos Aires.
Con menos de 1.000 habitantes, Molinos se convirtió en un destino destacado dentro del Valle Calchaquí. Según el sitio web de Salta, "es el lugar donde la paz y la tranquilidad nacieron y se criaron en sus cerros", una descripción que refleja la esencia de este rincón de la provincia.
Ubicado a 206 kilómetros de la ciudad de Salta, Molinos sorprende por su atmósfera que parece haberse detenido en el tiempo. Sus calles están rodeadas de antiguas casonas y montañas imponentes que transmitieron una sensación de calma y conexión con la naturaleza.
Entre sus construcciones más representativas se encuentra la iglesia dedicada a San Pedro Nolasco, un Monumento Histórico Nacional. Esta obra arquitectónica colonial conserva influencias de Cuzco y alberga los restos de Nicolás Severo de Isasmendi, último gobernador español de la intendencia de Salta del Tucumán previo a la revolución.
La gastronomía de Molinos destacó por sus sabores tradicionales, como empanadas, tamales, maíz mote, charqui y anís, elaborados con técnicas ancestrales que se mantuvieron vivas en el tiempo. Estas preparaciones encontraron el complemento perfecto en los vinos de altura producidos en la región, famosos por su calidad.
Los viñedos más altos del mundo, situados a 2.700 metros sobre el nivel del mar, aprovecharon las condiciones únicas de la altitud, como la intensa exposición a rayos ultravioletas, para obtener uvas con piel más gruesa y oscura. Esto derivó en vinos con colores, aromas y sabores intensos, potenciados además por el cielo diáfano y la gran amplitud térmica.
A pocos kilómetros del pueblo, las ruinas precolombinas de El Churcal se presentaron como un tesoro cultural. Ubicadas a 1.800 metros sobre el nivel del mar, estas ruinas revelaron la destreza de los antiguos habitantes en alfarería, textiles, cestería y trabajos en madera. Molinos ofreció así una combinación de historia, naturaleza y tradiciones que lo posicionaron como un lugar emblemático del norte argentino.
La fiesta insignia de este pueblo
Cada año a fines de enero se realiza la fiesta patronal de este pueblo. Para su celebración se lleva a cabo el Festival Nacional del Poncho, Doma y Folklore que convoca a los artistas más reconocidos, donde se mezclan la música tradicional y las demostraciones gauchescas con las exquisitas empanadas y comidas regionales de nuestros valles.