La dinastía Versace y su imperio fashionista, un legado de glamour y tragedia

Antonio y Francesca Versace, de Calabria, Italia, con poco dinero pero grandes sueños, vieron en la creatividad y el trabajo duro la oportunidad de darle una vida mejor a sus cuatro hijos: Tina, Santo, Gianni y Donatella. La madre, Francesca, invirtió sus recursos para fundar un modesto taller, sembrando así la semilla de lo que se convertiría en el imperio Versace.

Gianni, el genio creativo de la familia, diseñó su primer vestido a la temprana edad de 10 años. En 1978, dio vida a la marca Versace, que se convertiría en sinónimo de lujo y elegancia. La cercana relación con Donatella llevó a que ella se uniera al mundo creativo, dirigiendo su propia línea, Versus, en 1989. Los hermanos compartieron éxitos, lujos y excesos durante la época dorada de la firma en los 80 y 90.

Sin embargo, la tragedia golpeó a la familia en 1993, cuando Gianni fue diagnosticado con un raro cáncer de oído interno. Ante la incertidumbre, el diseñador dejó un testamento que cambiaría el curso de la dinastía Versace. Su fallecimiento en 1997 marcó un quiebre, dejando a Donatella en un año de duelo y lucha contra la dependencia a las drogas.

La sorpresa llegó con la lectura del testamento de Giovanni Maria Versace. Allegra, hija de Donatella, heredó el 50% de la empresa, mientras que Donatella y su hermano Santo se hicieron con el 20% y 30% restante. La minoría de edad de Allegra llevó a que su madre tomara las riendas como directora creativa hasta que la joven cumpliera 18 años, consolidando así el legado Versace en manos de una nueva generación.

La dinastía Versace, marcada por la creatividad, el lujo y la tragedia, sigue siendo un pilar indiscutible en la historia de la moda. Sus creaciones brillan en pasarelas y en las calles importantes de cada ciudad del mundo. Además es la marca elegida principalmente por muchas celebridades, como: Dua Lipa entre otras.